Berlín y Potsdam, Alemania: su belleza está en su historia

 

25 de julio de 2022. Luis, Alfred y yo hicimos el viaje en tren desde Copenhague, Dinamarca hasta Eberswalde, Alemania, un pueblo cercano a Berlín para hospedarnos ahí y desde ese punto visitar Berlín y alrededores. Esta vez no nos fue tan mal, sólo hubo algunos retrasos de trenes pero ninguna cancelación, pudimos llegar, cenar tranquilamente y descansar. Al siguiente día empezó el maratón para conocer esta zona del mundo tan llena de historia y de guerra. Si hay alguna ciudad que sabe lo que es la guerra y sus consecuencias es Berlín. 

Empezamos por visitar un campo de concentración, no había sido nuestra intención empezar con lo más duro primero pero el Museo de Historia Alemán estaba cerrado por remodelación y tuvimos que hacer cambio de planes. El campo de concentración Sacsonhaus lo usaron los nazis desde 1936 hasta el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945. El recorrido lo hicimos con una audioguía que nos fue contando cómo estaba construido el inmenso complejo con sus cuarteles, viviendas para los nazis, las deplorables habitaciones para los presos, las cocinas, los lugares de experimentación, ejecución y toda la compleja logística con la única función de apresar, humillar, torturar y eventualmente asesinar de manera industrializada a miles de personas simplemente por ser diferentes: homosexuales, opositores políticos, judíos. Esas son las consecuencias que trae la intolerancia.

El día de hoy estos antiguos campos de concentración que son ahora museos y memoriales sirven para que esa historia no se olvide pero sobre todo para que no se repita.


Por la tarde hicimos un tour caminando por la ciudad de Berlín con un guía extraordinario, de esos que se nota que lo que están haciendo les encanta y con mucho tino nos dijo el guía que Berlín es una ciudad que hay que entenderla para poder apreciarla bien, en muchos casos no se trata de lo que existe actualmente sino de lo que existió. Durante la Segunda Guerra Mundial el 85% de la ciudad quedó destruida y mucho lo había construido Hitler del que por supuesto no quisieron dejar nada que lo enalteciera o recordara de manera positiva. Además con eso de que hay locos neo nazis hay que tener todavía más cuidado, para nosotros es impensable que exista tal gente tan loca.


El guía nos enseñó muchos lugares donde parecía no haber nada. Éste es un edificio de departamentos donde hay restaurantes chinos pero antes era el palacio de Hitler. Éste es ahora un estacionamiento cualquiera de una calle cualquiera pero debajo de él estaba el búnker donde Hitler se suicidó. Nos explicó que el muro de Berlín fue construido todo alrededor del Berlín capitalista para evitar que la gente que vivía en la Alemania comunista pudiera escapar por ahí. Vimos varias partes del muro que todavía quedan y que en el suelo pusieron marcas, que les llaman cicatrices, por donde pasaba el muro. Fue impresionante para nosotros estar en esos lugares, no es posible imaginar lo terrible que habrá sido vivir en esas épocas cuando ahora es todo tan tranquilo, pacífico y claramente próspero.

El tour lo terminamos en la magnífica Puerta de Brandenburgo que fue construida en el siglo XVIII como entrada a la ciudad y que ha sido testigo y víctima del pasar de la historia. Napoleón hizo su entrada por esa puerta tras derrotar a Prusia y después de la Segunda Guerra Mundial quedó en tierra de nadie cuando se hizo la división de Alemania entre territorio capitalista y comunista.

Al día siguiente los tres viajeros nos fuimos a Potsdam a conocer la tierra de los palacios de la antigua Prusia y ¡qué palacios! Empezamos nuestra visita caminando por un parque enorme, de pronto que nos encontramos con un pequeño palacio, le dimos la vuelta y seguimos el camino por el parque hasta encontrarnos con otro palacio, esta vez uno enorme, no nos esperábamos encontrarnos algo tan grande y majestuoso, con kilómetros de jardines a su alrededor, una hermosa fuente decorando su entrada. Un palacio de postal.

Seguimos el camino largo y recto que iba de la entrada de ese palacio hasta otro palacio más. ¿Acá les encantaba poner palacios en cada esquina o qué? ¡Se ve que les iba muy bien! Visitamos ese último palacio que mandó a construir Federico I de Prusia, un gran intelectual, filósofo y músico, una mente muy brillante y muy querido por su pueblo aunque nunca tuvo descendencia. Tuvo como gran amigo y tal vez más que amigo al famoso Voltaire. En este palacio puso viñedos e intentó hacer un sistema de auto riego que nunca funcionó pero el diseño de los viñedos quedó y se ven muy bonitos. Entramos al espectacular Palacio donde conocimos sus habitaciones con una muy especial con decoraciones de naturaleza donde a Voltaire le gustaba quedarse.

Saliendo del palacio fuimos a la galería que construyó el mismo Federico I para su colección de arte. ¿Qué es esto? ¡Wow! ¡Esto está aún más impresionante que el palacio! Obra de arte tras obra de arte de artistas flamencos y holandeses muy reconocidos como Rubens y Rembrandt. También tenía una sección de artistas italianos de los que al parecer no era tan letrado y no tenía tan buena asesoría porque varias de esas obras en realidad eran copias de Tiziano o de Raphael. Hasta los más meros meros se equivocan en esas cosas. Nosotros por eso decimos que lo que cuenta es si nos gusta una obra de arte o no.

Por último hicimos una parada en el palacio Cecilienhof que por fuera no pareciera la gran cosa pero que visitamos porque fue sumamente importante en la historia. Ahí se firmó el Acuerdo de Potsdam entre Reino Unido, Estados Unidos y La Unión Soviética el 2 de agosto de 1945 para terminar con los nazis y acordar la división de alemania y austria una vez terminada la segunda guerra mundial. Además de toda la exposición basada en esta reunión pudimos ver tal y como dejaron las oficinas de trabajo cada uno de los presidentes de cada país porque literalmente se establecieron ahí un par de semanas y para eso acondicionaron todo el palacio a su medida.

El último día que estuvimos en Berlín regresamos a la ciudad. Queríamos entrar al edificio del Congreso y subir al domo de vidrio y espejos hecho de tal manera que desde ahí se puede ver el reflejo directamente a las oficinas de los congresistas y así verlos trabajar. Está genial el hecho de que el congresista sepa que cualquiera puede verlo en cualquier momento. Eso nos caería bien en México. Al final no pudimos entrar porque justo en esos días estaba cerrado por mantenimiento, siempre que uno viaja a Europa se encuentra con muchas cosas en mantenimiento, supongo que sólo así todo lo mantienen en buen estado.

Después caminamos por un súper parque, de esos que invitan a correr porque estaba enorme y con senderos bien definidos, Llegamos al museo de Pérgamo, todo un museo dedicado única y exclusivamente a la ciudad perdida de Pérgamo que ahora estaría en territorio turco y que en su momento fue tan importante como Atenas pero de la que no queda absolutamente nada en ese sitio, una lástima. Afortunadamente hace más de 100 años se pudieron hacer excavaciones e investigaciones y se compraron a los otomanos todos los restos de la ciudad, restos que ahora están en conservación en Alemania. Este museo nos pareció más que maravilloso, hicieron un cilindro gigante en dónde los visitantes al museo pueden ver una representación de Pérgamo en 360 grados. ¡Maravilloso! Y eso no es todo, están construyendo otro museo con la representación en tamaño real del templo más importante de Pérgamo. Yo no sé cómo pero vamos a tener que regresar cuando lo terminen.

La opinión de los viajeros Luis y Alfred sobre Berlín y Potsdam:

Lo que más les gustó: El city tour porque de un primer vistazo no es la ciudad europea llena de castillos medievales y demás sin embargo está llena de historia de simbolismos y en el city tour nos explicaron cómo ver y entender la ciudad, algo fascinante.

Lo que menos les gustó: Nos tocó una ola de calor y nos estábamos cocinando en el campo de concentración.

Lo más chistoso: Saber que el búnker de Hitler ahora es un estacionamiento cualquiera y en donde fue la oficina ahora había un restaurante chino. La historia es muy irónica 











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