Manuel Antonio, Costa Rica

 

El Parque Nacional Manuel Antonio era una parada obligada en nuestro recorrido por Costa Rica, es de esos lugares a los que tienes que ir la primera vez que visitas al país. Nos hospedamos en un Airbnb en Quepos, un pueblito costero, cocotero, bicicletero, chiquito y bonito muy cercano a Manuel Antonio. El parque es una reserva natural de selva en la costa con bahías de playa muy bonitas, pero el atractivo principal al menos para nosotros es que ahí sí o sí ves osos perezosos, pero no sólo bolas de pelos en la copa del árbol más alto de toda la selva como en Tortuguero, esta vez había más oportunidad de verlos en acción. Si no contratamos un guía muy probablemente no veremos más que pajaritos, hormigas y lagartijas. Y sí, contratamos un guía a la entrada del parque y tenemos que decir que fue una inversión totalmente necesaria, esos guías llevan su telescopio para que hasta los más miopes puedan ver algo.

Desde la entrada del parque nos recibieron monos capuchinos acechando al turista necio que
piensa que es buena idea darles de comer, por supuesto que esto está prohibido y no te permiten entrar al parque con alimentos. Durante el recorrido el guía como mago adivinaba dónde había algo interesante que ver, acomodaba su telescopio y nos mostraba fauna que no hay manera de ver de ninguna otra forma: vimos un chotacabras, pajarito que hace nido en el suelo y se camuflajea con la hojarasca, un insecto palo que no parecía más que palos, un cangrejo rojo un cuatí, murciélaguitos, un camaleón, y por supuesto osos perezosos súper lindos que a través del telescopio se veían claros perfectamente, sonrientes y tiernos como ellos solos, dan ganas de abrazarlos hasta que ves las enormes y mortales garras que tienen. El recorrido con el guía terminó en una playa espectacular totalmente virgen de arena casi blanca, abundante vegetación, monos capuchino roba cosas y muchas iguanas por todos lados. Nosotros seguimos el recorrido por nuestra cuenta por un sendero que sube a un pequeño cerro entre dos bahías a seguir viendo las maravillas de la naturaleza que tontamente tanto insistimos en destruir.

El último día en la zona de Manuel Antonio y antes de regresar a San José nos quedamos de ver con Benny, un amigo de mi mamá que súper amablemente nos invitó a desayunar en su casa. Nos movimos en bus a Dominical, un pueblo a una hora de Quepos, Benny pasó por nosotros y nos llevó por un camino cuesta arriba ultra empinado que sólo un 4X4 puede subir. Subimos, subimos, subimos y subimos hasta que finalmente llegamos a una casa en la cima de la montaña donde la sala, la terraza, la alberca, las montañas y el mar su fusionan en un solo espectáculo del que no te quieres ir. Nuestra visita fue muy corta por los horarios de los buses y tuvimos sólo 40 minutos para desayunar, platicar, admirar el paisaje y saludar a un cuatí que merodeaba por el jardín. Corta pero valió totalmente la pena.

La opinión del viajero Alfred sobre Manuel Antonio:

Lo mejor: Los osos perezosos que emiten las licencias de conducir (el que no entienda que pregunte).

Lo peor: La buena comida es muy cara.

La anécdota más chistosa: Un mono capuchino le robó la cámara a un turista despistado y la trató de abrir como un coco golpeándola contra un tronco. 

Lo más triste: Como en México, los monos son adictos a la comida chatarra que la gente le da.

Lo más recomendable: El guía es imprescindible, sin él no ves ni madres.

La mayor inconformidad: A excepción de Quepos, en otras pueblos no hay terminales y te bajan en cualquier lado, no hay paradas ni nada.



Paseando por Quepos... evidentemente



















Monos capuchinos asalta turistas despistados

























El recorrido buscando fauna interesante
































Encuentra el insecto palo























Las playas, la cereza en el pastel










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