Volcanes, Ecuador


Si Ecuador no se llamara Ecuador podría llamarse Volcanes. Es de los países en el mundo que más volcanes tiene, todos cercanos entre sí y rodeando zonas pobladas. Además es una zona súper sísmica y prácticamente cada población que pasamos en Ecuador había sido destruida una o más veces por terremotos o erupciones volcánicas con lo que ya se han acostumbrado a vivir, y hasta le sacan provecho; hay volcanes activos con estacionamientos casi hasta arriba del volcán, volcanes a los que se puede llegar en teleférico, cráteres de volcanes habitados, por poner algunos ejemplos.

Empezamos nuestro recorrido volcanoso en Riobamba desde donde pretendíamos tener una vista privilegiada de volcán Chimborazo, el más alto de Ecuador y el punto más alto de la tierra desde su centro. Tomamos el autobús desde Cuenca, seis horas de interminables paradas para subir y bajar gente, y de constante lluvia y neblina que nos obligó a imaginarnos los hermosos paisajes que dicen que se ven en las carreteras porque nosotros no vimos nadita de nada. Finalmente el autobús llegó a Riobamba, Alfred y yo nos pusimos atentos para bajar en la terminal, Ya no debe de tardar en pararse, ya casi, un poco más. ¡Ah caray! Ya va de salida. Oiga, ¿¡dónde se va a parar!? ¿Tienen que bajar? ¡Siiii! En un semáforo nos aventaron del autobús, nos entregaron nuestras mochilas y nos dejaron en la lluvia en medio la calle como perritos tristes y abandonados. Así nos recibió Riobamba.

Al día siguiente por la mañana salimos caminando por la calle de la ciudad cuando Alfred me dijo, Mira ¡ahí está el volcán Chimborazo! Pero yo sólo veía nubes sobre montañas ¿Dónde? ¡Ahí! ¡Esa cosa enorme! De repente mi cerebro corrigió su interpretación y me di cuenta de que esas nubes eran nieve y que estaba viendo frente a mí un volcán gigantesco y hermoso ¡Wooooow! No lo puedo creer, está increíble, qué espectáculo tan maravilloso! Ya valió la pena todo el día! Y sí, eso fue lo que hizo valer el día completo porque unos minutos después las nubes cubrieron el volcán y ya no lo volvimos a ver el resto del día. El restaurante donde queríamos desayunar estaba cerrado. En el centro una iglesia muy linda por fuera, cuya fachada había sido rescatada de otra que se derrumbó en un terremoto que destruyó todo Riobamba, pero por dentro no la pudimos ver porque estaba cerrada y nadie sabía a qué hora abría. Visitamos el Museo Centro Cultural en 15 minutos de lo chiquito que estaba. El Museo del Tren que indicaba el mapa sólo era un tren antiguo para tomarse fotos y el Museo del Tren real tenía un mercadito de artesanías. Así se nos acabó Riobamba y el Chimborazo no pensaba volver a dejarse ver ya nunca jamás, así que no nos quedó más que empacar
para nuestra siguiente parada.

Llegamos a Ambato donde contratamos un tour incluyendo hotel, comidas y visita al volcán Cotopaxi y esa sí que sí que fue una experiencia increíble. Salimos en la mañana en una camioneta con el guía y una pareja de una ecuatoriana y un gringo, él no hablaba español y ella hablaba muy poco inglés, y así se entendían mejor, decían que era muy fácil arreglar problemas cuando toda la culpa la echaban a la diferencia de idioma, Tiene todo el sentido del mundo, lástima que tú y yo sí tenemos que hablarlo todo, en nuestro caso no hay a qué echarle la culpa. Después de un par de horas de camino empezamos a ver el volcán en toda su majestuosidad ¡qué emoción! Nos íbamos acercando cada vez más, viéndolo más y más grande a cada instante hasta que ya estábamos subiendo por el volcán, sí, todavía en la camioneta, subimos y subimos hasta un estacionamiento sobre el volcán Cotopaxi a 4400 mts sobre el nivel del mar, ya las vistas desde ese punto eran maravillosas, no podíamos creer que se pudiera llegar a esa altura en un volcán tan fácilmente. Nos bajamos de la camioneta e inmediatamente el corazón se aceleró como si nos hubiéramos echado a correr por la falta de oxígeno en el aire y también por la emoción. Nos pusimos a respirar profundamente para calmar nuestro corazoncito y emprendimos nuestra subida por un sendero caminando despacito para aguantar, como si solamente fuéramos paseando. En el camino íbamos rebasando a gente cansadísima que iba subiendo a duras penas como si de verdad estuvieran escalando un volcán, niños que iban jalando a sus papás y uno que otro gordo jurando ponerse a dieta pronto. Alfred y yo lo logramos con paso lento pero seguro, cansados pero felices. Llegamos hasta un refugio que está a 4850 msnm donde nos tomamos un té de coca, la bebida de los triunfadores de las alturas, y pusimos nuestra firma en una bandera de México que había colgada en una pared. Pero, terminando el té y no conformes con nuestra gran hazaña, seguimos el sendero un poco más para arriba hasta llegar a la nieve como a 5000 msnm y ahora sí pudimos jugar con la nieve y tomarnos muchas fotos de celebración, que para nosotros era como haber llegado a la cima.

¿Acaso mencioné que era una zona muy sísmica? Vivimos la experiencia completa, un día en Ambato a las 6:00 am se empezó a mover la cama, estaba a punto de decirle a Alfred que dejara de moverse cuando él me dijo a mí ¡Está temblando! Duró un buen rato, lo bueno es que no estuvo tan fuerte y no hubo mayores daños que lamentar, su epicentro fue al norte de Perú en una zona poco poblada. Ya que la naturaleza nos levantó temprano no alistamos para subirnos de nuevo en autobús hasta Latacunga. Cuando llegamos todo se veía cerrado, nadie en las calles, nada abierto, era como un pueblo fantasma donde los fantasmas sí le daban mantenimiento a las calles porque todo se veía muy cuidado y muy bonito. Pero ¿por qué todo está muerto? ¿Qué día es? ¿Se acabó el mundo y no nos enteramos? Luego nos acordamos de que era domingo y que seguramente en esos pueblos sí hay gente, no sólo fantasmas, pero no se levantan en domingo. Desde ahí fuimos a la Laguna Quilotoa que es un cráter de un volcán que colapsó hace 800 años al hacer erupción por última vez, y se fue acumulando agua poco a poco hasta hacerse una laguna tonos verdosos debido a los minerales del volcán. El pronóstico del tiempo decía que la temperatura en la laguna estaría cerca de los cero grados así que nos fuimos con sudadera, chamarra, doble calcetín, gorrito y guantes, y cuando llegamos nada que ver, hasta un poco de calor hacía, ¡Uy! Venimos muy mal vestidos, traemos como 5 capas innecesarias de ropa, qué lata va a ser esto. Además nos habían dicho que se hacía una hora de bajada y dos o tres horas de subida porque el camino es empinado y de tierra suelta con poco oxígeno porque está a 4000 metros de altura, así que nos fuimos con tiempo. Llegamos al mirador de la laguna desde un lado de la cima del volcán donde pudimos ver un espectacular cráter del volcán y su agua verde hasta el fondo, ya contemplar la laguna desde ahí arriba es muy bonito, uno podría quedarse ahí horas sólo mirando y escuchando el viento, esa era una opción, pero nosotros decidimos sí hacer el recorrido para bajar el cráter hasta la laguna. Empezamos a bajar con muchos ánimos y sobre todo mucha ropa encima y una hora de subida ¡Oye! Fueron 58 minutos ¡me esforcé para hacer menos de una hora! Bueno, eso... Entramos a comer a un restaurante y cuando salimos todo estaba cubierto de neblina y hacía un frío que parecía que nos habían transportado a otro lugar totalmente distinto. Qué bueno que trajimos todas estas capas de ropa. Ahora sí usamos todo lo que traíamos y nos felicitamos por haber estado tan preparados, sólo así sobrevivimos la espera del autobús para regresar a Latacunga e irnos al día siguiente a Quito.

La opinión del viajero Alfred:

Lo mejor: Subir al Cotopaxi y probar la nieve, no sabe a nada.

Lo peor: El clima cambia tan repentinamente, primero te quejas de que llevas mucha ropa y a los 30 minutos te estás congelando.

La anécdota más chistosa: En la laguna Quilotoa Lulú y yo nos detuvimos a escuchar el viento y los pájaros, no se oía nada más cuando de pronto un gallo interrumpió toda la paz y tranquilidad con su kikirikiiiiiiiiii a todo pulmón.

La mayor inconformidad: No existe el transporte directo, todos los autobuses aunque sean privados hacen trabajo de transporte público y se van parando en cada esquina.








Comentarios

  1. ¡el paso Luka ahora es internacional! Que maravilla es ser todoterreno. tienen barriga de acero.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario