Machu Picchu, Perú: Mucho más que Machu Picchu


Viajar a Machu Picchu para nosotros fue todo un acontecimiento empezando por la compra de los boletos. Uno creería que por ser uno de los lugares más turísticos del mundo la información para viajar a éste sería muy clara sencilla, pero no. ¡Uy! No entiendo nada, está bien confuso.  ¿Cómo llego? ¿Qué opciones tengo? ¿Qué recorrido dentro de la zona arqueológica me conviene? Toda la información era un caos, hasta nos daba ganas de contratar a una agencia y que nos resolviera todo. Yo tengo la teoría de que ese es el objetivo, confundir tanto a los turistas que acaben contratando a agencias de viajes. Pero nuestra codera pudo más, y tuvimos que estar viendo muchos y muchos videos y leyendo muchos y muchos blogs para finalmente hacer la compra de los boletos del tren, carísimos por cierto, y de los boletos de entrada a Machu Picchu, y de lo demás que nos vendían en línea decidimos esperarnos y comprarlo estando allá porque todo te lo quieren ver mega caro.

Finamente llegó el día de viajar hacia Machu Picchu. Llegamos a la hora y lugar indicados por la compañía de tren en Cusco. La primera parte del recorrido fueron dos horas en camioneta hasta que llegamos a un pueblo llamado Ollantantaymbo ¿Ollanta qué? Sí así de complicado es el nombre, no es mi culpa. De ahí subimos al famoso y caro tren, una hora y media más para llegar a Aguas Calientes, también conocido como Machu Picchu Pueblo porque es el pueblo en el que hay que hacer base para llegar a la zona arqueológica. Casi la única manera de llegar a Machu Picchu es tomando un tren aunque después descubrimos que sí hay otra forma de llegar que toma mucho más tiempo y hay que caminar 11 kms, pero la verdad por ahorrarnos la fortuna que nos costó el tren si lo hubiéramos hecho.


En el tren íbamos disfrutando del paisaje que poco a poco cambiaba de bosque alto a selva espesa envolviendo montañas y riscos altísimos. Además, de pronto se aparecían ante nosotros ruinas de antiguos pobladores, seguramente incas que habían hecho suya toda esa zona, aún con la dificultad que representa construir y vivir en ese tipo de orografía. Vimos que otros pasajeros estaban un poco preocupados, y oímos que compraron un paquete turístico de ida y vuelta el mismo día y entre el tiempo que necesitaban para la ida y el regreso sólo iban a poder estar una hora y media en la zona arqueológica. ¡Pobres! ¡Ni para comer van a tener tiempo! Eso es lo malo de esos paquetes, a algunas agencias poco les importa si disfrutas o no con tal de venderte el viaje. Al llegar a Aguas Calientes Alfred y yo fuimos los últimos en salir del tren y los más despreocupados. Nuestra visita a la zona arqueológica iba a ser hasta el día siguiente, así que tranquilamente ese día aprovechamos para revisar y decidir sobre las opciones para subir y bajar los 2 kms que hay que recorrer para llegar a la zona arqueológica y regresar, la contratación del guía y los atractivos que podríamos ver en los alrededores. Tendríamos tiempo porque habíamos decidido quedarnos 4 noches en Aguas Calientes, algo que casi nadie hace porque piensan que no hay más que la zona arqueológica. También aprovechamos para recorrer el pueblito que tiene algunas esculturas muy interesantes por aquí y por allá, consultar las cartas de los restaurantes y relajarnos un poco.

Al día siguiente nos vimos con la guía que contratamos y nos subimos al bus para el ascenso hasta Machu Picchu. Decidimos subir en bus para no llegar agotados hasta arriba y que luego la visita a la zona arqueológica fuera un martirio. Íbamos subiendo y cuanto más subía el bus más nos sorprendíamos de la altura a la que a Pachacutec, emperador inca, se le ocurrió construir la ciudad de Machu Picchu, lo que sí era totalmente entendible era el paisaje elegido. El bus para subir iba lleno. Oiga, hay mucha gente ¿antes de la pandemia venía más gente? ¡Uy si! Esto es a penas la tercera parte de lo que era normal. Pues aún así la verdad había mucha gente, no me imagino lo que era visitar antes Machu Picchu, todo atascado. La pandemia ha traído algunas cosas buenas. Entramos a la zona arqueológica junto con la guía que nos estuvo explicando durante casi tres horas cada zona de esa antigua y maravillosa ciudad. Tres horas fue tiempo suficiente para caminar por todo el complejo escuchando las explicaciones y tomando muchas fotos. Pobres de los que sólo tenían poco más de una hora, tuvieron que verlo todo muy rápido.

Cuando salimos decidimos hacer la bajada a pie, algo que valió totalmente la pena, la bajada fueron 2 kms de puras escaleras entre una selva húmeda, verde y frondosa. Nuestras piernitas nos reclamaron un poco pero nada que no pudieran aguantar. Llegando abajo fuimos al museo de sitio que está incluido en el ticket de entrada a Machu Picchu, cuando llegamos nos sorprendió ver que éramos los únicos visitantes en el museo, incluso nos prendieron las luces ¿pueden creerlo?. Nadie va al museo de sitio de Machu Picchu porque no lo promocionan y porque el bus que se toma para subir y bajar no se para en el museo, algo totalmente absurdo y hasta indignante. Los únicos que van al museo son los que deciden hacer la caminata. Nos pareció que el museo era pequeño pero estaba muy bien puesto, valió totalmente la pena pasar a visitarlo.

Al día siguiente desayunamos en el mercado de Aguas Calientes y emprendimos la caminata para ir a los Jardines de Mándor. Caminan todo a lo largo de la vías del tren como una hora y llegan a los jardines, no hay pierde. ¿Y sí hay por donde caminar o se arriesga la vida? Literalmente ahí toda la infraestructura de transporte es para el tren, así que tuvimos que ir caminando a un lado de las vías del tren donde aunque sí había espacio para caminar la verdad es que no estaba hecho para eso. Así me imaginaba que sería nuestro viaje, caminando por vías de tren en medio de ningún lado. Finalmente llegamos a los jardines, pagamos nuestra entrada y nos abrieron una pequeña puerta de madera para adentrarnos en un sendero entre selva abundante aunque no espesa con un pequeño río a nuestra derecha. Una vez más, éramos los únicos turistas en toda la propiedad, seguimos caminando por el sendero, admirando los troncos, las hojas, el aroma y sobre todo la paz y tranquilidad en el lugar. El sendero nos condujo hasta una pequeña y muy bonita cascada donde nos quedamos un rato contemplando esa belleza. Cuando estuvimos listos para volver, empezamos a caminar de regreso cuando vimos un ave roja con negro, hermosa. Señor, vimos el ave que es rojo con negro muy bonita ¿cómo se llama? ¡Qué suerte tuvieron! No se ve muy seguido, se llama Gallito de las Rocas. Qué nombre tan común para un ave tan poco común.

Esa noche algo especial teníamos porque era 31 de enero pero había toque de queda a las 11:00 pm por Covid así que en todo el pueblo no iba a haber ninguna celebración en especial, ni modo, así es viajar en tiempos de pandemia. Decidimos ir a un lugar agradable a cenar aunque fuera temprano y el ganador fue un restaurante llamado Museo de la Papa ¿Por qué ir a un restaurante con un nombre tan poco sexy? Perú es el productor número de papa y tienen miles de variedades, este restaurante hace muchos platillos con papa, hasta tiene un postre, cheesecake de papa, así que si íbamos a pasar Año Nuevo en Perú, qué mejor que hacerlo en un restaurante dedicado a la papa. Y sí, estuvo delicioso todo lo que comimos, todo con papá, incluyendo el postre. Solamente unos fallaron en la bebida, no tenían ninguna con papa, hubiera estado interesante probar un fermento o licor de papa. A falta de bebida exótica brindamos con una cerveza Cusqueña, la marca más importante de cerveza en Perú.

Después de tener el 1 de enero como día de descanso obligatorio nos fuimos de regreso en el tren hasta Ollantantaymbo donde nos quedamos una noche para poder conocer el pueblo que es un museo viviente porque prácticamente todo el pueblo, casas, negocios, mercado están asentados en las mismas construcciones Incas ¡incluso vimos que la cancha de fútbol está bardeada por estructuras incas! 

También visitamos la zona arqueológica Ollantaytambo en donde los guías nos querían cobrar 700 pesos por persona por la visita guiada además del ticket de entrada, un abuso que por supuesto no aceptamos, decidimos ser nuestros propios guías, no tan buenos pero gratuitos. Ollantantaymbo fue un centro militar, ceremonial y agrícola donde los españoles perdieron una batalla contra los incas. Pudimos apreciar piedras rosas masivas de hasta 50 toneladas que para transportarlas, los incas, desviaron todo un río en una obra de ingeniería increíble. Hoy estas piedras se mantienen en pie a pesar de la conquista, terremotos e inclemencias del clima. También recorrimos un impresionante templo dedicado al agua, donde hasta el día de hoy el agua sigue corriendo continuamente por los canales que fueron construidos hace más de 3000 años.


La opinión del viajero Alfred sobre Machu Picchu y alrededores:

Lo mejor: Machu Picchu. Fin.

Lo peor: Tienes otras formas de llegar más baratas pero la información está tan confusa en todos lados que como turista si no sabes acabas pagando unos precios exorbitantes porque parecería no haber otras opciones.

La anécdota más chistosa: En Aguas Calientes es tan chiquito el pueblo que la gente deja que sus perros estén libres en las calles. Son tan impertinentes que de repente los perros se meten a restaurantes, la gente de los restaurantes los corretea para que se salgan pero salen por una puerta y entran por la otra. Algunos acaban escondiéndose debajo de mesas y son totalmente incontrolables.

La mayor inconformidad: En la carretera camino a tomar el tren para Machu Picchu hubo un corte de paso y nos dejaron bajar a los turistas de la camioneta para ir al único baño que había. Nos bajamos, pagamos por el baño y dos holandesas delante de nosotros se metieron al baño juntas a platicar y se tardaron tanto que ya no nos dio tiempo de pasar al baño antes de que la carretera abriera. Nos tuvimos que aguantar una hora hasta llegar a la estación de tren.













Comentarios

  1. estos morchitos definitivamente me evitan el gym por tanta risa! El tren pasa sin problemas de atrenar a algun humano macana.

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