Fortaleza y Sao Luis, Brasil: La paradisiaca costa noreste


Después de viajar todo un día de Santa Cruz en Bolivia y hacer escala en Sao Paulo en Brasil finalmente llegamos a Fortaleza, nuestro primer destino en Brasil para movernos de ahí a conocer las maravillas naturales del noreste brasileño por recomendación de Pablo, nuestro amigo brasileño. Conocimos un poco de la ciudad de Fortaleza comunicándonos con la gente con nuestro nulo portugués y muchas señas. Conocimos el enorme mercado central de 4 pisos de artesanías, dulces típicos y souvenires. Creo que nunca habíamos visto un mercado de regalitos para turistas tan grande y sin embargo veíamos a pura gente local. Se me hace que aquí no viene casi turismo extranjero sino que todo el turismo es brasileño. Ahí aprendimos cómo funcionan muchos de sus buffets, la gente se sirve,  pasa a pesar el plato y pagan una tarifa por cada 100 grs de comida, nos pareció algo muy útil para que la gente no se sirva en exceso como en los buffets normales, Sírvete un poquito de todo lo que no conozcas para probar. Así empezamos a conocer la comida brasileña. Esto está rico, quién sabe qué sea pero está bueno. Conocimos también la Catedral de Fortaleza de estilo gótico que es la segunda más grande de Brasil, por fuera para nosotros tenía un aspecto lúgubre y por dentro todo lo contrario, con una decoración clara muy sencilla enfocada principalmente en los vitrales.

Al día siguiente hicimos un tour llamado de tres playas. A las 6:00am llegó por nosotros un autobús grande de pasajeros. ¡Definitivamente aquí si hay turismo! ¡Vámonos a empezar a recorrer las millones de playas brasileñas! La primera parada fue en Canoa Quebrada, la playa que conocíamos del Océano Atlántico, muy bonita, con arena color raro, como mamey clarito y consistencia de masa de galleta. Diferente a la arena de otras playas. Ahí caminamos por la playa como se debe, nos metimos al mar como se debe y nos pusimos a descansar en camastros como se debe. 

La siguiente parada fue en Morro Branco, ahí fuimos a un área natural protegida de arenas de colores. Alfred y yo estábamos fascinados con la belleza del lugar en donde la lluvia y la marea ha ido erosionando una montaña de arena dejando al descubierto diferentes capas de arena de varios colores y tonalidades pasando por blanco, amarillo, anaranjado, rojizo y gris. Artesanos de la zona hacen diseños en botellitas con esos colores de arena. ¿Y la tercera playa? Ah no, esa nosotros no la hicimos porque era con costo adicional para hacer un paseo en buggy, nuestro presupuesto no nos dió para eso pero además íbamos a hacer otros tours otros días y había que ahorrar para que alcanzara para todo. Así que nuestro tour de tres playas fue de dos. Aún así valió mucho la pena.


Hasta ahí todo muy bien, ahora tendríamos que ver cómo llegar a lo más esperado del noreste, Lençois Maranhenses y no había ninguna opción fácil y barata, la barata nos llevaría 6 transportes, de 2 a 3 días de camino y unas pompas bien aplanadas. Buscando y buscando encontramos unos tours no tan caros que también serían de 3 días pero conociendo lugares en el camino. Eso estaba mejor, ¿no? Pasaron por nosotros 4:30am en un autobús de doble piso semi cama. ¡Aquí a las agencias de viajes sí les va bien! Hasta en los tours más baratos los autobuses son de lujo. La primera parada fue la compra del pase de conservación para entrar al Parque Nacional Jericoacoara y cambio de transporte de autobús cómodo a camioneta jardinera 4x4 Algo me dice que esto se va a poner interesante. Segunda parada Alchymist Beach Club, como su nombre lo dice un club de playa privado muy nice, entramos y caminamos hasta el fondo obvio para ir a la playa. Súper paradisíaco, arena blanca y suavecita, olas casi inexistentes, mesas a todo lo largo de la playa, algunas ya sobre el agua, hamacas rozando el agua del mar ¿Dije mar? No, no era mar pero parecía. Era una enorme laguna de aguas cristalinas. Rápidamente nos alistamos para meternos a la laguna de agua tibia y dulce. Mi mente me decía que estaba en el mar y que el agua era salada pero no, definitivamente era dulce porque sí la probé.

Después fuimos a otro club de playa Lagun Beach donde usamos el tiempo para relajarnos y comer tranquilamente. Otra vez nos subimos a la camioneta jardinera pasando por pueblito hasta salir de civilización seguimos por un camino de arena rodeado de vegetación por ambos lados, vuelta vuelta, subida bajada, brinco inesperado, cuidado con la rama Amor, ¿a dónde me estás llevando? ¡No sé! Yo me dejo llevar. De repente se abrió la vegetación mostrando a nuestra derecha el mar, ahora sí era el mar, a nuestra izquierda dunas y todo el resto arena con escasa vegetación solo poniendo un poco de color verde al paisaje. Estábamos por llegar al pueblo Jericoacoara, un pequeño y lindo pueblito turístico sin pavimento en las calles, todas y cada una de ellas de pura arena, el sueño de todo hippie anti zapatos. Nos encantó pasear, yo sin zapatos, por sus calles entre barecitos, restaurantes, música en vivo, artesanías y puestitos de comida y bebida. No dejamos pasar la oportunidad de tomarnos una caipiriña y de escuchar un poco de música brasileña aunque no pudimos cantar nada porque no nos sabíamos ni una canción. Nuevos en Brasil y nuevos en el portugués.

De Jericoacoara nos llevaron a Barreirinhas, cinco horas de camino cuando debían de ser ser horas. Nuestro conductor al parecer había olvidado el gas abierto porque hizo todos los rebases posibles y se voló todos los topes posibles para llegar pronto. Alfred iba durmiendo tranquilamente mientras yo iba aterrada poniendo mucha atención en el camino y contando las horas y minutos para estar a salvo en el hotel. En la tarde pasaron por nosotros en una 4x4 jardinera para ir a los muy esperados Lençois Maranhenses! Subimos en la camioneta, bajamos de la camioneta a la orilla de un río,  nos subimos a una plataforma, subieron las camionetas, cruzamos el río, bajamos de la plataforma, subimos a las camionetas, recorrimos una hora sobre un camino de arena rodeada de vegetación, bajamos de las camionetas, caminamos por un sendero hecho por un río, subimos una cuesta de arena y llegamos a uno de los espectáculos más hermosos que hemos visto. Incontables dunas de arena blanca finísima con lagunas de tonos verdes y azulados entre ellas. Maravilloso, valió totalmente la pena llegar hasta acá, es algo que se tiene que ver por lo menos una vez en la vida.


Al día siguiente hicimos un paseo en lancha rápida por el Río Preguiças, un río muy tranquilo rodeado de selva, o eso aparentaba porque cuando nos fijamos nos dimos cuenta de un poco más allá de la orilla del río estaba totalmente deforestado, una lástima que eso no estuviera protegido. La lancha nos llevó primero a un faro de la Marina de Brasil y después a un micro pueblito de pescadores asentado en unos cuantos metros de arena entre el río de un lado y el mar de otro.

La última parada de la región fue São Luis en el estado de Maranhão que tiene ese nombre por ser una maraña de ríos. Esta interesante ciudad fue fundada por franceses, desarrollada por portugueses e invadida por holandeses pero en realidad toda su arquitectura es portuguesa, nueva para nosotros, con diferentes y lindos diseños de azulejos en las fachadas. Hoy es Patrimonio Cultural de la Humanidad porque ha sido cuna de grandes poetas, escritores, compositores. Visitamos El Palacio dos Leões, residencia y oficinas del gobernador del estado de Maranhão, y que ahora tiene una parte para visitas turísticas llena de obras de arte y mobiliario del siglo XVIII y XIX. Visitamos también la Catedral, El Mercado de artesanías y productos típicos de la región y El Museo de Arte Sacro. Todo muy bonito e interesante, Pero lo que más nos gustó fue que todos los museos fueron gratuitos y con visitas guiadas en español y en inglés, así no tuvimos que fingir que entendíamos, realmente entendíamos las explicaciones.

Lo mejor: En Lencois Maranhenses (las dunas) es como llegar a otro planeta, algo que nunca había visto, algo impresionante e único que se queda grabado en la mente.

Lo peor: La chinga que te llevas en la camioneta que te lleva hasta Lencois Maranhenses. Si no tenías pompas llegas en huesitos y si sí las tenías te quedas sin ellas.

Anécdota: En el mapa yo veía un lugar que se llamaba "Benedito Leite" y le comentaba a Lulú que se me hacía muy chistoso que algún lugar tuviera el nombre de "Bendita leche" en mi traducción al español. Por casualidades del destino pasamos por esa plaza y vimos una estatua que decía "Benedito Leite", hasta ese momento entendí que así se llamaba una persona y que no tenía nada que ver con leche.

La mayor inconformidad: En nuestro camino en el río hacia la playa Caburé a Lulú se le ocurrió la brillante idea de retar a la Ley de Murphy y decir "qué bueno que ya no está lloviendo" para que 15 segundos después nos cayera un tremendo diluvio dejándonos a todos empapados.
















Comentarios

  1. Admirable que andén hasta esos recónditos lugares sufriendo y gozando incomodidades pero conociendo lo más posible y evaluando el buen manejo de sus finanzas

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡¡Gracias!! Sí, hay de todo en el viaje, días con comodidades y días con incomodidades pero de eso se trata, de conocer y conocer el mundo :D

      Borrar

Publicar un comentario