Uyuni, Bolivia: sorpresas en el Desierto del Atacama

Hicimos un tour de 3 días por Uyuni, Bolivia, una de las experiencias más increíbles que hemos vivido. Llegamos en autobús desde La Paz a Uyuni, la población más cercana al Salar. Estábamos un poco nerviosos y tengo que decir pesimistas porque al Salar se le puede visitar tanto en temporada de lluvia para ver el espejo de agua como de sequía para ver el desierto blanco y por la noche todas las estrellas del firmamento. Nosotros fuimos en temporada de lluvia y para que se vea bien el espejo justo en el momento de estar ahí no debe de estar lloviendo porque se arruina el efecto así que íbamos con los dedos cruzados.

En el tour ahí te va que íbamos una pareja de ingleses, un holandés, un japonés, una pareja de mexicanos y el conductor boliviano. Sí, así como chiste, un grupo bastante diverso. El japonés y el holandés hablaban un poco de español pero todos nos podíamos comunicar bien en inglés, excepto por el guía así que Alfred y yo servíamos de traductores. Con ellos, todos súper agradables nos tocó pasar dos días visitando las maravillas del Desierto del Atacama, el más árido del mundo pero con un sinfín de paisajes diversos. A las 9:00am salimos de Uyuni para adentrarnos en el desierto en una camioneta 4x4, ningún otro tipo de vehículo podría aguantar esos terrenos tan caprichosos, de pronto mucha arena, de pronto mucha agua, de pronto pura roca. Tres horas después de bellos paisajes desérticos y con las pompas bien aplanadas, entre un valle impresionante de rocas rosas de lava de formas que hacen volar la imaginación, nos detuvimos ¡Vamos a hacer una comida de aventura! El conductor sacó las cacerolas con las comida, platos, vasos, cubiertos y a comer sentados en piedras o parados, cada quien como podía. 

Una vez llenas nuestras pancitas seguimos el camino maravillándonos con esos paisajes en donde a pesar de que había muchísimo sol también hacía mucho frío porque está cerca de los 4000 msnm y el viento sopla sin parar. Hicimos varias paradas en el camino, visitamos un par de lagunas hermosas repletas de tres tipos de flamingos y de muchas llamas. 
 
Después pasamos a saludar a unas lindas vizcachas que parecen conejos con cola de ardilla y que se acercaron a nosotros los humanos para ver qué manjares les habíamos llevado de comer, la simple manzana para nosotros, para ellas era un delicatessen. Y por último en ese día fuimos a ver y a subirnos en unas formaciones rocosas muy curiosas que el viento tan fuerte durante miles de años se ha encargado de moldear las rocas a su gusto dejando formas únicas como la que le llaman El Árbol por obvias razones. Terminado el día bien cansados llegamos a un hostal en medio de ningún lado al que no sabríamos cómo llegar ni sabríamos cómo salir de ahí. Tomamos nuestra cena y nos fuimos a dormir a un solo cuarto los 6 turistas del tour, para mejorar nuestra integración como grupo.

Al día siguiente sonó la alarma 4am, empezó el día muy temprano, tomamos el desayuno a esa hora en el hostal para ir a ver géisers al amanecer. ¡Wow! ¡Qué impresionante paisaje! Desierto todo alrededor y unas cuantas columnas de vapor adornando el color café infinito. Este géiser no es natural, lo hizo una empresa que está investigando sobre la generación de energía geotérmica y no es muy caliente. A éste es el único que nos podemos acercar. De pronto el guía brincó por encima y todo se descontroló, los siguientes minutos todos volvimos a los 10 años de edad, saltando como chapulines por arriba del géiser y riendo como locos, toda seriedad perdida. Ahora vamos a los géisers reales a los que no se pueden acercar, esos están a 180 grados y si se acercan demasiado podrían incluso morir, ya les pasó a dos turistas. Esos géisers eran bellísimos, aperturas naturales en el suelo completamente irregulares de los que salía vapor sin parar. Eran hipnotizantes.

La segunda parada del día fueron aguas termales. Otra vez aguas termales, eso es de lo que más hemos hecho en este viaje. Pero al llegar vimos que era muy distinto, una pequeña alberca a penas bardeada con una infraestructura mínima y muy pocas personas en el área. Todos los del tour nos metimos a las aguas termales a relajarnos y platicar un poco mientras disfrutábamos de la tranquilidad del desierto.

Ya bien relajados nos llevó el guía a la llamada Laguna Negra que quizás fue mi parte favorita del tour. Una parte del desierto que de desértico no tiene nada pues es un valle enorme de roca volcánica color rosa en donde se acumula mucha agua formando una laguna rodeada de pantanos muy verdes donde abunda vida en forma de aves que gritan como niños, a eso no se le puede llamar canto, muchas llamas y peces. Alfred y yo nos divertimos muchísimo haciendo patitos con piedras en la laguna, y brincoteando de montículo en montículo verde de los pantanos. Podríamos haber estado horas y horas jugando y admirando esa maravilla de lugar.

Por último, antes de regresar a Uyuni, pasamos a ver otras formaciones de roca de lava una vez más erosionadas por el viento pero éstas eran enormes, como edificios enteros construidos por la naturaleza. No podíamos creer todo lo que habíamos visto en el desierto, vistas hermosas que ni siquiera imaginaba que existían. Yo que pensaba que en los desiertos no había nada.

Finalmente regresamos a Uyuni para descansar y prepararnos para lo más esperado, la visita al Salar rezando porque no nos tocara mucha lluvia. Como parte del tour nos hospedaron en un hotel muy bonito parcialmente hecho de bloques de sal, algunas paredes, asientos y las bases de las camas de sal. Pasaron por nosotros en la mañana y estaba lloviendo, nos llevaron a un pequeño museo para explicarnos del proceso que llevan a cabo pequeñas fábricas familiares para procesar la sal y hacerla para consumo humano. Ahí estaba lloviendo. Después nos adentramos en el salar que parecía una gran extensión de hielo con un poco de agua, algo rarísimo que nuestro cerebro no sabía muy bien como interpretar. Parece que hace mucho frío ¿no? todo parece hielo. Nos llevaron a una parte donde hay un nacimiento de agua, y tratando de no pensar mucho en la lluvia que no paraba, para no frustrarnos nos pusimos a escuchar la explicación sobre la formación del salar. En la temporada de lluvias el agua permea a través de la sal hasta unas capas de sal sedimentada de un océano del periodo jurásico, esa sal se mezcla con el agua de la lluvia y luego brota hacia el exterior por unos agujeros que se ven claramente en el salar. Cuando llega la temporada de sequía, el agua se evapora dejando en la superficie la sal. Por esto cada año el salar va creciendo en extensión y altura.

Nos llevaron a comer a un comedor que es la única construcción ahí pues era un hotel totalmente hecho de bloques de sal. Ahora ya sólo es comedor, ya está prohibido tener restaurantes u hoteles debido a que esto contaminaba el salar. Además del comedor hay un monumento a la carrera de Dakar que alguna vez se hizo en continente americano atravesando el salar pero los coches se dañaron tanto con tanta sal que no se volvió a hacer ahí y solo quedó el monumento como recuerdo del evento y como atracción de los turistas.
Jóvenes, ya no está lloviendo, vamos a que se tomen las fotos con el reflejo del agua. ¡Sí! ¡Qué emoción! No sabríamos cómo describir el lugar, era como nos habíamos imaginado el cielo,  kilómetros y kilómetros de nada más que un espejo gigante, nubes arriba y nubes abajo. Yo me hubiera puesto a correr por todos lados como loca si no hubiera sido porque las botas de agua que me dieron me quedaban gigantes y porque hubiera arruinado el efecto espejo en todas las fotos, las nuestras y las de los demás.

En este lugar el mayor atractivo son las fotos ultra mega increíbles que se sacan con el efecto reflejo y en perspectiva, y aquí los guías de turistas lo hacen muy bien. Nos tomó unas fotos muy cool tanto en grupo como en pareja y al final un video increíble en el que nos formó a los del tour en fila para grabarnos rodeándonos con la camioneta mientras cambiábamos de postura a cada vuelta, el resultado nos encantó. Quedó genial. Todo estuvo verdaderamente espectacular.

La opinión del viajero Alfred sobre Uyuni:

Lo mejor: El Salar que es lo más parecido a las puertas del cielo de las películas de cielo de Hollywood. Es una experiencia inigualable en el resto del mundo. Garantizado.

Lo peor: La poca inversión por parte del gobierno en un lugar tan espectacular para el turismo. No se ven buenas calles e infraestructura local. Parece que todo lo tienen que hacer las agencias de turismo.

La anécdota más chistosa: Mientras los del tour estábamos alimentando vizcachas con una manzana, el japonés traía un plátano que dejó por un momento y para cuando nos dimos cuenta el plátano ya había desaparecido. Una vizcacha gorda es la sospechosa.

La mayor inconformidad: Cuando hicimos el viaje al desierto del Atacama nos tocó ir en la parte de hasta atrás de la camioneta que no está hecha para gente con piernas y estuvimos ahí 4 horas, al día siguiente traía un dolor de espalda horrible.













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