Chapada Diamantina, Brasil: cascadas y naturaleza espectacular

 

No estoy segura de cómo nos enteramos del Parque Nacional Chapada Diamantina en Brasil, no es de los destinos turísticos que más mencionan pero para nosotros ha sido uno de los favoritos. Estuvimos seis días en la región y nos quedamos con ganas de más. ¡Uy! Para poder conocer todas las atracciones de este parque tendrían que estar por lo menos un mes o más, es muy grande. Hicimos base en Lençois que es un colorido y tranquilo pueblo turístico cercano a las atracciones del parque.

El primer día en Chapada Diamantina nos llevaron a hora y media al Pozo Encantado, nos entregaron casco con lámpara y bajamos a la caverna en donde casi ni entraba la luz, unos metros de caminada sobre rocas y llegamos a una enorme caverna de 50 metros de alto a donde una poca luz entraba por una orilla, a penas suficiente para iluminar el espacio interior y reflejar el techo de la caverna sobre el agua color azul profundo hermoso. Antes dejaban que los turistas se metieran al agua, pero es agua estancada y se contaminaba rápidamente, así que ahora sólo es contemplativa.

Otra hora y media de camino para llegar a Pozo Azul en donde para meternos a nadar primero tuvimos que tomar un regaderazo para quitarnos todas esas cosas que nos encanta ponernos para vernos guapos y oler rico. Nos dieron salvavidas, goggles y snorkel, y listo ¡al agua Alfred y Lu! El agua en la caverna era al mismo tiempo azul y súper cristalina, tanto que daba la sensación de estar volando sobre un cañón de piedra caliza. Algo hermoso.

El segundo día de tour hicimos dos horas en coche para empezar la caminata de 6kms hasta una cascada. En particular este día era el que más me emocionaba por la caminata y por el paisaje que íbamos a ver. El primer kilómetro pura subida de piedras piedras y más piedras ¡Si así va a ser todo el camino mejor me regreso! Afortunadamente después el terreno se comportó y nos llevó por un camino tranquilo, casi plano, muy lindo, de vegetación baja, piedra arenisca y uno que otro charco que saltar hasta que atravesamos un río de agua color rojo oscuro que le daba un look siniestro y misterioso. Pocos metros más adelante de atravesar el río llegamos a la tan esperada parada. Desde ahí una vista increíble al valle pero sobre todo vista a la cascada más alta de Brasil en caída libre, 385 mts de caída de agua que se vuelve brisa con el viento y parece humo, por eso se llama Cascada Fumaça que significa "humo". El guía nos llamó Ven, acuéstate boca abajo sobre esa roca y arrástrate hasta llegar a la orilla y que puedas ver hacia abajo. ¡Qué cosa tan espectacular y terrorífica a la vez fue admirar la cascada y el pequeño lago al fondo estando suspendida sobre una roca que sobresalía a 400 mts de altura sin nada más que aire entre mis ojos y el suelo. Pero lo mejor fue el turno de Alfred que le tiene terror a los acantilados y no quería ni acercase al risco aunque estuviera acostado. Le tuvimos que echar muchas porras para que centímetro a centímetro se fuera acercando y que llegara hasta la orilla. ¡Tengo que aplaudir el valor que agarró para lograrlo! Porque, por cierto, yo no le había dicho bien a dónde íbamos y qué íbamos a ver.

El tercer día de tour partimos poco después del amanecer de Lençois hacia la Cascada del Buracão. Fueron 5 horas de camino hasta llegar al inicio de un trekking nada difícil y muy bonito a un lado del Río Buracão, siguiendo a nuestra guía íbamos bajando por el sendero entre montañas donde empezamos a notar que estaban formadas de capas y capas de rocas de arena compactada Mira amor, es como una torre de pancakes, algunos más gruesos que otros ¡qué rico! Finalmente llegamos a la orilla de un río negro rodeado de enormes paredes de torres de pancakes gigantes con plantas en lugar de miel escurriendo desde la cima. Aquí van a dejar sus cosas, se meten al agua y nadan hacia allá hasta llegar a la cascada. Nadar entre esas montañas fue espectacular, hermoso, parecía un escenario construido por Grupo Xcaret. Seguimos nadando en ese maravilloso escenario cuando de pronto se abrió el espacio a nuestro alrededor, volteamos la vista y nos encontramos con una increíblemente bonita cascada, ancha y con abundante agua cayendo sobre las capas de roca. Fascinados por la belleza de la cascada nadamos hacia ésta hasta llegar a un lado, escuchar el estruendo y admirar la fuerza del agua cayendo sin cesar. Yo no pude resistir llegar hasta atrás de la cascada, gritar y reír de la emoción por estar en ese lugar tan espectacular. Lástima que no es posible vivir ahí y que tuvimos que regresar a Lençois, ahora otras 5 horas para llegar. Mucho tiempo pero que valió totalmente la pena.

Al día siguiente se nos unieron un par de brasileños super agradables que habían dejado sus trabajos y estaban empezando un viaje de un año por todo Brasil. Por suerte hablaban un poco de español y nosotros ya medio empezábamos a hablar portugués así que nos entendíamos perfecto en portuñol. La primera parada de ese día fue una cascada ¿Otra cascada? ¿No se habían aburrido ya de tanta cascada? Todavía no, necesitamos al menos 15 cascadas seguidas para empezar a aburrirnos de ellas. Ésta, llamada Mosquito porque ahí se encontraban diamantes muy pequeñitos como mosquitos, era mucho más pequeña que Fumaça y que Buracão pero igualmente era muy bonita, ahí no se formaba un lago, sino una playa de rocas y de arena y el agua a su caída inmediatamente seguía su rumbo por el río, un lugar donde pudimos relajarnos y admirar la belleza del lugar.

Ese mismo día nos llevaron a un lago llamado Pozo del Diabo también con una pequeña cascada, sí, otra cascada donde pudimos nadar super a gusto disfrutando de las refrescantes aguas oscuras que caracterizan a toda la región y sus caídas entre rocas.

Llegó el último día de tours en Chapada Diamantina, junto con los brasileños fuimos al Cerro del Padre Ignacio al que subimos para tener una vista espectacular del valle. Uno de los brasileño tenía miedo a los espacios abiertos y ya subiendo a la cima del cerro estaba aterrado porque era un espacio totalmente plano y abierto y no tenía de algún lugar donde sujetarse, se tuvo que agarrar a su amigo como si fuera un poste para poder llegar a la cima y no morir de pavor en el intento, pero lo logró y él estaba feliz por eso aunque no parara de sufrir y de tratar de sujetarse a lo que fuera, incluso tan simple como a una roca en el suelo. Nunca habíamos visto a alguien con una fobia así, totalmente paralizante.

Después fuimos a una gruta enorme llamada Lapa Doce que hace poco, unos millones de años nada más, fue un río subterráneo. En la visita sólo íbamos los cuatro turistas del grupo y el guía, cada uno con una linternita en la mano para alumbrar nuestro camino y a las interesantes formas de estalactitas y estalagmitas, todo lo demás a nuestro alrededor se iba haciendo cada vez más oscuro a medida de que íbamos avanzando dejando atrás la entrada a la gruta. Siéntense un momento, vamos a apagar todos las linternas y a escuchar solamente los sonidos de la gruta. Nos quedamos en oscuridad absoluta, en silencio total, luego la caída de gotas de agua a lo lejos, algunas pocas gotas más cercanas y de pronto las tripas de Alfred a mi lado queriendo tomar la palabra Disculpen todos, quisiera aprovechar este momento de silencio para preguntar a qué hora vamos a comer. Saliendo de la gruta efectivamente fuimos a comer y después a meternos a nadar a un lago lleno de pequeños pececitos que o confundían los lunares de Alfred con comida o estaban defendiendo su territorio de invasores.

Lo mejor: La cascada del Buracao, es la cascada más increíble que he visto en mi vida. Es curioso que sólo se puede llegar nadando, y que en temporada de lluvias te puede matar. Tiene muchas peculiaridades.

Lo peor: Es el primer lugar que nos toca donde los Airbnbs son privativamente caros, y sólo te queda como opción hospedarte en un hotelito u hostal. Esto es porque es 100% turístico pero afortunadamente encontramos un buen hostal con desayuno.

La anécdota más chistosa: Cuando fuimos a ver la cascada Fumaca tuve que acostarme en el piso para arrastrarme hasta asomarme a ver la cascada, mi mente quería avanzar pero mi cuerpo no se dejaba y todos se pusieron a echarme porras para que finalmente mi cuerpo respondiera y pudiera ver hacia el terrorífico abismo.

La mayor inconformidad: Muchas y todas, definitivamente es un lugar para ir joven. Todo es de aventura, subir y bajar rocas, caminar y caminar kilómetros por senderos complicados, mojarse en agua fría, asomarse a acantilados horribles.










Comentarios