Rio de Janeiro, Brasil: la impresionante antigua capital de Portugal

Para llegar a Rio de Janeiro tomamos un vuelo baratísimo pero pesadísimo saliendo 3:45am de Salvador con una escala llegando 10:00am a Río, por lo tanto dormimos poquitito y mal, y para colmo nos avisaron que la habitación del Aibnb no podían tenerla lista sino hasta las 7:00pm así que estuvimos picándonos los ojos, Alfred a mí y yo a él, muchas horas en una cafetería, luego en un restaurante, luego caminando sin rumbo en un centro comercial, luego entramos al cine a ver Batman, y así. Aunque la verdad gran parte del tiempo lo usamos para planear nuestros días en Rio y para enterarnos de que el Carnaval al que tan ansiosamente queríamos ir se había pospuesto para finales de abril 2022, fecha en la que ya no estaríamos en Brasil. Pero queríamos viajar en pandemia...

Al día siguiente estábamos molidos así que hicimos un paseo revitalizante por el hermosísimo Jardín Botánico de Río construido en 1808 cuando era la capital de Portugal. De todos los recorridos que nos ofrecía la app del Jardín escogimos por supuesto el más completo que nos tomó dos horas y media caminando felizmente entre fuentes, esculturas, bromelias, cáctuces, rosales, palmeras de 50 metros de alto y plantas típicas de la zona que nunca habíamos visto antes. En particular nos llamó la atención un árbol que se llama bala de cañón por la forma y tamaño de su fruto, y también por su peligrosidad si te cae en la cabeza. Este árbol en su tronco se llena de unas bellísimas flores grandes, rosas y muy aromáticas. 

Saliendo del Jardín Botánico, y mientras se ponía el sol entre las montañas, recorrimos caminando parte de la orilla del Lago Rodrigo de Freitas entre corredores, peatones, ciclistas y perros con sus humanos. Siempre es tan agradable caminar a un lado del agua y si es al atardecer todavía más.

Al día siguiente hicimos el tour de lo más famoso de Río. Empezamos visitando la roca gigante llamada Pan de Azúcar en donde para subir tuvimos que tomar dos teleféricos, uno desde nivel del mar a la primera montaña y otro de ese punto al famoso Pan de Azúcar. No me imaginaba que aquí arriba hubiera toda una civilización: restaurantes, cafeterías y hasta una joyería. Lo que me hizo pensar que la gente compra joyas en lugares muy extraños.

Después visitamos la Catedral de Rio, una construcción de los años 70s que por fuera está inspirada en pirámides centroamericanas y por dentro en una cápsula de viajes espaciales donde resaltan los enormes vitrales que van desde el suelo hasta la cima del techo de la Catedral.

Nuestra siguiente parada fue una curiosa y muy colorida escalera en la ciudad que fue adornada con azulejos por el artista chileno Selarón que vivía en una de las casas que daban a las escaleras y que él decía era un tributo a los brasileños. Los azulejos en un principio los obtenía de restos de construcciones y más tarde gente de todo el mundo empezó a donarle azulejos para su obra, el artista ya murió pero esta escalera quedó para ser visitada y fotografiada por los turistas que llegan de todo el mundo.

Fuimos también a visitar el obligado Cristo Redentor que le da la bienvenida a los navegantes a su llegada a Río. La escultura es enorme pero lo más impresionante es que fue construida en un risco de 700 metros de altura y por eso desde ahí se puede ver toda la bonita ciudad de Río, sus playas y buena parte del mar. El sol para ese momento del día nos estaba matando, hacía muchísimo calor y la sed no se iba por más que tomábamos agua. Si yo como turista ya no aguantaba estar ahí arriba no me imagino lo que sufrieron los trabajadores que lo construyeron. Al final pasamos también a ver la entrada del Estadio del Maracaná, y el Sambódromo, donde se hacen los concursos de samba del carnaval que ya no pudimos ver. Para ese momento ya estábamos que nos moríamos del bochorno, un poco más de sol y hacíamos combustión espontánea.

El día siguiente fuimos al Museo Histórico Nacional que nos gustó muchísimo porque navega por toda la historia de Brasil de una manera interesante y dinámica. Saliendo de ahí pasamos por casualidad por una Iglesia muy bonita, con una arquitectura romana que nos encantó, además de que tenía una iluminación cálida que hacía a la Iglesia en la noche todavía más bonita. También visitamos el salón de lectura de una de las bibliotecas más hermosas del mundo llamada Real Gabinete Portugués de Lectura que fue fundada por refugiados portugueses en 1837. Ese salón de lectura nos dejó con la boca abierta, simplemente extraordinario.

Después nos apuramos para llegar a visitar el Teatro Municipal antes de que cerraran, entramos y resultó ser un centro de vacunación Covid así que aprovechamos para preguntar Hola, somos extranjeros, ¿cómo podemos ponernos la tercera dosis? Aquí les podemos poner la vacuna ¿a los dos? Y en menos de 10 minutos ya nos habían vacunado y de paso conocimos la recepción del Teatro. Las cosas que uno tiene que hacer para conocer el Teatro Municipal... Por la tarde visitamos el Centro Cultural Banco de Brasil para ver una exposición muy entretenida del artista contemporáneo Leandro Erlich donde nada era lo que parecía, obras de arte que confunden e interactúan con el espectador para que sólo en ese momento se conviertan en arte.

Al día siguiente, como es típico después de vacunarse, los dos estábamos débiles y atarantados, así que ese día sólo fuimos al Museo de la República, una mansión que fue construida por el dueño de unas plantaciones de café y caña, y que posteriormente fue la sede del gobierno de Brasil cuando Rio de Janeiro era su capital. Unas habitaciones impactantes con decoraciones en techos y paredes.

Después de ese día ya bien descansados y recuperados fuimos al Museo de Arte y al Museo del Mañana, una obra vanguardista y ecológica del arquitecto Calatrava, todo su diseño fue pensado para aprovechar la luz solar y el agua de la bahía, y el tema del museo nos pareció extraordinario, básicamente explica cómo ha funcionado nuestro planeta hasta el día de hoy y qué podría pasar en los próximos 50 años de acuerdo con el estilo de vida que tiene la humanidad. Qué museo tan interesante, impresionante y a la vez preocupante porque cada vez consumimos más recursos, cada vez tenemos menos, y no parece que nos importe.

Y antes de irnos de Rio por supuesto que teníamos que conocer la famosísima playa de Copacabana que recibe ese nombre por el Copacabana boliviano, ya que los esclavos que iban a Bolivia llegaban a esta playa así que por extensión se le quedó el mismo nombre.

La opinión del viajero Alfred sobre Rio de Janeiro:

Lo mejor: Los parques que tienen para correr junto al mar son lo máximo, y el jardín botánico con todas las plantas que tienen de Brasil y las palmeras súper altas que tiene te dejan con la boca abierta.

Lo peor: Como en todas las grandes ciudades de Brasil, hay algunos sitios que están llenos de vagabundos.

La anécdota más chistosa: Queríamos conocer el Teatro Municipal y acabamos saliendo con la tercera dosis de vacuna Covid.

La mayor inconformidad: Estábamos súper emocionados porque ya nos habían confirmado que se iba a llevar a cabo el Carnaval en Rio, y 4 días antes checamos nuestra reservación de boletos y que resulta que se canceló. De todos modos fuimos a ver el Sambódromo vacío para imaginarnos viendo el carnaval. Qué triste. 

















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