Salvador de Bahía, Brasil: cuna del carnaval brasileño

Salvador, Bahía es famoso y no es de gratis. La verdad tiene de todo: historia, museos, comida, bebidas, playa, música, carnaval, buen ambiente, ¿qué más puede pedir uno? Solamente nos faltaron tacos y tequila para sentirnos en casa. El famoso Salvador nos recibió con un solazo brutal, muchísimo calor y muchísima humedad. Llegando fuimos a caminar por la zona de Barra, entramos al Fuerte de San Antonio de Barra que ahora es el Museo Náutico que nos gustó mucho donde tienen objetos de navíos antiguos, y cosas curiosas que no habíamos visto antes como instrucciones completas para localizar la estrella polar y saber dónde se encuentra uno, e instrumentos para predecir la marea.

Hicimos un city tour caminando y afortunadamente, como ya hay extranjeros en Salvador, sobre todo argentinos, el tour fue en español y duró poco más de 3 horas. Nos contaron que Salvador fue la primera capital de Brasil, ahí fue donde empezó todo donde antes de la llegada de los portugueses habitaban tribus tupis de los que quedaron muy pocos ya que murieron ya sea por enfermedades o porque los mataron, historias atroces de la colonia que hemos oído muchas veces pero que nunca nos dejan de sorprender y entristecer.


Conocimos la Catedral que era una capilla de escuela de los jesuitas ¡Pero qué capilla! ¿Era una competencia o qué? Hoja de oro por aquí, hoja de oro por allá, muchos querubines y voilá, una obra de arte para dejar bocas abiertas.

También visitamos el Museo del Carnaval de Bahía donde nos dimos cuenta de que no sabíamos nada de la cultura tan rica y única que tiene Brasil, en donde mucha de su identidad es africana y por eso está llena de colores, ritmos, sabores y demás que la hace única. Aprendimos el origen y lo que hoy significa para la población de Brasil y en particular de Salvador, porque por medio del carnaval también enseñan a los niños la historia africana que no se enseña en las escuelas.

El centro nos pareció un lugar súper lindo, lleno de vida, repleta de gente alegre y amable, incluso los vendedores de la calles nos ofrecían sus productos con una sonrisa y con la misma sonrisa se iban si les decíamos que no, que era casi siempre. Pasamos por una plaza donde varias personas estaban haciendo Capoeira, el arte marcial brasileño, se me ocurrió decirle al guía que yo había hecho Capoeira en México e inmediatamente me llevó con los capoeiristas ¡Aquí tenemos una capoeirista mexicana! Y que me pusieron a hacer el oso demostrando que ya se me había olvidado todo lo aprendido hace más de 10 años.

Al día siguiente hicimos un tour a dos islas, hora y media de ida en barco desde Salvador a la primera isla, Ilha dos Frades. Ya estábamos mentalizados para entretenernos viendo el paisaje del mar entre las otras 80 personas que iban en el barco cuando empezó el concierto en vivo a cargo de un grupo de samberos que pusieron a la gente a bailar y cantar puros éxitos que Alfred y yo no nos sabíamos pero que igual nuestras piernitas bailaron los ritmos pegajosos con gusto. Llegamos a la primera isla que tenía una bahía pequeñita haciendo una gran alberca de agua templada, una ratito de relajación, un chapuzón y vámonos a la siguiente isla. 


Oh decepción, la siguiente isla aunque tenía una playa muy bonita, igual tranquilísima de agua calientita, toda la playa estaba ocupada por un restaurante enorme y carísimo en el que no nos quedó mas opción que comer porque no había ni vendedores pequeños de comida ni ninguna otra opción y todavía no hemos aprendido a prescindir de alimentarnos. No nos había pasado antes que no hubiera ninguna otra opción pero bueno, otro aprendizaje del viaje es preguntar todos los detalles sobre los tours que contratamos. Así que comimos, pagamos con ojos llorosos, nos metimos un ratito al mar y nos subimos de nuevo al barco para ir de regreso a Salvador con el mismo grupo sambero y un ambiente increíble. 


La opinión del viajero Alfred sobre Salvador:

Lo mejor: El centro histórico y el museo de Carnaval porque es muy interesante ver dónde nació el famoso carnaval de Brasil y entender la importancia que tiene para todo el país.

Lo peor: Hay playas que están prácticamente privatizadas, no puedes llegar más que en tour y tienes que comer en restaurantes que te salen en un ojo de la cara.

La anécdota más chistosa: De regreso del tour de las islas se unió al grupo sambero un bailarín muy chistoso de carnaval comiquísimo que no paró de bailar las 2 horas que tomó el viaje de regreso a tierra firme. Bailaba extremadamente chistoso.

La mayor inconformidad: En la terminal de autobuses los taxistas nos querían cobrar como 200 pesos por un viaje a nuestro hospedaje. Afortunadamente nos dimos cuenta pudimos atravesarnos a un centro comercial y pedir un Uber por 70 pesos.









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