Sao Paulo, Brasil: la ciudad más cosmopolita del país

 

Llegamos a Sao Paulo medio muertos por el viaje nocturno en autobús desde Paraty, pero eso no nos impidió pasear por la Avenida Paulista que es algo así como el Reforma de Sao Paulo donde nos encontramos en el camino con tiendas, edificios corporativos, bancos y muchos museos. Nuestra curiosidad nos llevó a entrar a tres museos que eran gratuitos, dos brasileños y uno japonés, pero todos con arte contemporáneo. Ahí nos dimos cuenta de que a los Paulistas, oriundos de Sao Paulo, les encanta el arte moderno y contemporáneo.


Al día siguiente Lynden y Kurt, amigos brasileños de mi mamá, nos hicieron todo un recorrido en coche por los puntos más importantes y que más nos interesaba ver de la ciudad, lo cual nos sirvió muchísimo para ubicarnos y hacer un buen plan para visitar a pie museos y demás. Con ellos visitamos el Callejón de Batman, llamado así porque la primera pintura urbana famosa de ahí fue precisamente un Batman, ahora tiene un montón de arte urbano pintado sobre ambas paredes del callejón y toda la zona está llena de vida, venta de artesanías, muchos restaurantes y bares. 

Nos llevaron después a comer a una churrasquería extraordinariamente buena, lo que en México le llamamos espadas brasileñas y que es lo único que conocemos de la comida de Brasil, lo cual sí es muy bueno pero hay mucha más comida también muy buena que desconocemos por completo. ¡Qué chafa que en México no conozcamos más comida de Brasil! Alguien debería de llevar otros platillos deliciosos brasileños que sí pegarían en México.

Al día siguiente nuevamente Lynden y Kurt nos siguieron consintiendo, esta vez nos llevaron a un pueblo a las afueras de Sao Paulo llamado Embu das Artes en donde cada fin de semana se pone en las calles un mercado de todo tipo de artesanías, para nosotros fue impresionante ver puesto tras puesto con artesanías diferentes, nada se repetía. Ahí visitamos el Museo de Arte Sacro de los Jesuitas que antiguamente fue una iglesia y residencia construida en 1740. También nos invitaron a comer en un restaurante de comida típica del estado Minas Gerais que no habíamos probado antes, muy rico.

Los siguientes días nos fuimos a recorrer la ciudad por nuestra cuenta. Nos sorprendió mucho lo moderno y eficiente que es el metro, de primer mundo, aunque también es bastante caro para una ciudad latinoamericana, 18 pesos mexicanos el boleto que puedes usar una sola vez, acostumbrados a nuestros 5 pesitos se nos hizo carísimo pero al menos en todas las estaciones tenían baño con papel y jabón, eso que sólo esperas en primer mundo. Después de apreciar el metro visitamos la impresionantemente bonita Iglesia de San Bento, la enorme Catedral de estilo gótico, caminamos por el centro que es peatonal y que está lleno de edificios de oficinas art decó muy imponentes, comimos en el Mercado Municipal ¡Oh! ¡Qué nice mercado! Creo que nunca había visitado un mercado tan nice, ya ni el Mercado de San Juan que se nos quedó corto. De ahí caminamos hasta nuestro hospedaje porque no estaba tan lejos y porque nos dio codera pagar metro de regreso.

Al día siguiente visitamos el Museo de Arte de Sao Paulo que era gratuito ese día y en donde la exposición permanente de pinturas de todo tipo nos pareció súper interesante. Todas las pinturas estaban exhibidas en un solo gran espacio, montadas en acrílico, una tras otra, como si fuera un gran bosque de pinturas en donde el recorrido empieza por las obras más nuevas y termina con las antiguas. Autores actuales desconocidos al menos para nosotros exhibidos en el mismo lugar y con la misma importancia que grandes pintores como Velazquez, Van Gogh o Rembrandt, un concepto muy llamativo.

Por último ese día conocimos la antigua estación de trenes de la Luz estilo inglés y el Museo de la Lengua Portuguesa que nos encantó porque estaba muy bien puesto, explicando la historia de los idiomas, la importancia en las relaciones y la dificultad que implica un idioma distinto para las migraciones, en esta última parte nos sentimos identificados porque desde nuestra llegada a Brasil habíamos estado aprendiendo el portugués por lo que esta exposición fue especialmente atractiva para nosotros.

En nuestro último día fuimos al Parque Ibirapuera, un parque enorme con árboles espectaculares, lagos, cisnes y varios museos. El Museo Afro Brasil fue el que visitamos donde se deja en evidencia la gran influencia africana que tiene toda la cultura brasileña y que, según leímos, muchas veces el propio país no lo acepta, al menos no oficialmente lo que nos pareció algo rarísimo ya que para nosotros como turistas es más que evidente la influencia africana en todo: la ropa, la música, la comida, etc.

También visitamos el Monumento de las Banderas que representa a las diferentes etnias y el esfuerzo para adentrarse en territorio brasileño, y la maravillosa Parroquia de Nuestra Señora de Brasil construida en 1940 con una arquitectura y decoración muy bonitas mezcla de estilos queriendo decir esta Iglesia no es portuguesa, no es española, no es inglesa, no es morisca, no es romana, es brasileña.
La opinión del viajero Alfred sobre Sao Paulo:

La mejor: El metro me dejó muy impresionado, es probablemente el mejor metro de América, rápido, eficiente, limpio, moderno, El único problema es que es extremamente caro.

Lo peor: Hay partes del centro histórico abandonadas, tienen personas en situación de calle y con problemas de drogadicción que se ven abandonadas y por las que no se puede caminar.

La anécdota más chistosa: En la Iglesia de nuestra Señora de Brasil, que está espectacular, tiene azulejos portugueses por todos lados, hasta en los baños. En el de hombres hay una Jesús indicando el mingitorio y en el de mujeres la Virgen María dando la bienvenida. Creo que exageraron.

La mayor inconformidad: Fue muy complejo organizar nuestras visitas a museos porque tienen horarios diferentes, cierran en días diferentes y tienen promociones en días diferentes, por suerte pudimos aprovechar los días gratuitos de algunos de ellos pero no de todos.






Comentarios