Buenos Aires, Argentina: La París de América

 

Llegó el día de dejar Colonia del Sacramento, Uruguay para embarcarnos en el ferry hacia Buenos Aires, Argentina. Apartamos 8 días de nuestro viaje para conocer Buenos Aires pero hicimos tantas cosas que parecerá que estuvimos un mes, y eso que no vimos todo. El proceso en migración fue extremadamente fácil, a mí no me preguntaron ni a qué iba, sólo me sellaron el pasaporte y listo ¡Bienvenida a Argentina!  Todo iba bien hasta que a la entrada me cacharon las toneladas de fruta y verdura que llevaba conmigo, fue la primera vez en 6 meses de viaje que nos quitaron algo de comida en aduana y confieso que yo suelo llevar mi frutita para comérmela en el camino. Bueno, ni modo, volveremos a comprar las mandarinas y zanahorias perdidas. Nos instalamos en el hospedaje en un edificio histórico justo vecino del Palacio Barolo que es casi gemelo del Palacio Salvo en el que nos hospedamos en Montevideo, solamente que tengo que decir que éste de Buenos Aires estaba mucho mejor conservado, realmente impecable. Una vez instalados fuimos a un frío walking tour por el centro histórico, porque el clima nos obligó a ponernos chamarras, empezando en el Congreso y terminando en la Casa Rosada, sede del ejecutivo. El tour lo dio una historiadora que nos explicó súper bien todo el contexto y histórico y político además de datos de la arquitectura de los diferentes edificios históricos que nos parecieron realmente interesantes para empezar a entender dónde estábamos ahora.

Al día siguiente, 1 de mayo, salimos a correr por la ciudad y porque era el Día del Trabajo nos tocó correr atravesando manifestantes que habían salido a celebrar y a protestar a la vez. Creo que es la primera vez que corremos entre manifestantes, espero que todos sean amigables. Y sí, todos fueron amigables, todas eran protestas pacíficas. Más tarde recorrimos un mercadito callejero larguísimo entre gente paseando, cantando, bailando, ofreciendo todo tipo de productos. Acabamos nuestro recorrido en el Parque Lezama, el lugar preciso donde se fundó Buenos Aires. De regreso caminamos por otra calle para admirar la Facultad de Ingeniería y la Antigua Aduana, ésta última no la teníamos prevista, pero íbamos caminando y de pronto un edificio enorme y majestuoso nos hizo pararnos para sacarle una foto, increíble que así sea Buenos Aires. Palacio tras palacio, no hay mejor forma que conocer la ciudad que caminando.

En nuestro tercer día llegamos al edificio del Congreso a la primera visita guiada del día. ¡Bien equipo nerd! Nos mostraron las instalaciones, Senadores, Diputados, una cúpula impresionantes y el candelabro más bonito que hayamos visto de cinco metros de alto por tres metros de ancho y solamente 2 toneladas de peso. Este candelabro lo mandó a hacer un presidente de Argentina para que representara al país, su historia, sus provincias, su economía, etc y que fuera el atractivo principal de las visitas turísticas por el Congreso. ¡Qué candelabro tan increíble, sólo por esto vale la pena la visita! Se nos caía la baba de estarlo admirando, lástima que en foto no se pueden ver todos los detalles.


Después fuimos a una visita guiada al Edificio de Aguas y Saneamiento, por fuera un gran palacio imposible no verlo si se camina cerca de él, un majestuosidad impresionante. Entramos y ¡Oh sorpresa! ¿Qué pasó aquí? ¿Y el palacio dónde quedó? Al interior no tenía más que tuberías de metal y tanques de agua. El edificio realmente eran tanques de agua ocultos por un hermoso cascarón para no desentonar con el resto de los palacios de la zona.

Para no dejarnos de sorprender con lo bello de Buenos Aires fuimos a conocer una librería que era un teatro construido en 1908 y que fue comprado y acondicionado como una magnífica librería, fácilmente la más bonita del mundo, no lo dudaríamos ni un segundo. Si yo tuviera una librería así en mi ciudad a todos mis conocidos les estaría regalando libros a cada rato, cualquier pretexto sería bueno para visitarla.

Al día siguiente fuimos a otra zona de la ciudad, La Recoleta y Palermo, probablemente las zonas más bonitas de la ciudad y eso es mucho decir porque hay fuerte competencia. Nos fuimos en metro que es bien barato, como en México, y lo primero que vimos al salir fue la imponente Facultad de Derecho de estilo neoclásico donde sí dan ganas de estudiar, después nos dedicamos a caminar entre parques admirando las extensiones de pasto verde con cientos y miles de árboles, monumentos a héroes nacionales, la escultura de una flor enorme, pistas para correr y para bicicletas. Es decir, el paraíso de todo amante de los parques y de los deportes al aire libre, y también de los museos. ¡Aquí sí me gustaría vivir! Alfred ya quería ponerse a ver departamentos para mudarse de manera indefinida.

Visitamos el Jardín Japonés, que a diferencia de otros jardines japoneses que hemos visitado éste era muy grande, todo un parque japonés con todos los detalles bien cuidados como el típico puente semicircular rojo sobre el lago con peces koi y un museo de origami.

Después visitamos un enorme jardín estilo italiano con una cantidad impresionante de rosas de todos colores, olores y sabores. Yo no podía dejar de repetir qué bonito con cada grupo de rosas que se me aparecían en frente. ¡Qué bonitas rosas rojas! ¡Qué bonitas rosas amarillas! ¡Qué bonitas rosas rosas! Parecía que me había trabado, simplemente no podía parar de repetir que todo estaba ultra bonito.

Por último en ese día visitamos el Museo Nacional de Bellas Artes donde nos dieron una visita guiada muy interesante sobre arte abstracto y más concretamente arte abstracto argentino que nos ayudó a entender mucho mejor el arte abstracto, moderno y contemporáneo en general que normalmente ignoramos un poco por no entenderlo. También visitamos lo demás del museo en donde encontramos obras tras obras magníficas de artistas argentinos, uruguayos, mexicanos y europeos por supuesto.

El cuarto día visitamos el Museo Histórico Nacional donde, además de historia, había una exposición buenísima dedicada al rock argentino. Resulta que en su momento la dictadura prohibió la música en inglés lo que incentivó el consumo de la música nacional en español y por lo tanto ayudó a que creciera la industria nacional que al terminar la dictadura fue un medio de protesta muy importante, siguió evolucionando y llegó a convertirse en el monstruo con artistas como Charly García, Babasónicos, Fabulosos Cadillacs y por supuesto Soda Stereo. Creo que de todos los países latinoamericanos en donde habíamos estado la música que más conocemos es precisamente esta música argentina.

Saliendo del museo fuimos a una zona de la ciudad llamada La Boca donde se atribuye uno de los inicios del tango, aunque en realidad se sabe que fue surgiendo en Uruguay y Argentina por la influencia de ritmos africanos combinados con música de los inmigrantes europeos y árabes. Ahí en La Boca matamos ocho pájaros de un tiro: comimos en un restaurante de comida regional donde probamos comida y bebida típica de Argentina, vimos show de tango, aprendimos sobre los orígenes del tango y paseamos por uno de los lugares históricos más emblemáticos del país, una visita turística súper completa.

Más tarde fuimos a conocer La Bombonera, el famoso estadio de futbol del Boca Juniors que si no estuviera pintado de manera muy llamativa de azul y amarillo yo hubiera jurado que era una instalación industrial.

En la tarde fuimos con Sonia, una amiga argentina, y su mamá a tomar la típica merienda de las cinco de la tarde en un café tradicional de la ciudad donde tomamos nuestro café con leche acompañado de bocadillos salados y dulces. Fue muy interesante platicar con ellas de Argentina, su política, su economía, Evita Perón, los Kirchner, la dictadura y conocer de primera mano las opiniones de argentinos que han vivido la historia de ese particular país, pero lo más interesante fue ver que esa merienda normalmente la piden dos personas y se la acaban, cuando nosotros siendo cuatro todavía dejamos para llevar. 

El quinto día fuimos a correr a una reserva ecológica que había estado cerrada el 1 de mayo y no habíamos podido entrar. Esto no se va a quedar así, vamos a regresar ahora que esté abierta. Como buena reserva ecológica no había casi nada hecho por el hombre, solamente los caminos por dónde corrimos y una zona con mesitas y banquitas a un lado del río, todo lo demás era sólo naturaleza  y al correr sólo escuchábamos los cantos de las aves, nuestras pisadas y el viento rozando nuestros oídos. Tan relajante y estimulante a la vez.

Después de correr y comer el merecido desayuno fuimos a un museo donde se exhibía la colección de arte de quien fuera la dueña de la cementera más importante del país, Amalia Lacroze, y que tenía obras muy interesantes sobre todo de artistas argentinos. Después visitamos una fragata de 1889 hecha museo, la monumental Catedral donde están los restos de José de San Martín, el héroe independentista de Perú, Chile y Argentina quien era argentino y por eso sus restos yacen en Buenos Aires, no vayan a creer que no está enterrado donde debe.

Por la noche fuimos a ver la ópera El Cónsul a uno de los teatros más bonitos que hemos conocido, el Teatro Colón. Nos salía más barato comprar boletos para la ópera que entradas para la visita guiada por el teatro, aunque como nuestros boletos fueron los más baratos estábamos hasta arriba y para ver el escenario nos teníamos que asomar por el barandal, un poco incómodo pero bueno, estábamos empeñados en no dejar que la incomodidad arruinara la experiencia. Saliendo de la ópera fuimos a cenar con Guille, un amigo español que andaba viajando también por Sudamérica y con el que coincidimos en Buenos Aires. Fue muy divertido intercambiar experiencias y opiniones sobre los lugares que habíamos visitado los tres, de viajeros a viajeros.

Llegó el sexto día y para nuestra sorpresa todavía teníamos muchas cosas que ver y que hacer en Buenos Aires, de verdad que la ciudad no se acababa nunca. Íbamos a ir al Cementerio de la Recoleta pero nos dio codera pagar la entrada y mejor nos fuimos al Museo Nacional de Arte Decorativo que era gratuito y bellísimo, un pequeño castillo de una de las familias ricas de la época. Nos vimos para comer ese día con Guille y Daniela, una amiga suya argentina que era de otra región y también estaba turisteando por Buenos Aires. Fuimos los cuatro al Jardín Botánico y al Museo Evita Perón quien fue realmente muy importante para el país y es considerada heroína nacional, aunque también algunos no la consideren así por ideologías políticas, lo que sí es verdad es que en su momento fue muy querida e impulsó derechos como el voto de la mujer.

Y como estábamos dispuestos a exprimir el tiempo en Buenos Aires lo más posible en la noche fuimos a un concierto gratuito de la Orquesta Sinfónica Nacional. Amor, por más cansados que estemos no podemos dejar de aprovechar esto, es la Orquesta Sinfónica Nacional y ¡es gratis! El Centro Cultural Kirchner, uno los edificios más impresionantes que hemos visto, en donde construyeron salas de concierto y de exposiciones dentro del antiguo y masivo edificio de correos y telégrafos, ahí fue el concierto. Los arquitectos hicieron un trabajo brutal mezclando lo antiguo con lo mega moderno, es algo realmente digno de ver y de admirar. 

El último día en Buenos Aires lo dedicamos a visitar La Plata, una ciudad muy cercana que estuvo a punto de ser la capital de Argentina. Íbamos felices en el tren que va desde Buenos Aires con buen tiempo para hacer todo lo planeado y hasta llegar allá a correr un poco. De pronto el tren se paró en una estación y se quedó ahí, nosotros esperábamos que avanzara pronto pero pasaban los minutos y no avanzaba. Se cayó un árbol y cortó cables de luz, lo están arreglando, en 15 minutos vamos a avanzar. Bueno, estuvimos esperando, los quince minutos se convirtieron en una hora y por fin el tren avanzó. Llegamos con una hora de retraso así que tuvimos que apurarnos un poco más para hacer lo planeado, corrimos para llegar al Museo de la Plata con exhibiciones de historia natural y de antropología, nos dieron una extraordinaria visita guiada de una hora y media, a un montón de familias con niños y a nuestros niños interiores que estábamos felices viendo esqueletos de todo tipo de criaturas del paleozoico, mesozoico y cenozoico que habían vivido en Sudamérica. No dejábamos de repetir ¡Wow! ¡Wow! ¡Wow! ¡Qué interesante está esto!

Saliendo del museo corrimos a comer y a visitar la Catedral. De la poquísimas Catedrales góticas en el mundo con fachada de ladrillo y no de piedra, ¿por qué? porque tardaron en construirla 100 años y al final decidieron ahorrarse un dinerito sin ponerle el recubrimiento de piedra y además así se veía bien. No sólo se ve bien, se veía espectacularmente bien. Una Catedral gigantesca, una de las cinco más altas de América y no lo dudo ni tantito. Entramos al  museo de la Catedral en donde vimos las tumbas del fundador de La Plata, el proceso de construcción de la Catedral, moldes y réplicas de adornos en la fachada mantos peruanos de la Virgen que cambian cada año, y también al mirador que instalaron en una de las torres a donde subimos cómodamente por elevador a ver los bellísimos colores del atardecer al fondo de las magníficas torres de la Catedral. ¡Qué espectáculo!

Finamente corrimos a la estación de tren, llegamos al departamento, tomamos un baño y  para despedirnos nos fuimos a cenar empanadas con Guille y Daniela, y a comer de postre un helado buenísimo en una de las mejores heladerías del mundo que a media noche sigue abierta con una fila de gente interminable. Nunca había comido un helado a media noche ¿Por qué a qué hora lo comes? Pues en el día y cuando hace calor ¿no? Definitivamente que esto de viajar te amplía la mente.

La opinión del viajero Alfred sobre Buenos Aires:

Lo mejor: Los edificios del siglo XIX y el trazado de la ciudad porque es muy fácil de caminarla y hacia donde voltees hay alguna arquitectura muy bonita de observar hasta que te cansas. Es muy bonito ver cómo han conservado tan bien tantos edificios durante tantos años. No es una exageración eso de la París de América.

Lo peor: La gente no recoge las popós de sus perros y hay que estarlas saltando y esquivando a cada rato. Afortunadamente las aceras son muy anchas pero no te puedes distraer nada de nada.

La anécdota más chistosa: Cuando fuimos a La Plata queríamos ir a correr pero el tren se descompuso y se comió todo nuestro tiempo para correr, así que decidimos correr para cada lugar. De la estación del tren al museo, del museo a la Catedral, de la Catedral a la estación de tren. Al final hicimos 8 kms corriendo en varias partes y como medio de transporte. Estuvo muy divertido.
También nos pasó que en un restaurante nos quitaron el cobro del cubierto sólo por preguntar si lo cobraban y que cuando le dijimos al mesero "nos cobra con el 10% por favor?" lo que hizo fue cambiarnos la cuenta para incluir 10% de descuento.

La mayor inconformidad: Todos los museos tienen diferentes horarios. Aunque estén en el mismo barrio unos museos abren un día y otros abre otro día y hay que estar regresando a ciertos barrios para poder ver todos los museos que quieres.










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