Montevideo y Colonia, Uruguay: el pequeño gran país de Sudamérica

Después de más de dos meses dejamos Brasil para seguir nuestro viaje por Sudamérica. Desde Porto Alegre tomamos un autobús que nos atravesó la frontera hasta llegar a Montevideo, 15 horas de camino contando las eternas 2 horas que estuvimos detenidos en la aduana esperando a que en el cualquier momento nos llamaran para explicar por qué traíamos polvito blanco escondido en la maleta Señor, le juro que ese polvo blanco es sal y que somos un par de mexicanos decentes que sólo queremos conocer su país. Al final sólo nos llamaron para regresarnos nuestros pasaportes, no hubo ningún problema. Finalmente llegamos a nuestro lugar de hospedaje en el centro de la ciudad de Montevideo, una casona antigua espectacular que los dueños remodelaron para hacer varios mini departamentos y habitaciones para rentar. Daba gusto entrar y salir todos los días de esa casona tan pero tan bonita.

Nuestro recorrido para conocer Montevideo empezó en el centro histórico. Visitamos la Catedral de Montevideo, el Teatro Solís donde vimos una excelente obra de teatro llamada Ensayo Sobre La Mujer Desnuda. También visitamos casonas que eran verdaderos palacios donde vivía la más alta sociedad uruguaya a finales del siglo XIX y principios del XX cuando Montevideo tuvo un desarrollo y esplendor impresionantes. Las casonas que visitamos eran ahora museos históricos exhibiendo mobiliario de la época, accesorios, vestimenta, documentos y objetos de valor histórico como un juego de pistolas de duelo que sí fueron usadas legalmente. ¡No podíamos creer que había una ley sobre los duelos y que fue abolida a penas en los 90s!

Al día siguiente nos fuimos a visitar Museo Juan Manuel Blanes considerado uno de los pintores más importantes de Uruguay, la mayoría de sus obras eran sobre eventos históricos del país que son muchos y muy importantes porque el territorio de lo que ahora es Uruguay se lo estuvieron peleando España y Portugal durante 100 años pudiendo quedar como parte de Argentina o de Brasil hasta que finalmente ganó España y después se independizó. En las pinturas de Blanes nos impresionó el manejo de las luces y sombras en sus pinturas, especialmente nos gustó mucho una pintura enorme en la que nos sentíamos tan parte de la escena  que parecía que íbamos a ser atropellados por los caballos. 

Saliendo recorrimos el bonito Jardín Botánico donde vimos ejemplares raros de coníferas originarias de Estados Unidos con raíces rarísimas que parecían pequeños troncos, nunca habíamos visto unas raíces tan peculiares. De ahí seguimos a un enorme parque con un rosedal, espacios enormes para pasear, jugar, lo que fuera. Al final decidimos regresar caminando. Son sólo 5 kms, en una hora caminando estaremos llegando. Lo que no sabíamos es que en la ruta que estábamos tomando a pie no había nada más que bodegas e instalaciones industriales y siendo sábado en la tarde estaba todo muerto No hay nadie, se me hace que algo pasó y que somos los últimos humanos en el mundo. Pero no, afortunadamente en contra de todo pronóstico eventualmente llegamos a zonas pobladas.

Al día siguiente salimos a correr por La Rambla de Montevideo, a lo que nosotros le llamaríamos "malecón", que es larguísima y perfecta para corredores y ciclistas. Teníamos la intención de hacer 12 kms hasta llegar hasta el Castillo Pittamiglio. Como que ya llevamos un rato corriendo ¿nos habremos pasado ya el castillo? Yo no lo he visto. A ver ¡Ah! Ya nos pasamos, era el lugar que parecía restaurante temático. Ahora hay que correr de regreso. Así, resignados acabamos corriendo 14 kms y caminando otros 2 kms más por nuestra torpeza hasta llegar al Castillo que queríamos visitar.

El Castillo Pittamiglio fue una gran sorpresa, no era lo que esperábamos sino algo raro y único. Pittamiglio fue un ingeniero, masón, alquimista, excéntrico que estuvo construyendo este castillo durante 50 años y nunca fue terminado, a su muerte lo donó a una congregación de monjas para que estuvieran llevándole flores a su tumba y que después pasara a manos del municipio hasta que él reencarnara, eso decía su testamento, pero al parecer todavía no ha reencarnado. Pittamiglio se dedicó a llenar su castillo de simbología en busca de la perfección y la infinidad. Como buen alquimista siempre estuvo en busca de la fórmula del oro y de la fuente de la vida eterna. Nos contaron que se cree que durante la segunda guerra mundial el papa que era su amigo le mandó a resguardar el Santo Grial, por supuesto que es una leyenda no comprobable pero es emocionante darle el beneficio de la duda.

Ese día por la tarde nos mudamos a unas cuadras de distancia porque donde estábamos ya no tenían más días disponibles. Acabamos de pasar los días en Montevideo hospedados  en el edificio histórico más emblemático de Uruguay, el magnífico Palacio Salvo, una hermosura por fuera, un laberinto por dentro que nunca entendimos bien y del que nunca logramos salir a la Planta Baja por escaleras, siempre tuvimos que regresar al elevador ¿será que el arquitecto se inspiró en el Infierno de Dante para diseñarlo? En 1928 fue inaugurado como un hotel de lujo, ahora, casi 100 años después, conformado por departamentos y oficinas que ha costado mucho trabajo mantener en buenas condiciones y que para turistas como nosotros es toda experiencia hospedarse ahí. ¿Te imaginas una película de terror filmada en este edificio? ¡Estaría increíble! Pasillos larguísimos y oscuros que no se conectan entre sí, puertas y puertas habitaciones sin fin, cubos de elevadores secretos, escaleras que terminan sin llegar a la calle. No recomendamos hospedarse en ese edificio a gente muy miedosa.

Ese día fuimos al Palacio Legislativo a que nos dieran la visita guiada, y sí, desde que llegamos nos dimos cuenta de que no puede llamarse más que palacio, una mega construcción neoclásica con un diseño evidentemente italiano, salón tras salón quedábamos sorprendidos con la magnitud y belleza de esa construcción. La visita fue sumamente interesante para este par de ñoños porque además de visitar el magnífico edificio, también nos explicaron el sistema de gobierno que es curiosamente muy parecido al de México. Saliendo quisimos visitar un mirador pero resultó que seguía cerrado por Covid, pobrecito, ojalá que se recupere pronto.

Al día siguiente fuimos a visitar la Fortaleza que fue el punto donde los españoles fundaron Montevideo como un bastión contra los portugueses que se estaban poniendo listos y buscaban quedarse con lo que hoy es Uruguay. También visitamos el mirador del municipio donde disfrutamos de un hermoso atardecer, perfecto para romancear.

Visitamos también el Museo del Azulejo por curiosidad y para aprender un poco de las técnicas de elaboración tradicionales. Nos dio gusto ver una pequeña sección con una colección de azulejos de México, de famosa Talavera. Y el último día antes de irnos a Colonia del Sacramento pasamos a visitar el Cementerio adornado con verdaderas obras de arte, tumbas con esculturas del siglo XIX que más parecían un museo de arte que un cementerio. Hermosas.

Nuestro viaje a Colonia de Sacramento fue corto, de tres horas en autobús, ya acostumbrados a las distancias de Brasil, eso fue como un estornudo. Todos nos hablaron muy bien de Colonia, nos contaron que a la gente le encanta ir de vacaciones y que muchos argentinos tienen ahí una propiedad. Ahí tuvimos sólo un día para conocer todo, que tampoco había tanto que conocer pero hicimos el esfuerzo para que en un día nos diera tiempo de todo, o casi todo. Nos pusimos las pilas y visitamos el Museo Portugués, el Museo Español, el Museo de Colonia,  el Museo Municipal, el Faro, la Calle de los Suspiros, la Plaza de Armas, la Basílica y la Plaza Mayor. Todo eso en unas horas, ¿qué tal? En Colonia eso sí fue posible porque cada museo era pequeño pero muy bien puesto.

Además nos dio tiempo de comer y de estar listos para la entrevista que Floppy Radio, programa de tecnología de Fer mi hermano nos hizo a Alfred y a mí sobre el viaje que estamos haciendo. Aquí les dejamos el link de la entrevista.

La opinión del viajero Alfred sobre Uruguay:

Lo mejor: El Congreso. El edifico por sí mismo es una obra gigantesca de arte al nivel de los edificios europeos más impresionantes. Se te cae la quijada al entrar al salón de los pasos perdidos. Vale la pena ir a Montevideo sólo por eso.

Lo peor: Tienen muchísimos edificios y lugares muy hermosos pero con falta de mantenimiento.

La anécdota más chistosa: Los uruguayos están obsesionados con llevar el mate y termo de agua caliente. En Colonia vimos a una señora que se cayó, su bolsa también se cayó pero el mate y el termo que traía nunca los soltó, parece que dan la vida por eso. 

La mayor inconformidad: La regadera de nuestro Airbnb en Palacio Salvo era muy contrastante porque estábamos alojados en un monumento nacional pero la regadera del cuarto era tan pequeña que yo no cabía de frente. Tenía que bañarme un día todo el lado derecho y al otro día todo el lado izquierdo.













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