Londres, Inglaterra: la ciudad donde todo pasa

Nos despedimos de Sudamérica con el dolor de nuestro corazón y de nuestro bolsillo porque el siguiente destino prometía ser uno de los más caros del viaje: Reino Unido, el país donde todo ha pasado y de donde mucho a surgido.  Después de 2 aviones, 12 horas de conexión entre vuelos, 3 trenes y más de 30 horas de viaje en total finalmente llegamos a nuestro hospedaje a las afueras de Londres. El dueño de la casa nos recibió y después de oír nuestra travesía nos invitó a cenar con él, estuvo delicioso y la plática súper interesante. Nos cayó del cielo ese recibimiento en Inglaterra para dormir como angelitos.

Habíamos investigado que en Inglaterra uno como turista se podía vacunar contra Covid y que nos dieran certificado Covid con QR para viajar a otros países sin tener que hacernos pruebas Covid así que al día siguiente fuimos por nuestra vacuna pero cuando fuimos a que nos registraran para darnos el certificado nos batearon a lo grande. No hay forma de que se puedan registrar y por lo tanto que tengan certificado, lo siento, lo que dice en internet causa esa confusión. Así que ni modo, no conseguimos tener certificado pero sí conseguimos conocer otra parte de la ciudad de Londres que de otra manera no hubiéramos conocido.

Después nos fuimos a conocer de la historia de Londres en el Museum of London junto con una manada de niños en tour escolar. La exposición estaba buenísima, con una embarrada de la larguísima historia de Londres desde hace 40 mil años con los primeros humanos de los que se tiene registro en el área, los celtas, los romanos, los vikingos, los anglos, los sajones, los normandos, la creación de Gran Bretaña, la guerra civil, la gran plaga, el incendio de Londres, las guerras mundiales, las olimpiadas hasta nuestros días. Excelente primera parada para entender la ciudad a lo que acabábamos de llegar.

Saliendo fuimos a la famosa St Paul's Cathedral Se han construido 4 iglesias en este mismo lugar, la anterior a ésta era una enorme catedral gótica que fue completamente destruida en el gran incendio de Londres de 1666 en el que 80% de la ciudad fue consumida por el fuego que comenzó en una panadería. Nos encantó ver la maravilla de construcción con toda la decoración de la nave sólo tallada en piedra sin ningún color en absoluto y sólo a partir del altar hacia el frente decorada con miles de mosaicos bellísimos que a la Reina Victoria se le ocurrió poner para darle algo de color a la iglesia. Subimos a la cúpula para tener una impresionante vista de Londres, de las construcciones antiguas mezcladas con las nuevas.

Bajamos de la cúpula a visitar la enorme cripta debajo del tamaño de toda la nave donde vimos tumbas de personajes súper importantes así como un mini museo por el reciente 70 aniversario de la Reina Isabel II en el trono, la monarca de Inglaterra que más tiempo ha estado en el trono. Salimos de la catedral y decimos ponernos a caminar y caminar y caminar, llegamos al  famoso Tower Bridge y de ahí a la estación de tren para regresar a nuestro hospedaje que estaba a las afueras de Londres donde nos salía menos caro.

Por la vacuna que nos habían puesto pasé esa noche fatal, con un poco de fiebre y sin dormir casi nada. Al día siguiente no me quería ni levantar, tenía muchísimo sueño pero ya no valía la pena quedarnos más tiempo en cama, Alfred se levantó a hacer el desayuno a la una de la tarde, sí dije desayuno, y me animó a levantarme para seguir conociendo la magnífica ciudad, la verdad ya no me sentía mal, sólo estaba cansada. Llegamos al Museo de Ciencias porque somos ñoños y era gratuito, estuvo súper interesante lo que vimos, lo mejor fue una exhibición de relojes. En su momento Londres fue el mayor y mejor productor de relojes del mundo! Vimos relojes del siglo XIV, de los más antiguos, algo impresionante. ¡No sabía que en ese entonces existieran los relojes!

Después caminamos por Kensington Gardens, un parque gigantesco y lindísimo donde tristemente no había chicharrones ni algodones para comer en el parque, creo eso era lo único que le faltaba para que fuera perfecto.

Llegamos hasta la famosa avenida Picadilly, en la zona más cara con las tiendas más exclusivas donde no perdimos la oportunidad de visitar una librería súper antigua donde no compramos ningún libro, entrar a una dulcería mega elegante donde no compramos ningún dulce y ver deliciosos postres ingleses que no probamos.

El último día de la primera parte de nuestra visita a Londres empacamos todas nuestra cosas, tomamos el tren a Londres, dejamos nuestras maletas en custodia y nos fuimos a caminar, pasamos por el hermosísimo edificio del Parlamento que, aunque Alfred y yo ya habíamos estado antes en Londres, nos sorprendió su bella arquitectura tan imponente y sutil a la vez. Notamos que el Big Ben había sido recientemente limpiado y restaurado porque ahora se veía como nuevo, todo brillante.

Llegamos después a visitar el museo de arte británico Tate Britain donde vimos muchísimas obras de artistas británicos, especialmente pintura. Estuvimos horas y horas admirando tantas obras de arte. A mí me encantó una sección en donde se invitaba a quien quiera a sentarse a dibujar copiando las obras que estaban expuestas en la sala.

Después fuimos al Imperial War Museum, uno de los mejores museos que hemos visto. Está increíble la exhibición, me ha quedado más claro que nunca la historia de la Primera Guerra Mundial, murió tanta gente porque por primera vez usó una nueva generación de armas. Siempre es horrible aprender sobre la historia humana tan destructiva y violenta, horrible que seamos capaces de hacernos tanto daño de manera voluntaria.

Saliendo del museo nos compramos unos bagels para comerlos en el tren a nuestro nuevo hogar temporal también a las afueras de Londres, a la casa de Carol y Peter, unos amigos ingleses de mi mamá que nos recibieron en su casa como reyes y nos consintieron en exceso, ya les platicaremos de eso.

Unos días después regresamos a Londres para seguir conociendo algunas de las muchas cosas que nos faltaron porque esa ciudad nunca se acaba. Fuimos al British Museum que en palabras de un amigo inglés para que vean todas las cosas increíbles que nos hemos robado de todo el mundo. Y es que sí, nos pareció impresionante las maravillas que tienen de diferentes culturas, como el museo es enorme nosotros sólo vimos una sección sobre Egipto con una gran colección de sarcófagos, esfinges y demás, y de Grecia donde vimos todos los adornos que al Partenón le faltan.

Saliendo del museo nos pusimos a caminar para pasar por los modestos palaciones de Londres, sus plazas y sus jardines. Pasamos por la Plaza de Trafalgar, St. James's Park, Buckingham Palace, vimos todo el complejo de Whitehall que ahora son edificios que funcionan de manera independiente pero que para 1650 era un solo palacio, el más grande de Europa con 1500 habitaciones.

Pasamos también por los Tribunales de Justicia, unos edificios espectaculares que no sé por qué no salen como recomendaciones turísticas y en frente nos encontramos la tienda donde nacieron los famosos tés Twinings que está ahí desde 1706, no perdimos la oportunidad de entrar a curiosear y probar un par de tés, los dos buenísimos.

La opinión del viajero Alfred sobre Londres:

Lo mejor: Su diversidad multicultural de gente de todos colores, sabores y olores. Eso sí, todos unidos alrededor de la reina.

Lo peor: Los precios, todo es muy caro pero hemos logrado darle la vuelta y encontrar lugares para comer y hospedarse 30 mins afuera de Londres que sí nos alcanzan.

La anécdota más chistosa: En Picadilly quisimos probar el famoso té de la tarde pero la versión para pobres que es el "cream tea" que es un solo pan dulce en lugar de veinte panes. Entramos a un restaurante, le dijimos a la señorita que queríamos el cream tea, y la señorita de una forma muy condescendiente nos dijo "el té se toma entre las 3:30 y las 5:30". Vimos nuestros relojes y ya eran las 8 pero todavía era totalmente de día.

La peor inconformidad: Justo nos tocó una huelga del sindicato de trenes y nos impidió ir a Canterbury porque no había tren, y de Londras teníamos que regresar temprano para que no nos quedáramos varados.