Pucón, Chile: nuestro épico ascenso al volcán Villarrica

 

¡Y regresamos al frío! Quienes vivan en el Polo Norte dirán que somos unos llorones pero nosotros que somos de país tropical estar entre -2 y 9 grados es mucho frío pero no pudimos dejar de ir al ver que la atracción principal era subir un volcán activo sin tener que ser escalador profesional.

Sabíamos que lo más pesado y tal vez lo mejor sería  el ascenso al volcán así que decidimos hacerlo primero, ya saben, al mal paso darle prisa. El día anterior estuvo tranquilo, tomamos mucha agua, comimos bien y preparamos todo para el día siguiente, nos preparamos como si fuéramos a correr un maratón. Ese día, el día del ascenso, nos levantamos temprano, tomamos un desayuno de campeones y llegamos a la agencia a las 6 de la mañana. Nos recibieron los guías que iban a llevarnos, llegaron los demás turistas del grupo, tres franceses y dos chilenas, nos dieron a todos nuestros equipos: botas de nieve, polainas para protegernos de la nieve en las piernas, cascos, mochilas de montañismo, bastones y piolets. ¡Esto sí va en serio! Nunca nos habían dado tanto equipo. Nos veíamos como todos unos profesionales. Nos subimos todos a la camioneta para un trayecto de 40 minutos. Chiquillos, ya llegamos, bajen que vamos a empezar el ascenso a partir de este punto. Sí, en Chile le dicen a todos chiquillos sin importar la edad. Bajamos y en ese punto ya estaba todo nevado, era la primera vez que veíamos tanta tanta nieve por todos lados y era también la primera vez que íbamos a caminar hasta la cima de un volcán así que estábamos un poco nerviosos pero ninguno lo decía. Los guías además siempre nos transmitían seguridad y tranquilidad así que nos contagiaban pensando que iba a ser pan comido. Nos alcanzó otro grupo de turistas de dos alemanes y dos chinas y empezamos a caminar en fila los 11 turistas con 6 guías, casi un guía por cada dos torpes turistas. Vamos a caminar 50 minutos y descansamos 10 minutos, así tenemos que llegar a la cima antes de las 2 de la tarde. ¡Pues a caminar se ha dicho! Eran las 7 de la mañana así que iba a ser una larga caminata hasta la cima, pero era mejor no pensar en eso sino en cada paso que dábamos.

Empezamos todos con excelente actitud caminando sobre la nieve, concentrándonos en cada paso y así íbamos subiendo un poco más cada vez. Tomamos el primer descanso, un poco de agua, un poco de chocolate, un par de dátiles y a seguirle. Llegó el segundo descanso, otro poco de agua, un poco de cacahuates con pasitas, una pera y a seguirle. Después de cada descanso el camino se iba haciendo más empinado y el cuerpo lo notaba, un poquito de dolor en la espalda baja, un poco de molestia en los pies, un poco de cansancio, pero también en cada descanso todo eso se quitaba, regresaban los ánimos y seguíamos avanzando. Para el segundo descanso las dos chinas ya no querían seguir, estaban demasiado cansadas y uno de los guías se quedó con ellas, para el tercer descanso a las chilenas les pasó lo mismo, y los alemanes también se fueron rezagando. ¿Cuánto hemos subido hasta ahora? Llevamos 800 metros de altitud y nos faltan 800 metros más. Pero yo la verdad no quería saber cuánto nos faltaba, sólo cuánto llevábamos, pensar en eso no me ayudaba. A la cabeza siempre seguíamos los franceses y los mexicanos con toda la resistencia que nos da el queso y el tequila. Bendita resistencia que hemos logrado corriendo grandes distancias, eso era lo que nos mantenía con ánimos, o al menos a mí.

En el siguiente descanso nos pusieron los crampones en nuestras botas que son suelas con picos de metal para poder pisar el hielo sin matarse y poder seguir avanzando paso a paso, poco a poco. Mientras tanto uno de los franceses que iba hasta adelante iba platicando con el guía como si nada, nosotros sólo escuchábamos lo que platicaban y nos ayudaba a distraer la mente un poco y no pensar en lo que faltaba. Chiquillos, ahora se va a hacer más empinado y más difícil así que vamos a usar el bastón y el piolet, y si se caen van a usar el piolet para no seguirse resbalando. ¡Uy! De verdad espero no resbalarme, esto ya me puso nerviosa. Íbamos dando un paso a la vez, concentrándonos en pisar bien, en usar correctamente el equipo y seguir avanzando poco a poco. Ahora sí la cima se veía más cerca de nosotros, o nosotros de ella. 

Vamos a dejar las mochilas, saquen la máscara antigases que está en su mochila y subiremos 10 minutos más hasta el cráter. No lo podía creer, por fin ya estábamos a punto de llegar a la cima. Alfred no se imaginaba que realmente íbamos a subir hasta la cima, hasta el mero cráter. En poco tiempo ya estábamos viendo las fumarolas casi sobre nosotros. Fue una sensación maravillosa llegar hasta la cima de ese volcán, ver el imponente y peligroso cráter expulsar gases sin cesar, mirar desde la punta del volcán a otros volcanes más pequeños y a las nubes a cientos de metros de distancia. ¡Lo logramos! ¡Qué increíble! Todos chocamos nuestra manos celebrando la victoria. Pronto empezaron a llegar los rezagados, los alemanes, después las chilenas y al último las chinas, todos lo habíamos logrado. Hicimos 6 horas y media en ese ascenso en el que recorrimos 7 kms en línea recta pero ascendiendo 1600 metros.

¡Ay qué bueno que ahora ya viene la bajada! ¡Mucho más fácil por supuesto y en menos tiempo! Pero tampoco podíamos dejar de poner atención a cada paso, no dejaba de ser retador ahora el regreso y tener cierto grado de riesgo. Chiquillos, ahora viene lo más divertido. Se van a poner la ropa protectora que traen en sus mochilas. Nos pusimos pantalones, chamarra y protector de pompas, todo contra la nieve. Se van a sentar en estos toboganes y se van a deslizar casi hasta abajo. Uno por uno, emocionados por lo que prometía esa divertida bajada, fuimos colocando nuestras pompitas en la nieve y nos fuimos deslizando, unos con más estilo y elegancia y otros con más torpeza. No voy a aclarar en qué grupo estábamos Alfred y yo, saquen sus propias deducciones.

Todavía después de los toboganes caminamos sobre la nieve como una hora más pero prácticamente ya planito. Ya iba tan relajada y distraída que me resbalé y me caí como tres veces, en todas muriéndome de la risa. En una parte había tanta tanta nieve que de pronto una pierna completa se hundió en la nieve y no la podía sacar, trataba de apoyar un brazo y se hundía también. Alfred y los demás del grupo no dejaban de reír y yo entre la risa y el exceso de nieve no lograba salir a la superficie ¡Oye! ¡Ya deja de reírte y ayúdame! ¡No puedo sola! Finalmente Alfred me ayudó y mi piernita fue rescatada. 

Seguimos caminando un rato hasta que con gran alivio llegamos al estacionamiento, nos subimos a la camioneta y reposamos nuestras asentaderas, cada uno soltando un gran suspiro a su tiempo. Llegando de regreso a la agencia nos recibieron con unas ricas cervezas locales y unas botanas para celebrar nuestro logro. Después, la cena, la bañada y la dormida de ese día nos cayeron como del cielo.

Al día siguiente, después de la friega que nos habíamos acomodado, fue de calma y relajación con un poco de caminata por Pucón para conocer la pequeña y bonita ciudad. Vimos el atardecer al lago de aguas tranquilas y arena negra de roca volcánica. También admiramos el esplendor del volcán que habíamos subido el día anterior sin poder creer lo que habíamos vivido y logrado.

Pero no nos podíamos quedar quietos por mucho tiempo, aunque las piernas dolieran seguían sirviendo, así que el tercer día a pesar del frío fuimos en bus colectivo al Parque Nacional Huerquehue. Todo alrededor de la carretera se ve congelado, esa no es buena señal. Llegamos, pagamos nuestra entrada y nos dieron una breve explicación Bienvenidos, en este mapa pueden ver la ruta que hoy está abierta y que podrán seguir. A partir de esta parte ya hay nieve y hielo y es posible que necesiten equipo especial porque puede estar muy resbaloso. Cuando lleguen ahí ustedes deciden si van a querer seguir o se regresan. El bus que los regresará llega a las 5 de la tarde, tienen tiempo suficiente. Empezamos la caminata junto con otros chicos que casualmente habían estado también en nuestro grupo del ascenso al volcán así que ya éramos compañeros de sufrimiento, los dos alemanes y uno de los franceses. El sendero era de bosque con árboles bien verdes y un poco de nieve en las orillas, subidas y bajadas sobre tierra, raíces, hojas y piedras rodeados de mucha vegetación muy linda. 

Llegamos a un lago bien bien bonito con un muellecito un poco roto donde vimos a algunas personas tomándose fotos Yo no voy a caminar por ahí, no quiero acabar cayéndome al agua helada. Dos minutos después oímos un ¡Splash! un chico israelita se había caído al agua helada y estaba saliendo de ella como perrito mojado ¡Ay no! ¡No me gustaría ser él! ¡Qué frío! ¡Y al inicio del recorrido! Supongo que al menos tendrá una buena anécdota que contar.

Seguimos nuestro sendero, muy bonito, algunos árboles de troncos enormes y retorcidos. Llegamos a una cascada que se veía lindísima con el agua cayendo sobre lo que parecían rocas congeladas y toda la vegetación alrededor y cuanto había con capas de hielo, era un escenario lindísimo que nos embobaba.

Seguimos nuestro camino con nuestros compañeros de sufrimiento, empezamos a notar un poco más y más de nieve a cada paso pero también un poco más de hielo en el camino y eso no era bueno para nuestro equilibrio. ¡Pum! Primera caída, unas chicas chilenas que iban de bajada, las dos se resbalaron y se cayeron. Esto va a estar emocionante. ¿Y no se regresaron ya en ese punto? Pues no, esta vez decidimos arriesgarnos porque estaba demasiado bonito, estábamos seguros que con cuidado lograríamos regresar con vida así que seguimos. No podíamos creer lo que estábamos viendo, de todos los senderos que habíamos recorrido hasta el momento ninguno había sido ni cercano a esto, era como estar en un cuento de Navidad ¡era mágico!


¡Pum! ¡Ay! ¡Ouch! Nos fuimos cayendo uno a uno, no había manera de no resbalarse en el hielo, habían partes en las que te caías o casi te caías pero estaba tan bonito todo que valió la pena cada sentón que nos dimos y lo volveríamos a hacer. Lo importante es que sí regresamos vivos.

La opinión del viajero Alfred sobre Pucón:

Lo mejor: El volcán que no estaba fácil de subir pero era la atracción principal. Fue la primera vez que hicimos cumbre en una montaña y por qué no? Lulú escogió un volcán activo.

Lo peor: Demasiado frío, demasiado frío, demasiado frío.

La anécdota más chistosa: En el Parque Huehuerque en una parte había mucho hielo y para bajar era verdaderamente poner en peligro tu vida así que decidí aplicar la técnica de poner voluntariamente las pompitas en el suelo y deslizarme.

La mayor inconformidad: En las casas no hay calentadores de gas ni eléctricos, todas son chimeneas de leña y en la noche se hace una humareda en todo el pueblo que es muy molesto.









Comentarios