Valparaíso y Viña del Mar, Chile: muchos cerros, muchos colores y mucho mar.

 

Cada vez que a algún chileno le decíamos que íbamos a ir a Valparaíso reaccionaban con mucha emoción ¡Ay! ¡Valparaíso es bien bonito! Les va a gustar mucho. La verdad nosotros lo que más queríamos era un poco de calor después del frío de Pucón y conocer uno de los principales destinos turísticos de los locales. Cuando llegamos a Valparaíso fuimos recibidos por calles sinuosas y empinadas con casitas coloridas, un delicioso olor a café matutino que me sorprendió y me encantó y un solazo de bienvenida a tierras más cálidas, y aunque no tan cálidas como nos hubiera gustado mucho mejor que Pucón. Valpo, como le dicen los chilenos, es un puerto marítimo enmarcado de puro cerro, no hay manera de conocer Valparaíso sin estar subiendo y bajando cerros y cerros, es como poner varios Taxcos juntos, uno tras otro y eso fue lo que hicimos para conocerlo: subir y bajar, subir y bajar.


Por supuesto que nuestro hospedaje estaba cuesta arriba de uno de los cerros Hola, bienvenidos, ésta es su habitación. ¡Oh! ¡Qué bonita, tiene una vista panorámica al mar, el puerto y los cerros de Valparaíso! Ese día empezamos a conocer Valpo a través del Museo Marítimo Nacional, bajamos nuestro cerro y subimos al cerro del museo. Ahí aprendimos que mucha de la historia de Chile está relacionada con el mar porque Chile como tal no tenía mucha importancia por sus recursos pero sí como punto estratégico de navegación debido al Estrecho de Magallanes y los miles de kilómetros de costa que tiene. Se han librado muchísimas batallas en el mar hasta el siglo pasado por lo que han mantenido una flota muy importante de barcos de guerra, desde los buques de vela con cañones hasta los acorazados de alta tecnología actual. Fue muy impresionante ver el museo repleto de modelos a escala increíblemente bien hechos con todo posible detalle. 

Como parte de las exposiciones del museo tenían una que trataba sobre la Antártica ya que Chile es uno de los países que tiene territorio antártico y existe una gran preocupación por los hallazgos de microplásticos en ese territorio y la pérdida de 125 mil millones de metros cúbicos de agua por año. Me impresiona mucho que casi en cada país se habla de estos temas y que los gobiernos en general están muy conscientes pero que falta mucho mucho por hacer. Además, en este mismo museo nos gustó mucho ver la cápsula Fénix que construyeron para rescatar a los 33 mineros del famoso accidente de la mina San José y de la que hay una película muy buena, por si no la han visto se llama Los 33 que además fue dirigida por una mexicana.

Saliendo del museo nos pusimos a caminar sin rumbo fijo por calles y callejones viendo mucho arte urbano muy bonito, prácticamente no había una sola calle sin arte en las paredes de sus casas y negocios. Notamos que también habían muchos simples rayones, quizás algunos desde el levantamiento en Chile de 2019, quizás algunos posteriores y que no se han limpiado. Se nota que en algún momento estas calles han sido mucho más bonitas que ahora, me imagino que rea realmente hermoso.

Al día siguiente ya no tuvimos tanta suerte con el clima, el sol decidió ocultarse tras espesas nubes de lluvia que estuvieron mojando la ciudad todo el día, pequeñas gotas pero constantes,  así que fuimos a otro museo, el Palacio Baburizza, como su nombre lo dice: todo un palacio. Para subir a su respectivo cerro tomamos un pequeño funicular, uno de los que está todavía en funcionamiento de los más de 30 que existen. Lamentablemente el paso del tiempo, desastres naturales y la preferencia de la población por otros medios de transporte ha hecho que la gran mayoría de estos históricos funiculares ya no funcionen.

El antiguo dueño del Palacio Baburizza lo donó tras su muerte junto con toda su colección de arte para que se formara el actual Museo de Bellas Artes. Recorrimos el bonito y bien preservado palacio, admiramos las pinturas y demás obras de arte de artistas sobre todo europeos. Saliendo de ahí recorrimos subiendo y bajando por calles, callejones y escaleras ahora las calles de ese cerro que evidenciaban el esplendor que en algún momento había tenido la ciudad y que sin duda la gente recordaba con mucho cariño.  Ese día a Alfred le empezó a doler una muela que se tenía que atender, lo reportó al seguro para que lo cubriera pero era viernes y el lunes siguiente íbamos a viajar a Santiago así que prefirió que el seguro lo enviara con un dentista en Santiago. El resto del fin de semana lo pasó medio bien por el dolor de muela que iba y venía.

Después visitamos la loca e interesante casa de Pablo Neruda desde 1961 hasta su muerte en 1973. La visita fue con un audioguía extraordinario que nos fue explicando habitación tras habitación, las obras en ella, las divertidas curiosidades, las anécdotas del poeta con sus amigos. ¡Me encanta! Es como estar viendo a Pablo Neruda en cada habitación. Y a cada piso que subíamos la vista al mar y a la ciudad era más impresionante, y más inspirador. Dicen que Pablo Neruda era amante del mar pero no le gustaba navegarlo sino solamente verlo, por eso esta casa, en las alturas de uno de los cerros de Valparaíso, tiene tantas ventanas y todas con vista al mar, además de que el diseño de la casa estaba inspirado en  un barco. Se suponía que la visita era de 30 minutos pero nosotros tardamos más de una hora en el recorrido de lo entretenidos y divertidos que estábamos con los objetos y ocurrencias de Neruda, como la puerta de un baño de visitas que sólo era decorativa, dejaba ver todo lo que pasaba dentro y fuera y no servía para tener privacidad.

Saliendo de la casa del famoso poeta bajamos de un cerro caminando y subimos a otro por medio de un funicular, al cerro Concepción, el más bohemio, lindo y turístico de Valpo, lleno de restaurantes, cafeterías, tiendas de artesanías y hoteles que no hubiéramos podido pagar pero que para nuestra fortuna caminar por ahí todavía era gratis y esperamos que lo siga siendo para el deleite de todo mochilero de bajo presupuesto.
¡Ahora entiendo! Esto era a lo que todos se referían cuando hablaban de lo bonito de Valpo. Leímos después que Valparaíso tiene décadas en decadencia debido a que todo su desarrollo estuvo ligado a los barcos comerciantes que requerían de muchos marineros y muchos días atracados para su carga y descarga. Con el avance de la tecnología los barcos no se quedan en puerto más que un día y el personal de cada buque es muy poco. Valparaíso ha tenido que subsistir de otra manera como el turismo, pero no ha sido suficiente. 

Por último y porque no lo podíamos dejar pasar a pesar de la muela de Alfred, visitamos la famosísima ciudad de Viña del Mar. ¿En donde se hace el Festival de Viña del Mar? Exactamente, ese mismo. Pero no fuimos sólo por eso, la ciudad como tal valió mucho la pena. Nos encontramos con que, a pesar de su cercanía con Valparaíso su historia es muy diferente ya que fue la alta sociedad de Valparaíso la que empezó a adquirir terrenos en esa zona, las primeras haciendas eran viñedos ¡Oh! ¿Y de ahí el nombre "Viña del Mar"? Exactamente, eso mismo. Ahora la ciudad la vimos muy próspera, con muchos departamentos y hoteles de lujo.

Ahí estuvimos caminando por la costera de la ciudad admirando el rompimiento de las olas y las muchísimas gaviotas y pelícanos que había por todos lados hasta que llegamos a la Quinta Vergara que es ahora un parque enorme donde está el Palacio Vergara y el anfiteatro del festival de Viña del Mar. El palacio de estilo veneciano fue construido en 1910 después de que un fuerte terremoto destruyera el anterior en 1906 que era la casa que había construido José Francisco Vergara el fundador de Viña del Mar. Tuvimos la suerte de poder visitar los interiores del magnífico palacio que desde el terrible terremoto de 2010 en Chile y hasta hace unos meses había estado cerrado debido a daños sufridos, afortunadamente esta vez no se había derrumbado pero sí tuvieron que reforzar su estructura.

La opinión del viajero Alfred sobre Valparaíso y Viña del Mar:

Lo mejor: El Cerro Concepción, me encantó el barrio bohemio incrustado en la montaña con sus callecitas afrancesadas en donde dan ganas de perderte y si te dejas te pierdes.

Lo peor: Valparaíso está muy descuidada, parecería que la están dejando morir a propósito. Se nota un deterioro desde la última vez que fui, hace como 7 años. Todo lo contrario a Viña del Mar que se ve moderna, viva, vibrante pero que no tiene la magia de Valparaíso.

La anécdota más chistosa: Un día estábamos caminando y como ya se estaba haciendo de noche y según nosotros la zona no estaba muy segura decidimos regresar al Airbnb, pero unos días después nos dimos cuenta de que estábamos sólo a una cuadra del Cerro Concepción que es muy bonito y en la noche se llena de gente. Nos dio mucha risa.

La mayor inconformidad: ¡Mi muela! Me duele nada más de pensarlo.













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