Stuttgart, Alemania: Mercedes Benz, Porsche y castillos de cuento

 


9 de agosto de 2022. Stuttgart fue un destino en Alemania completamente diferente para Luis, Alfred y para mí empezando porque nos hospedamos en Pfaeffingen un pueblo campesino en medio de la nada completamente rural. Ah pero eso sí, todas las calles bien pavimentadas y señalizadas, con espacios para los tres peatones y dos ciclistas del pueblo. No podía dejar de ser Alemania. Bienvenidos, la habitación que reservaron por Airbnb está ocupada así que les estoy dando una habitación más grande, de dos pisos con su propia cocina, dos baños y lavadora. Esa es buena suerte ¿no? Era un pueblo en medio de la nada pero en un departamento espectacular bien cómodo en una propiedad totalmente renovada frente a casas típicas alemanas de 300 años de edad y un pequeño río hogar de varias familias de patitos. Se nos antojaba quedarnos días enteros ahí sin hacer nada más que pasear en los campos. Pero a Luis le quedaban pocos días de viaje con nosotros y no podíamos simplemente ponernos a descansar así que al día siguiente fuimos a las mayores atracciones de Stuttgart y que nos emocionaban mucho, creo que a Luis más que a nadie, a los museos de Mercedes Benz y de Porsche.

Primero llegamos al de Mercedes ¡Wow! ¡Qué futurista construcción! ¡mira ese elevador! Se ve que le invirtieron a este museo. Está increíble. Recorrimos el interesante museo donde vimos toda la historia del coche contada desde la perspectiva de las marcas creadas por Benz, Daimler y Maybach que fueron básicamente los responsables de su creación y desarrollo.

Aprendimos que uno de los clientes más importantes de Daimler pidió un coche de carreras con ciertas características al que él mismo le puso Mercedes porque así se llamaba su hija a la que quería mucho. Con ese coche ganó muchas carreras y el nombre "Mercedes" adquirió fama en el mundo de las carreras, después de eso Daimler empezó a adoptar ese nombre que ya era popular para sus coches. 

Después de la Primera Guerra Mundial Daimler y Benz se unieron para formar Mercedes Benz por decisión de los acreedores ya que ambas empresas estaban en problemas financieros porque en la guerra sólo se dedicaban a producir equipo armamentista por órdenes del gobierno. Y bueno, había mucha más información que todo el museo explicaba súper bien. Nosotros estuvimos como 3 horas en ese museo y no alcanzamos a ver todo, fácil uno podría estar un día completo.

Saliendo del museo de Mercedes Benz nos fuimos al de Porsche que también nació ahí. Sorpresivamente el primer auto diseñado por Ferdinand Porsche fue un eléctrico y posteriormente construyó el primer híbrido pero ya sabemos que la industria de los combustibles fósiles ganó en esa batalla y las automotrices se dedicaron a fabricar puro motor a base de petróleo. Ferdinand trabajó además para Mercedes Benz y fue el responsable del diseño del vocho para el gobierno nazi ¡Ah! ¡Ahora entiendo muchas cosas! Por eso el vocho y el Porsche se parecen. Pero Porsche como marca se dedicó a los autos para carreras. Ese museo era más pequeño pero aún así estábamos tan entretenidos viendo y admirando cada coche en exhibición que nos dio la hora del cierre viéndolo. Parecíamos todos niños tomando fotos a todos los Porsches en exhibición.

Oigan, creo que ya estamos bien cansados pero ¿quieren ir al centro de Stuttgart para conocerlo? Y sí, fuimos a la plaza principal por no dejar, llegamos a la plaza central, nos sentamos en el pasto a la sombra y desde ahí admiramos el enorme y bonito Palacio Real. Tristemente Stuttgart fue otra de las ciudades destruidas en la Segunda Guerra Mundial y lo que se reconstruyó fue solamente la plaza central y sus edificios, lo demás se construyó de nuevo pero con diseños nuevos así que casi todo se perdió. Estuvimos un ratito en la plaza, nos tomamos las fotos y nos fuimos de regreso a nuestro hermoso y tranquilo hospedaje en Pfaeffingen a descansar.

Al día siguiente hicimos algo radicalmente diferente, de ir a ver tecnología automotriz de punta a naturaleza e historia. Tomamos el tren, llegamos a un pueblo, compramos nuestra comidita para llevar ya que suponíamos que en medio del bosque no iba a haber muchas opciones que no requirieran un arco y flecha que por cierto no llevábamos, y emprendimos nuestra hermosa caminata hacia un castillo construido en medio de un cerro el cual tiene una historia bastante linda en la que Francisco Guillermo IV de Prusia estando joven y antes de tomar la corona fue a conocer de donde su familia era originaria solo por curiosidad y quedó asombrado al ver que el castillo que debía de ser grandioso estaba completamente en ruinas. Cuando se volvió el rey en el siglo XIX mandó no a reconstruir el castillo anterior sino a construir un castillo más grande y majestuoso que el anterior para usarlo como palacio de eventos. Pues ese era el castillo al que teníamos la intención de llegar y lo hicimos. Después de algunos kilómetros de caminata por senderos pedregosos en el bosque que a ratos parecía que no nos llevarían a nada llegamos finalmente a los pies del castillo ¡Qué bonito! Aunque estos castillos siempre se ven más bonitos de lejos que de cerca. De cerca pierden un poco la magia porque se nota que no son muy viejos y tampoco tan grandes. Alfred había planeado ese día y nos dijo a Luis y a mí que todavía nos faltaba otra parada más así que volvimos al bosque.

Después de un rato encontramos una banquita donde nos sentamos a comer lo que veníamos cargando desde temprano. Ya teníamos muchísima hambre, tal vez tanta como unas abejas que no dejaban de insistir en pararse en nuestra comida y muy especialmente en la de Luis quien a pesar de todas las acrobacias que hacía no conseguía alejarlas mucho. Una vez que  acabamos de comer nos despedimos de las abejas y seguimos nuestra ruta que no estaba muy bien señalizada y que estuvimos a punto de abandonar pensando que nos habíamos equivocado de camino, pero la terquedad también llamada constancia nos hizo encontrar el camino y seguir y seguir y seguir, subir y bajar por los senderos que ahora sí estaban señalizados hasta la cima de una montaña. Alfred nos guió hacia lo que evidentemente era un lindo mirador hacia el valle, nos acercamos, llegamos a él ¡Ah! El castillo! Luis lanzó un grito de emoción y sorpresa tal por la vista tan bella del Castillo Hohenzollern que las personas que estaban ahí voltearon inmediatamente. Y es que no era para menos, era un escenario de cuento y más que eso, de protector de pantalla.

Lo opinión de los viajeros Alfred y Luis sobre Stuttgart:

Lo mejor: El museo de Mercedes Benz que te explican muy bien toda la historia de la creación del coche. Me gusta cómo está hecho que vas viajando a través del tiempo, cómo va cambiando el mundo y el coche con él.

Lo peor: Los souvenirs de Mercedes y Porsche son más caros de lo que imaginé. Hiper ultra caros. Esperaba llevarme un souvenir y se la perdieron.

Lo más chistoso: Me tomé muchísima agua antes de salir, en el tren no había baño, bajando del tren corrí detrás de un arbolito, sin querer rompí una rama y unas personas detrás de una reja voltearon a verme. Todo sin necesidad porque estábamos a punto de llegar al museo con baño gratis.














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