Bordeaux y Toulouse, Francia: la capital del vino mundial y la ciudad rosa

 

26 de agosto de 2022. Del norte de Francia a Barcelona nos quedaba de paso ir a Bordeaux y como todo amante del vino no dudamos ni tantito en pasar unos días con la esperanza de tomar mucho mucho vino y tal vez conocer un poco de la ciudad. En nuestro trayecto hicimos cambio de tren en Angers pero teníamos que esperar un par de horas por el cambio de tren así que decidimos ir a conocer un poco ya que estábamos por ahí. Al ir caminando hacia el centro nos topamos con una fortaleza gigantesca, el Castillo de Angers construido en el medievo con un montón de torres circulares en toda la barda para que quedara claro que por aquí nadie pasa.

Tomamos el tren y llegamos a nuestro hospedaje muy cerca de Bordeaux. Al día siguiente fuimos a lo que íbamos: a tomar vino. Temprano en la mañana nos levantamos y tomamos el tren para llegar a un viñedo llamado Chateau d'Agassac, llegamos antes de las 10 de la mañana que era la hora a la que abrían así que estuvimos caminando un rato hasta que abrieron y entramos a los jardines de un castillito del siglo XIII lindísimo como de cuento. Una belleza de lugar. El castillito incluso tenía su propio foso chiquito. Y es que en aquel entonces habían tantos conflictos que básicamente cada terrateniente tenía que hacer su castillo fortificado para evitar los ataques y saqueos. 

Dieron las 11 de la mañana, nos dieron la bienvenida y empezó el tour guiado junto con tres gringos a cargo de una china que llevaba viviendo en Francia un par de años. El tour estuvo muy interesante, recorrimos parte de los viñedos donde los dueños experimentan con diferentes tipos de uva y diferentes tipos de suelo para crear sus propias mezclas de vino. Aprendimos que con la plaga que atacó a las raíces de las vides en el siglo XIX se tuvieron que hacer injertos usando la base o raíz de vides de Estados Unidos para que la planta con la uva francesa pudiera soportar la plaga. 

Al final de la visita llegó la mejor parte que fue la cata de cuatro vinos que los dueños producen en dos de sus viñedos. Esta vez comparado con otras catas de vinos nada más nos sirvieron las copas y ya, ninguna explicación de cómo catar ni nada. A nosotros hasta eso no nos importó tanto porque ya hemos ido a varias catas y ya sabemos cómo hacer todo el show, pero los gringos que iban con nosotros no tenían ni idea y se tomaban los vinos como en cualquier otro día.

Saliendo fuimos a hacer nuestra visita por la ciudad de Bordeaux cuya historia está completamente ligada al vino. Resulta que los vinos de esa región son tan famosos y prósperos porque cuando ese territorio era parte de Inglaterra a la monarquía inglesa le gustaba mucho el vino y decidió invertir mucho dinero en los viñedos haciendo una región sumamente próspera que al pasar de los años se quedó como territorio francés y el más importante productor de vino en el mundo. Así la historia. En Bordeaux pasamos por varias puertas de la ciudad construidas entre el siglo XV y siglo XVIII que todavía se conservan en excelente estado aunque su muralla ya no exista. Algunas de estas puertas realmente impresionantes.

Caminamos y caminamos por la ciudad bajo un sol abrumador pero felizmente porque gran parte del centro de la ciudad es peatonal entonces podíamos disfrutar de las caminatas pasando por el bonito edificio del Ayuntamiento, la Catedral, la Iglesia de Norte Dame con su histórico órgano, el Gran Teatro del siglo XVIII. Íbamos simplemente caminando disfrutando de las calles empedradas, las bonitas construcciones a nuestro alrededor con tiendas de productos artesanales, cafés y restaurantes. 

Llegamos hasta una plaza enorme, dicen que es la más grande del centro de una ciudad europea y sí les creo, pero lo más impresionante para nosotros fue el Monumento a los Girondinos formado de dos impresionantes fuentes y una columna con una victoria alada en su cima. Los Girondinos fueron legisladores partidarios de la Revolución Francesa que fueron ejecutados y en su honor se construyó este monumento a finales del siglo XIX. Algo muy curioso es que las esculturas de bronce de las fuentes se retiraron en 1941 para ser fundidas para hacer armas, sin embargo una red de resistentes las escondió para su conservación y gracias a eso en 1982 pudieron regresar al monumento al que pertenecían. 

Después nos fuimos caminando a la orilla del Río Garona tratando de tener un poco de sombra aunque era muy difícil porque no había una sola nubecita y los árboles eran muy escasos. Llegamos hasta una plaza con un espejo de agua donde la gente y especialmente los niños estaban usando para refrescarse un poco.

Para cerrar Bordeaux entramos a la Basílica de San Miguel de la que nos pareció muy curioso el campanario separado del cuerpo de la iglesia pero además vimos ahí unos relieves del siglo XIV que fueron robados en 1984 y sustituidos por unas réplicas así que no se dieron cuenta del robo hasta 10 años después, tardó mucho la investigación y a penas en el 2019 fueron recuperados todos y ya están de regreso en su hogar. Un final feliz.

Al día siguiente dejamos Bordeaux para viajar en tren con dirección a Toulouse, en el trayecto hubo una parada en un pueblito llamado Agen que estaba muy lindo. Ahí nos detuvimos a comer unas crepas extraordinariamente buenas y a conocer la Catedral de San Caprasio que resultó ser una joya escondida. Impresionantemente bonita ¡Wow! Los lugares que uno conoce por casualidad.

Llegamos a Toulouse a la casa de una pareja de franceses que nos dieron muchísimas indicaciones para conocer en una tarde todo lo que pudiéramos de Toulouse. Yo había estado ahí hace más de 10 años para aprender un poco de francés pero la verdad que me acordaba muy poco de la ciudad así que junto con Alfred disfruté muchísimo de la visita. 

Llamada la ciudad rosa porque casi toda está hecha de ladrillo y techo de teja roja así que en efecto toda la ciudad se ve rosa. Llegamos hasta el centro de la ciudad, una plaza lindísima enmarcada por puros edificios históricos Mira, el Ayuntamiento parece estar abierto, vamos a preguntar si se puede conocer. Sí se podía y no sólo eso, era gratuito y además por dentro era una cosa espectacular. Subimos al segundo piso para encontrarnos con bellísimos murales con alegorías del amor pintados por Paul Gervais, otra sala con magníficos lienzos de Henri Martin y por último un salón gigante llamada la Sala de los Ilustres con esculturas y pinturas sobre la historia de la ciudad. Nos encantó poder visitar ese edificio tan lindo por fuera pero sobre todo por dentro.

Seguimos paseando por toda la ciudad rosa que sí era muy rosa, cruzamos el Río Garona hasta llegar a un parque que tenía todo un festival, juegos, baile, bebida, de todo un poco para diversión de chicos y grandes. Regresamos del otro lado del río para pasear por el agradable Jardín de plantas de Toulouse y saludar a los patitos franceses del parque. Pasamos también por la curiosa y chueca Catedral de Toulouse, y por un monumento a los caídos en la primera y segunda guerra mundial. Esos monumentos por toda Europa siempre nos recuerdan lo horrible de esas guerras.

La opinión de Alfred sobre Bordeaux y Toulouse:

Lo mejor: Los vinos y caminar por la ciudad de Bordeaux que está muy bonita y muy tranquila para pasear como peatón.

Lo peor: Si no se va con coche es muy difícil visitar viñedos de verdad y no sólo museos del vino. Nosotros tuvimos que hacer dos horas en tren y luego esperar una hora para que empezara el tour, y eso fue la mejor opción que conseguimos.

Lo más chistoso: En la cata de vinos nos pusimos a platicar con uno de los gringos del tour, le preguntamos si ya había probado los quesos franceses y su respuesta fue "¿son buenos?". No podíamos creer que no supiera eso.











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