Pisa, Modena y Boloña, Italia: Pequeñas, bonitas y deliciosas joyas italianas


28 de septiembre de 2022. Nos hospedamos en Empoli, una ciudad cercana a Florencia para visitar desde ahí además de Florencia las ciudades de Modena, Boloña y Pisa y probar lo famoso de cada lugar: en Modena el vinagre balsámico, en Boloña la pasta a la boloñesa y en Pisa la pisa ¿o se escribe pizza? ¿ese no es el atractivo de Pisa? Bueno, tal vez me haya confundido un poco.

Empezamos nuestro recorrido en la zona por Pisa, uno de los destinos históricos y turísticos más chuscos a donde la gente va a ver una torre vieja mal construida prueba que Dios existe porque no se ha caído. Llegamos en el tren y sin dudarlo fuimos directito a donde nuestro GPS nos decía que estaba la torre de Pisa caminando un poco por la ciudad que estaba muy bonita. 

De pronto ante nosotros se abrió una plaza impresionante de grandes jardines de pasto con unos edificios blancos antiguos bellísimos y una torre chueca ¡Oh no! ¡Esa torre está a punto de caerse! ¡Que alguien haga algo! Ver esa torre por primera vez de verdad que me sorprendió muchísimo porque sí que está inclinada, muy inclinada y no podía dejar de verla teniendo la sensación de que en cualquier momento se iba a caer, pero también me sorprendió lo bonita que es independientemente de su chuecura. Todo el complejo de Pisa me pareció lindísimo, la iglesia, el baptisterio y la torre. Algo que de verdad vale la pena ver.

Como toda la gente ahí intentamos hacer las típicas fotos empujando o sosteniendo la torre pero entre que había mucha gente y poca paciencia nos dimos por vencidos, decidimos tomarnos fotos más convencionales y aprovechar el tiempo para admirar la tan extraña atracción turística. Desde el año 1173 cuando construyeron el primer nivel de la torre se enchuecó debido a que el terreno es blando y por lo tanto inestable, y no le pusieron pilotes adecuados para tener una buena cimentación. Entonces, en lugar de tirar y volver a construir se les ocurrió ir construyendo los siguientes niveles un poco inclinados pero para el otro lado para compensar esa inclinación, luego llegó un punto en que la torre se giró ahora hacia el otro lado porque hubo demasiada compensación  y entonces el último nivel nuevamente lo construyeron volviendo a compensar la inclinación hacia el lado contrario. El resultado fue, si te fijas bien, una torre casi con la forma de un plátano.

La torre ya ha amenazado con caerse y la han tenido que reforzar y anclar bien para que siga en pie. Incluso han propuesto enderezarla pero eso le quitaría el mayor atractivo turístico a Pisa así que sigue y seguirá inclinada para asombro y diversión de futuras generaciones. Un hermoso monumento a lo mal hecho.

Al día siguiente viajamos 3 horas en tren para ir a Modena ¿Y para qué a Modena? Para visitar el museo de Ferrari. Es correcto, la compañía Ferrari fue creada en Modena, Italiapor Enzo Ferrari, un apasionado de las carreras de coches que decidió cambiar las reglas para siempre. Antes de Enzo Ferrari las carreras de coches eran sólo para los que pagaban por correr, era gente de dinero que corría como aficionados. A Enzo se le ocurrió hacerlo al revés, pagarles a los pilotos para que corrieran los coches, una idea absurda para la época. Además de eso por supuesto que empezó a fabricar sus propios coches, sabía lo que había que cambiar. Se equivocó muchas veces y sus coches perdieron muchas carreras pero como buen emprendedor necio que crea grandes cosas aprendió con cada derrota y fue mejorando los coches hasta que las derrotas de convirtieron en victorias y las victorias se volvieron parte del nombre de Ferrari.

Llegamos al museo Casa Enzo Ferrari donde se instaló el primer taller, donde empezó toda la historia. La propiedad hace décadas había dejado de ser de la familia y había quedado en el abandono pero hace poco más de 10 años la recuperaron y la volvieron el museo, una parte con el edificio del pequeño taller original y otra parte totalmente nueva concebida para la exhibición de los coches más emblemáticos de la historia Ferrari. Empezamos por el recorrido de esa primera parte entrando a una sala gigante toda blanca con rampas y desniveles que nos dejaron ver todos los Ferraris en exhibición, los más cercanos eran los más antiguos, verdaderas joyas en perfectas condiciones. 

De pronto se apagaron las luces y se empezó a proyectar un emotivo video en honor a la memoria de Enzo Ferrari. Terminó y el video y lo único que me quedó claro es que había formado la gran marca Ferrari Creo que a este museo hay que llegar con toda la historia ya sabida. ¿Qué tal si vemos un documental sobre su vida en Youtube? Así lo hicimos, nos apartamos 20 minutos para que un documental nos explicara todo lo que el museo no explicaba.

Ahora sí, después de ver el video nos dedicamos a apreciar cada una de las joyas exhibidas en el museo. Salimos de la sala de exhibiciones para entrar en el edificio que era el taller original donde vimos los dos Ferraris que más nos emocionaron: el famosísimo F40 con su emblemático alerón y el motor a la vista, y el de la Fórmula 1 ganador de campeonatos con el legendario Michael Schumacher. ¡Wow! ¡Siempre quise ver estos coches! ¡Qué cool! Soy muy feliz, ya podemos regresar a México. Alfred estaba que no podía de la emoción.

Saliendo del museo de Ferrari fuimos a caminar por el centro de Modena y a buscar una tienda emblemática de vinagre balsámico de Modena. Después de varias vueltas la encontramos ¡Ay qué elegancias! ¡Esto se ve muy caro! Entramos a la tienda no para comprar vinagre porque una sola botellita costaba lo que una comida completa para los dos, sino sólo para curiosear un ratito. Nos ofrecieron probar los distintos tipos de vinagre con diferente tiempo de añejamiento y estaban deliciosos, entre más añejado era un poco más dulce, un poco más espeso y mucho pero mucho más rico que cualquier otro vinagre balsámico que habíamos probado. Si no hubiera sido por nuestro justo presupuesto hubiéramos comprado una caja completa para todo el resto del viaje. Estaba realmente delicioso. Creo que para mí próximo cumpleaños pediré que me regalen un buen vinagre balsámico.

Para ese momento las tripas nos decían que ya era hora de ir a comer y más sabiendo nuestro próximo destino, la ciudad de Boloña, famosa por su spaghetti a la boloñesa. Y sí, fuimos a Boloña sólo para eso, que quede constancia del hecho. Sin embargo al llegar a Boloña nos llevamos la grata sorpresa de que está bien bonita la ciudad, estaba lluvioso el día pero no importaba porque Boloña nos recibió con la mayor extensión de banquetas techadas, o pórticos, en el mundo. Todas las construcciones por las que pasábamos contaban con sus pórticos cubriendo toda la banqueta, bien altos y amplios para que los peatones pudieran pasear por sus calles sin importar el clima. Si el día está soleado no necesitas sombrilla y si está lluvioso no necesitas paraguas, más comodidad peatonal no se puede. Incluso supimos que existe un pórtico de casi 4 kilómetros continuos sin interrupción hasta llegar a una iglesia a las afueras de la ciudad. Nos quedamos con muchísimas ganas de hacer ese recorrido, pero algo tenemos que dejar pendiente para regresar.

Además de eso la ciudad de Boloña en el medievo estaba llena de torres. Entre los siglos XII y XIII las familias más poderosas y adineradas construían torres como medio de ataque y defensa, así que una pequeña ciudad llegó a tener entre 100 y 200 torres de las que hoy se conservan muy pocas porque fueron destruidas o se cayeron. Era una cosa muy rara que pudimos ver en un dibujo. Nosotros vimos dos de esas torres que ahora están protegidas y las mantienen con trabajo porque una incluso está muy inclinada.

Lo que sí hicimos fue comer una pasta a la boloñesa y unas albóndigas en salsa de jitomate para morirse. El viaje a Boloña valió la pena sólo por esa comida extraordinaria. Se nos hizo de noche y tuvimos que regresar a Empoli donde nos estábamos hospedando pero si hubiéramos podido nos hubiéramos quedado todo un día en Boloña. Es una ciudad que se puede disfrutar muchísimo.


La opinión de Alfred sobre Pisa, Modena y Boloña:

Lo mejor: De Boloña la comida es extraordinaria porque probé la verdadera pasta a la boloñesa y con tristeza vi que en México nos dan gato por liebre. En Modena entrar al histórico taller de Enzo Ferrari y que Lulú viera el Ferrari con el que jugaba de niña en tamaño real.

Lo peor: Los atracos a los turistas por parte de gente que sólo está buscando engañar para obtener dinero.

Lo más chistoso: Afuera de la torre de Pisa habían unas mujeres que estaban pidiendo dinero para una disque organización de mudos pero nos dimos cuenta de que sólo estaban estafando a la gente y Lulú fue con una de ellas a preguntarle cosas hasta que la obligó a hablar para evidenciarla en frente de todos los turistas que estaban alrededor. Yo nada más veía a Lulú gritando "¡Sí hablan! ¡Sólo están robando a la gente!"















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