Amán, Jordania: el Mar Muerto y la Pompeya de Medio Oriente

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16 de noviembre de 2022. Desde Wadi Rum tomamos un autobús que nos llevó hasta Amman, la capital de Jordania y nuestro último destino en ese hospitalario país. Llegamos ya de noche así que ese día sólo salimos a cenar pero casi por casualidad caímos en el restaurante más tradicional de Jordania, de esos que tienen más de 50 años con mil fotos de famosos que han ido a comer ahí incluyendo los reyes. Ahora es el restaurante más reconocido del país.

El día siguiente fue bastante tranquilo porque descansamos un poco y aprovechamos el día para resolver detalles de los siguientes días en Amman. Salimos a recorrer la ciudad en busca de agencias de viajes que nos vendieran un tour al Mar Muerto de ida y vuelta pero preguntábamos y preguntábamos y todas eran de viajes internacionales que no tenían nada que ver con lo que estábamos buscando. Por fin dimos casi por casualidad con una que estaba en la recepción de un hotelito. Bienvenido, claro, nosotros les podemos ofrecer el tour de un día al Mar Muerto. Pasen, siéntense. Nos recibieron, nos sentaron, nos trajeron dos pastelitos de coco, nos llevaron al comedor del hotel y nos sirvieron té que Alfred quiso rechazar pero lo obligaron a sentarse y tomárselo. Todo eso sería muy sospechoso en México, luego luego hubiéramos estado pensando que nos iban a querer vender un tiempo compartido o algo así pero en Jordania es de lo más normal. El país es reconocido como uno de los más hospitalarios del mundo y sí, no hay manera de escapar de su hospitalidad. Al final acordamos el tour que queríamos.


Al día siguiente llegó el taxi del tour por nosotros, nos llevó primero a Madaba, una ciudad cercana a Amman que al día de hoy es mayoritariamente cristiana y que tuvo un auge importante siendo parte del imperio romano bizantino. Entramos a la iglesia de San Jorge, única porque en su piso cuenta con el mapa más antiguo de Tierra Santa hecho de pequeños mosaiquitos. Llegamos bien temprano, justo para la hora de la apertura así que había poca gente y pudimos ver a detalle el mapa que era impresionante tanto por ser un mapa tan antiguo como por el trabajo tan elaborado para su realización.


Después nos llevó al Monte Nebo que es hasta donde llegó Moisés con toda la gente que guió en el éxodo desde Egipto. Para ese momento Moisés estaba enfermo y se sabe que murió poco después así que seguramente habrá sido en ese monte o cerca de ahí. Se dice que desde ahí vio la tierra prometida, a donde los judíos irían a vivir y por eso llegaron a Jerusalén.


En el siglo IV se construyó una iglesia ampliada en la época bizantina y aunque al día de hoy la iglesia ha sufrido muchas modificaciones y ya es en gran parte museo todavía da servicio como iglesia, y de hecho nos tocó presenciar una misa de indios en su idioma hindi No entiendo nada del hindi, pero puedo adivinar en qué parte de la misa van.

Después el conductor nos llevó a un hotel resort a orillas del lago llamado Mar Muerto y, aunque no hablaba inglés y nosotros no hablábamos árabe, se las ingenió para guiarnos por el hotel, conseguirnos locker para nuestras cosas, llevarnos hasta la playa del Mar Muerto, explicarnos el tiempo que teníamos que estar en el mar, a qué hora era la comida y dónde nos veía para llevarnos de regreso. Investigamos un poco sobre el Mar Muerto y encontramos que estábamos a 400 metros bajo el nivel del mar y que es tan salado y denso porque el agua acumulada en ese lugar no tiene salida así que todos los minerales y sal se quedan en esa agua. Muy interesante. 

Nos pusimos nuestro traje de baño y primero hicimos sesión de fotos antes de meternos los dos al mar. Entré primero yo, ¡Ay! El agua está un poco fría, yo me la esperaba caliente. Oye, la consistencia es como de aceite, muy rara, mira. Me acosté en el agua y en lugar de hundirme como sería lo común luego luego mi tronco y mis piernas flotaron sin ningún esfuerzo. Más bien lo que costaba trabajo era hundirse, o más bien era imposible. Estaba muy divertido. Luego Alfred se metió y no podía creer la sensación, nos daba muchísima risa flotar así nada más, y más todavía meter las piernas y tratar de dejarlas hundidas, era como si todo el cuerpo fuera un globo lleno de aire. Luego como los demás turistas nos pusimos lodo del Mar Muerto que está lleno de minerales. Nos enteramos de que los nabateos llegaron a comerciar ese lodo, los romanos lo llegaron a usar como cemento en sus construcciones, y ahora los turistas nos embarrábamos con él para que el cuerpo quedara suavecito. Nos enjuagamos y fuimos a la alberca del hotel donde nos encontramos con unos mexicanos con los que nos pudimos evitar ponernos a platicar, ellos también andaban conociendo esos lugares curiosos. Comimos en el buffet del hotel y regresamos a Amán muy contentos con la experiencia que había sido conocer ese extraño lugar.

Al día siguiente fuimos a conocer la Ciudadela de Amán, en donde hubo poblaciones de asirios, babilonios y persas, después fue conquistada por los griegos en el siglo IV aC dándole el nombre de Filadelfia en honor a su gobernante Ptolomeo II Filadelfo. Después como siempre llegaron los romanos y dejaron construcciones magníficas como el templo de Hércules más grande de todo el imperio romano y sí que se notaba que era enorme. Vimos los escasos restos de una estatua de Hércules que era gigantesca ¡Uy! Se ve que esa estatua estaba increíble, qué lástima que no se conservó.

Recorrimos también las ruinas del Palacio Omeya construido en el siglo VII bajo el dominio musulmán y que sirven para darse una idea de lo bonito que estaba ese palacio. Solamente se conserva muy bien la magnífica entrada estilo bizantino del palacio que nos encantó sobre todo porque le han restaurado hasta la cúpula de madera. 

Visitamos además el teatro romano que no podía faltar y un par de pequeños museos sobre tradiciones y cultura de Jordania donde vimos herramientas y vestimentas tradicionales ¿Ya viste? La vestimenta de las mujeres es súper parecida a la actual de las musulmanas. Definitivamente eso de taparse la cabeza es de antes del Islam. 

Al día siguiente fuimos a la estación de autobuses para tomar el transporte público hacia el sitio arqueológico de Jerash, nos subimos al pequeño autobús que nos dijeron y nos sentamos a esperar a que se llenara, gente subía y de pronto algunos bajaban porque se desesperaban Ay no! Que no se bajen, estamos perdiendo integrantes y así el bus nunca va a salir. Después de unos 30 minutos por fin salimos con camino a Jerash y llegamos como una hora después, buena hora para empezar nuestro recorrido por aquella ciudad fundada por Alejandro Magno y enriquecida por los romanos, especialmente durante Adriano y Trajano. El recorrido empezó atravesando la Puerta de Adriano construida en su honor ¿Qué onda con Adriano? No hemos dejado de ver legado de Adriano desde el Muro de Adriano en Escocia hasta acá en Jordania. Sí que anduvo por todo el imperio. 

Desafortunadamente un gran terremoto en el siglo VIII destruyó mucho de la ciudad pero lo que aún se conserva es impresionante y enorme, no por nada le llaman la Pompeya de Medio Oriente. Recorrimos durante horas las ruinas del Templo de Zeus, el Templo de Artemisa, teatros romanos que hasta el día de hoy se usan para eventos.


Recorrimos la fascinante ciudad hasta llegar a la avenida principal bordeada con columnas jónicas y corintias a cada lado. Decidimos caminarla toda para recorrer la ciudad como lo hacían los antiguos romanos e imaginarnos cómo se veía esa ciudad hace dos mil años. Sin duda era una ciudad hermosa que dejaba con la boca abierta a cualquiera que la visitara. Por supuesto que los romanos usaron todos sus conocimientos en ingeniería hidráulica para tener agua corriente en sus fuentes sin importar la época del año. En esos lugares siempre dan ganas de viajar en el tiempo y poder verlos en su esplendor.

Regresamos a Amán para dejar todas nuestras cosas listas y levantarnos temprano al día siguiente, despedirnos de Jordania que nos encantó, tomar el autobús a la frontera con Israel, hospedarnos un día en Tel Aviv y de ahí volar a Egipto. La pasamos más que bien en Jordania, un destino al que definitivamente regresaríamos.

La opinión de Alfred sobre Amán:

Lo mejor: ¡El restaurante Hashem! ¡Qué rico se come en Hashem que es básicamente la Casa de Toño de Jordania! Ya lo extraño.
Y puntos extras para Jerash que está muy bonito.

Lo peor: La ciudad está hecha con las patas. Todo está en montaña, sube, baja, callejón. Son 19 colinas que atraviesan toda la ciudad y no hay escaleras que conectan las calles de arriba con las de abajo y tienes que dar unas vueltas tremendas.

Lo más chistoso: Ir al Mar Muerto a flotar como bolla, es una experiencia muy extraña rallando en lo cómico. Flotas a tal grado de que es difícil meter las piernas y dejarlas adentro del agua.
















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