12 de noviembre de 2022. Después de cuatro días en el desierto conviviendo con los beduinos llegó el momento de viajar a la fabulosa Petra. Nos fuimos desde Wadi Rum con un taiwanés que había rentado coche y que se había quedado en el mismo campamento que nosotros. Así salió el traslado más fácil, más barato y además con compañía. Nos bajamos del coche ¡Llegamos! ¿O no? Espera, me está mandando el anfitrión una nueva ubicación. Para llegar tuvimos que caminar como 15 minutos de subida, nada tan difícil pero no lo teníamos considerado y cuando uno está cansado todo es pesado. Cuando llegamos al Airbnb el anfitrión nos recibió con té, miles de disculpas por el inconveniente y con una mejor recámara que la que habíamos reservado así que al final no nos pudimos quejar mucho a pesar de que la caminata a Petra iba a ser 30 minutos en lugar de los 15 que habíamos considerado al reservar en ese lugar.
Hoy en la noche vamos a celebrar el cumpleaños de mi sobrino, cumple 2 años y están invitados al festejo. ¡De maravilla! No podíamos decir que no, veríamos cómo festejan en Jordania los cumpleaños. Al poco tiempo, por ahí de las 7 de la noche, empezaron a llegar los invitados, parte de la familia que vive cerca, hombres, mujeres y los hijos. Todos saludándonos con sonrisas y dándonos la bienvenida a Jordania. Nos dieron espacio en uno de los sillones, nos sirvieron agua y lo que le llaman café verde que era café con cardamomo que estaba delicioso. Llegó el pequeño festejado, pusieron en la mesa el típico pastel de cumpleaños que ya conocemos, pusieron otros postres en la mesa, les pusieron las velitas y empezó el canto del Happy Birthday, sí, esa misma canción, parte en inglés y parte en árabe. Sirvieron los pasteles, nos dieron unas rebanadas gigantes de pastel y de postres típicos de Jordania que no pudimos rechazar porque en Jordania eso es de muy mala educación pero sí logramos que nos dieran una sola ración para los dos porque de verdad que era demasiado. Terminamos de comer los postres y empezamos a armar con los niños la guerra de globos en la sala que servía como campo de batalla. No dejaban de gritar mi nombre que rápido se aprendieron para llamar mi atención, lanzarme sus globos y que yo se los regresara rápidamente entre risas por todos lados. Nos estábamos divirtiendo literalmente como niños con quienes no había que hablar el mismo idioma, solamente había que jugar como todos sabemos hacerlo. Después nos llamaron a otra salita donde sólo había adultos a escuchar a un señor tocar el laúd árabe, un instrumento parecido a la guitarra. ¿Se saben ésta? Cántenla. Inmediatamente reconocimos la melodía de Martinillo y la cantamos aunque se nos hacía algo raro que adultos estuvieran cantando esa canción, pero bueno, ni modo que cuestionáramos sus gustos. Un ratito después nos pudimos a platicar con unos chicos de Singapur que también se estaban hospedando ahí para visitar Petra. Al poco tiempo toda la familia empezó a despedirse y tan tan. Después de 2 horas la fiesta de cumpleaños ya se había acabado ¿En serio ya acabó? ¡Qué cortita! ¡Uy! ¡En México a penas estaría empezando!
El día siguiente lo aprovechamos para descansar, ayudarle al cuerpo de Alfred a mejorar la tos que traía y a que yo no empeorara porque ya empezaba con garganta inflamada y ese día había amanecido completamente afónica. La visita a Petra los siguientes dos días sabíamos que iban a estar intensos así que era mejor llevárnosla tranquilos ese día.
Despertamos a la mañana siguiente para empezar la visita. Salimos del alojamiento e íbamos caminando cuando vimos un coche que acababa de pasar echándose en reversa y bajando la ventanilla ¿Van a Petra? ¿Quieren que los llevemos? Una pareja de Azerbayán que no sé cómo notaron que éramos turistas, seguro que no fue por nuestras botas, mochilas, botellas de agua y sombreros de exploradores. Súper amables nos llevaron en su coche hasta la entrada a Petra. ¡Muchísimas gracias! ¡Disfruten mucho el paseo! Empezamos por el camino para entrar a la famosa Petra. Una magnífica ciudad que fue construida por los nabateos entre el siglo VI y I aC, una población beduina que alguna vez fue nómada se asentó en una ciudad escondida entre montañas en una de las rutas de comercio más importantes lo que facilitó que prosperara la ciudad de manera inimagible.
Desde el principio de la ruta hacia la entrada de Petra vimos vestigios de bases enormes para estatuas y fachadas talladas en la roca de los montes y montañas, algunas muy sencillas que alguna vez fueron viviendas y otras que asemejaban templos griegos que al parecer en realidad eran tumbas. Seguimos caminando, entramos a un cañón hermoso de enormes paredes rojizas y rosadas esculpidas por el paso del agua a través de miles de años, que además tenía intervención de la mano de los nabateos quienes construyeron tuberías para encausar el agua hacia su maravillosa ciudad. Ya tan sólo ir caminando en ese cañón era una gran experiencia, nunca habíamos estado en una entrada a una ciudad semejante.
De repente entre las paredes del cañón empezamos a ver partes de una fachada que parecían ser de una iglesia o algo semejante. Se abrió el cañón y ante nosotros nos encontramos con una plaza repleta de gente admirando y tomándose fotos con la fachada más famosa de Petra, el llamado Tesoro que en realidad su nombre nada tiene que ver con su función que era una tumba. Era fascinante estar viendo una fachada hermosa y única en el mundo. Una mezcla de estilos de todas las culturas con las que los nabateos comerciaban y tallada en la roca rosa del cañón en un estado de conservación es impresionante. Los vendedores y guías nos acosaban para que les compráramos algo o que aceptáramos aunque sea subir a un mirador a cambio de algunas monedas Deberíamos de poder subir a ese mirador sin que nos cobren, si ya pagamos una entrada súper cara. Vamos a ver. Pero no, no había manera, la gente de ahí estaba muy a las vivas para que no te colaras sin pagarles por algo que evidentemente no deberían de estar cobrando.
Nos dimos por vencidos y decidimos seguir el recorrido para hacer los 10 kms de ruta que teníamos planeados para ese día. 10 kms que al final se convirtieron en 25 kms no sé bien por qué pero que disfrutamos muchísimo. Tomamos un camino cuesta arriba para llegar hasta un antiguo templo de sacrificios de lo que ya casi no quedaba nada pero que tenía una vista privilegiada a algunas partes de Petra. Desde ahí podíamos ver que la ciudad en su momento en tiempos de los nabateos y de los romanos había sido enorme porque todavía quedaban vestigios de templos y varias tumbas talladas en las paredes de las montañas.
La bajada la hicimos por otra ruta muy interesante porque era la antigua ruta de las procesiones hacia el altar. Es increíble tan sólo imaginar la cantidad de gente que ha pasado por ese lugar desde hace miles de años.
Seguimos la ruta para encontrarnos con más fachadas que aunque desgastadas ya por la lluvia y el viento se notaban obras bellísimas. A algunas podíamos entrar para ver sus espacios interiores, algunos bastantes grandes pero todos muy sencillos por dentro únicamente para contener las tumbas de varias personas. Una de las cosas que a mí más me llamó la atención fue que en algunas secciones la piedra era tenía lineas de varios colores, increíble. Le daba un aspecto muy peculiar sobre todo a los interiores de las tumbas. Me recuerda a Júpiter. Le llamaré roca jupiteriana.
Seguimos el camino de nuevo cuesta arriba para llegar hasta el llamado Monasterio, el punto turístico más lejano de Petra. Esta fachada parecida al Tesoro pero más grande al parecer también había sido una tumba pero que durante el periodo bizantino se usó como iglesia. Entramos y sí tenía un espacio muy grande para fácilmente albergar todo el espacio de una iglesia sin problema. Ahí cerca Alfred y yo encontramos una cuevita para sentarnos y comer los sandwiches que traíamos mientras veíamos a otros turistas tomando y tomando fotos sin parar.
Bueno, listo, vámonos de regreso. Ahora teníamos que regresar parte de los kilómetros que habíamos recorrido pero ya comidos teníamos fuerzas de sobra. Pasamos por el llamado Gran Templo que en realidad había sido la sede del ayuntamiento donde las reuniones de la corte tomaban lugar y se tomaban esas decisiones importantes que sólo la gente en los más altos mandos podía tomar. En su momento ese complejo era una locura, con unas albercas de agua enormes simplemente de adorno, algo impensable en desiertos tan áridos como ese. Desafortunadamente hubo terremotos muy fuertes en el siglo IV y siglo VI que destruyeron parte de estas magníficas construcciones, pero seguro que había sido algo magnífico que ahora sólo nos podíamos imaginar.
Al día siguiente nos fuimos caminando a Petra y esta vez no tuvimos la suerte de que alguien nos diera aventón. La ventaja es que era de bajadita. Llegamos, pasamos de nuevo por el magnífico cañón que no nos habíamos cansado de ver, pasamos por la fachada del Tesoro que nos sorprendió de nuevo, era demasiado bonita y especial. Seguimos nuestro camino hasta llegar al teatro que los nabateos habían construido tallando la montaña así que en realidad no había una construcción sino que todas las gradas estaban talladas.
Fuimos después a ver las llamadas Tumbas Reales que eran todas fachadas majestuosas una tras otra talladas en la roca de la montaña, algunas gigantescas. Llegamos hasta unas escaleras talladas por lo nabateos que todavía se conservan en partes ya que los romanos cambiaron las rutas de comercio y Petra fue perdiendo importancia hasta que quedó en el abandono. Subimos las escaleras a pesar de que Alfred no se sentía completamente bien por la tos que traía pero supongo que tampoco se sentía tan mal como para no aprovechar ese lugar único en el que estábamos.
Después de poco más de media hora nos llevaron hasta la cima de la montaña a otro templo con una vista de casi toda la ciudad. Seguimos el camino hacia donde decía que estaba el mirador para el Tesoro y cuando llegamos nos encontramos con una tienda de beduinos instalada cínicamente justo en la parte de la mejor vista con un letrero que decía Si quiere la vista tiene que tomar algo. Turista tras turista llegaba a ese punto y se decepcionaba con el cinismo del lugar. ¡Qué mal que permitan esto! De por sí la entrada a Petra ya es bastante cara como para que la tengan secuestrada y te tapen miradores para obligarte a pagar. Varios de los turistas que llegaban sí entraban a la tienda pero nosotros nos conformamos con lo que se veía de ladito que la verdad no estaba tan mal, y para ser sinceros la mejor vista era la de abajo, la de la llegada a la ciudad. Insuperable.
Terminando nuestro recorrido hicimos todo el maravilloso camino de regreso que yo de verdad podría haber hecho de nuevo, largo pero muy bonito y muy interesante. Ese día terminamos caminando 20 kms que disfrutamos muchísimo. Ahora entendemos por qué Petra es tan famosa, no se compara con nada que hubiéramos visto antes. ¡Nos encantó!
Por último entramos al Museo de Petra donde aprendimos un poco más sobre los nabateos, sus deidades que con la influencia de otras culturas adquirían atributos o historias de otras deidades, la forma en la que se cree que construyeron las impresionantes fachadas de las tumbas y algunos aspectos de su forma de vida.
La opinión de Alfred sobre Petra:
Lo mejor: Definitivamente la dramática entrada a través del cañón a la ciudad. Los nabateos la pensaron para impresionar a sus visitantes y lo sigue haciendo al día de hoy.
Lo peor: Si no te cuidas es una tourist trap gigantesca. Hay una cantidad impresionante de gente que quiere verte la cara y sacarte dinero. Desde el que te quiere pasear en burro, el que te quiere sacar la foto, el que te quiere llevar al mirador, el que te quiere dar información, el que te quiere vender moneditas romanas falsas. Eso fue muy evidente pero afortunadamente nosotros andamos en modo viajero a la vivas y no nos dejamos.
Lo más chistoso: Lo del cumpleaños, que justo llegando al Airbnb nos tocó el cumpleaños de un bebé al que nos invitaron, y nos pusieron a cantar Martinillo por alguna razón desconocida.
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