Wadi Rum, Jordania: increíbles paisajes marcianos

9 de noviembre de 2022. Madrugamos para tomar el autobús de las 7 de la mañana rumbo al sur de Israel, 4 horas después le anunciamos nuestra parada al conductor, la Rabin Border Crossing, se paró y nos bajamos. Somos los únicos que nos bajamos aquí. Espero que esté bien está parada para cruzar la frontera. No me gusta cuando somos los únicos en hacer algo, siempre pienso que estamos mal. Caminamos 15 minutos por la carretera hacia la frontera con Jordania y cuando vimos a turistas bajando de taxis frente a lo que parecía ser migración supimos que sí estábamos bien sólo que la mayoría de la gente llega a esa frontera directamente en algún vehículo o un tour que es lo más común. Todos los agentes tanto israelías como jordanos nos trataron de maravilla y el proceso fue muy rápido contrario a lo que esperábamos.

Saliendo ya nos estaba esperando un taxista súper amable que nos consiguieron los del campamento del desierto de Wadi Rum al que íbamos a llegar. Después de una hora de camino llegamos al Visitor's Center del desierto, donde otro conductor ya nos estaba esperando con una 4x4. Nos subimos y nos adentrarnos en el desierto. ¡Wow! ¿A dónde me traes? ¡Está increíble! Estábamos en el desierto en donde Lawrence de Arabia, el británico que durante la primera guerra mundial ayudó a los árabes en la rebelión contra el imperio otomano, puso su base de operaciones. También en Wadi Rum se han rodado películas como The Martian, Dune, Star Wars y Misión a Marte así que ya se imaginarán el espectáculo que estábamos viendo.


Después de un rato la camioneta dio una vuelta para adentrarse entre un par de montañas. Aparecieron unas construcciones que parecían cabañas pero recubiertas de gruesa tela ¡Ya llegamos! Aquí vamos a pasar 3 noches. La familia beduina dueña de ese campamento recibieron calurosamente y nos hicieron sentir más que bienvenidos. 

Al día siguiente cometimos el típico error de extranjero, no nos dimos cuenta de que había cambio de hora entre Israel y Jordania y nos levantamos una hora tarde, hasta que fueron a tocarnos a nuestra puerta para decirnos que ya estaba el desayuno. Nos cambiamos de volada, desayunamos y nos subimos a la camioneta para empezar el primer día de tour por esos paisajes marcianos de arena rojiza que nunca habíamos visto. Las formaciones rocosas eran impresionantes, tan solo el paseo por el desierto para ver esas impresionantes formaciones ya valía la pena. 

Llegamos hasta donde se podían ver unas inscripciones y dibujos de camellos en la piedra de la montaña, primero pensamos que podían ser pinturas rupestres pero nos explicaron que eran indicaciones que hace 2000 años dejaban los nabateos para orientarse y saber dónde había agua. Como las señalizaciones que usamos en las carreteras de hoy. Entramos después a una tienda típica beduina toda cubierta de telas y tapetes donde el beduino de la tienda nos recibió con sonrisas y un té, nos sentamos tranquilamente y nos relajamos un ratito sin poder creer el lugar donde estábamos. Afuera de la tienda había unos camellos bien lindos con los que quisimos hacer amistad pero no se dejaron así que sólo les tomamos foto y nos fuimos.

¿Dijeron que les gusta caminar? Muy bien, los voy a bajar en el principio de este cañón y nos vemos 40 minutos después al otro lado. Conforme fuimos caminando nos dimos cuenta de que los únicos sonidos que se escuchaban eran los producidos por nosotros y que en cuanto nos deteníamos pasaban minutos sin un solo ruidito hasta que algún ave anunciaba su existencia. Alfred de pronto detectó una zona entre las montañas con un eco buenísimo y empezó a aplaudir y tronar los dedos más bajito, más fuerte, con diferentes ritmos, haciendo todo experimento que se le pasaba por la mente. Estaba entretenidísimo. Yo seguí avanzando escuchando siempre el eco de sus sonidos a mi lado pensando que quizás él también estaba avanzando pero no, cuando me di la vuelta Alfred seguía en el mismo lugar y ahí seguiría aplaudiendo y tronando los dedos si no fuera porque le grité para que avanzara.

Después el conductor nos llevó hasta una duna enorme Es la más grande de Wadi Rum y si quieren pueden subirla. Y obvio sí quisimos subirla. No nos llevó mucho tiempo llegar a la cima pero sí mucho esfuerzo porque cada paso que dábamos retrocedíamos medio, sin embargo caminar por esa arena rojiza nos motivaba a seguir adelante. Yo me había quitado mis zapatos y estaba ultra feliz de sentir la arena suavecita en mis pies.

Por habernos portado bien y haber subido hasta la cima de la duna ya nos habíamos ganado nuestra comida. El guía nos llevó a la orilla de una montaña para preparar la comida al estilo beduino. Cocinó unas deliciosas verduras en una fogata con los tronquitos secos que encontraba y completó con hummus y pan árabe. Sencillo y delicioso. Además estuvimos platicando con él sobre su forma de vida y su país, y cuando le comentamos que Jordania tiene mucho refugiado nos contestó No son refugiados, son árabes, son nuestros hermanos. Eso me conmovió muchísimo porque dejó muy claro que las fronteras no les han quitado su identidad como cultura árabe y que todos deben de ayudarse sin importar las fronteras políticas.

Seguimos nuestro recorrido por el desierto, fuimos a ver unos escaladores subiendo la pared de una de las montañas Ahí están, en esa grieta. ¡Ay! ¡Ya los ví, qué miedo! ¡Se ven diminutos, qué bárbaro! Me encanta ver a la gente que hace ese tipo de cosas, para mí es ver lo que el cuerpo humano logra con entrenamiento y determinación.


Nos encontramos otros lindos camellitos en el  camino y uno de esos nada más no se quitaba de la ruta para los vehículos y dejar que avanzáramos más rápido así que fuimos detrás de él un buen rato hasta que decidió que era prudente moverse. Seguimos para hacer otra caminata por el desierto abierto en donde esperábamos que el guía no nos abandonara. Terminamos el día cenando más que delicioso de regreso en el campamento y tomando té alrededor de una fogata con la que los beduinos nos decían que éramos bienvenidos y que esa era nuestra casa.

Ese día en la noche nos llamaron para ver desenterrar nuestra cena que se había estado cocinando bajo tierra. Cuando la destaparon olía tan rico como sabía, pollo con verduras y especias. Después de la cena nos reunieron alrededor de la fogata para contarnos de su estilo de vida beduino. Aprendimos que los beduinos se organizan en tribus y en el pasado eran completamente nómadas pero cuando se filmó la película Lawrence de Arabia en 1962 descubrieron agua subterránea lo que hizo que pudieran dejar de emigrar y hoy ya no son nómadas. También tienen su propio sistema judicial para arreglar asuntos entre las diferentes tribus, casi todo se resuelve en ese marco legal propio y el gobierno sólo interviene en caso de ser necesario, y que tienen por supuesto medicinas naturales que obtienen del propio desierto como veneno de serpiente. Después nos sorprendieron con bailes y cantos tradicionales beduinos en los que, nos explicaron, son sólo los hombres los que participan. Algo muy curioso para nuestras culturas.


El segundo día de tour conocimos otras partes mágicas del desierto, subimos a varias formaciones curiosas esculpidas durante millones de años por las corrientes de agua de los mares que cubrían la zona y posteriormente por las lluvias y viento. Subimos a un puente natural, una roca que tiene forma de barco, otra en forma de hongo y otra en forma de montaña que sí era una montaña a la que subimos a través de una duna en lo que nuestro guía tenía la deliciosa comida lista.

El último día nos despedimos del campamento que tanto nos gustó y del que no nos queríamos ir por el lugar pero sobre todo por la hospitalidad de esa familia de beduinos que nos recibió. Ese día compartimos el tour con un taiwanés bien buena gente con el que vimos otras partes impresionantes del desierto como otro puente natural de roca pero éste mucho más alto que el anterior y que parecía que en cualquier momento se podía caer. Aún así yo me subí aprovechando que ya estábamos ahí Si así lleva miles de años no creo que justo hoy se caiga. Desde arriba afortunadamente es muy difícil saber en qué momento estás sobre el hueco del puente.

Fuimos por último a la llamada casa de Lawrence de Arabia que en realidad es una pequeña construcción sin chiste en donde habitó durante tres días, pero al ser una persona tan importante en la historia de la región se volvió un atractivo turístico que además tiene una vista espectacular del desierto. Nosotros escalamos un poco por las montañas de atrás de la casa y la vista que se nos presentó fue realmente increíble.


La opinión de Alfred sobre Wadi Rum:

Lo mejor: La gente. El desierto en sí es espectacular pero el trato que nos dieron los beduinos con los que nos quedamos verdaderamente fue increíble.

Lo peor: Me enfermé de tos entonces todo el día respirando arena y en la noche humo de fogata no era lo mejor para mi garganta.

Lo más chistoso: Lulú les pagó la mitad de lo que valía el tour por error pero después ya estando en Petra nos dimos cuenta, fuimos honestos y les pagamos la otra mitad por medio de un familiar que vive en Petra. Al parecer nosotros no sabemos hacer cuentas y ellos tampoco.












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