Nairobi, Kenia: perdiendo maletas, conociendo serpientes, aprendiendo bailes africanos

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17 de enero de 2023. Nos despedimos de India y nos preparamos para volar a Nairobi, la capital de Kenia. En el aeropuerto a todos los que teníamos una escala en Addis Abeba, capital de Etiopía, de más de 8 horas nos dieron un pase para habitación en un hotel con una comida incluida. ¡Oye! ¡Qué bien! Así sí da gusto tener escalas de muchas horas. Documentamos mi mochila porque pesaba un poco más de los 7 kgs permitidos para llevarla como equipaje de mano. Después de 5 horas de vuelo desde Mumbai llegamos a Addis Abeba, tomamos el bus y llegamos a un hotelazo de lujo, el mejor hotel de todo el viaje y además gratis. ¡Ya me gustó Etiopía!

Después de nuestra espera en el hotel pasaron por nosotros, nos llevaron al aeropuerto, tomamos el siguiente vuelo y llegamos a Nairobi, Kenia a la una de la mañana. Nuestra primera vez en África Subsahariana, en la tierra que dió origen a la humanidad y de donde son los mejores maratonistas del mundo. Ya llegamos. ¿Y mi maleta? ¿Y mi maleta? ¡Oh no! Pasó lo que siempre tememos cuando documentamos una maleta, simplemente no llegó en ese vuelo y la aerolínea no sabía en dónde estaba así que metimos el reporte por equipaje faltante con la esperanza de que llegara en el vuelo del día siguiente según nos informaron, mientras tanto a lavar todos los días mis calzoncitos. ¡Ya no me gustó Kenia!

Llegamos al Airbnb más ligeros de lo planeado y dormimos unas horas antes de salir para pedir apoyo en una oficina de Ethiopian Airlines por mi maleta perdida y también porque el vuelo de salida de Kenia ya lo habíamos comprado pero no estaba confirmado. Al llegar al centro de la ciudad nos sorprendió lo parecida que se veía a la Ciudad de México, era como estar en la zona de Insurgentes Sur, súper curioso. Alfred y yo nos imaginábamos una ciudad más caótica y menos desarrollada pero nos encontramos con algo totalmente distinto. ¡Hay banquetas y no hay basura! Después de India esto era el paraíso para nosotros.

Entramos a las oficinas de Ethiopian Airlines con dos problemas y salimos con uno. El boleto de avión quedó arreglado pero de mi maleta no sabían nada y ni siquiera los de las oficinas podían comunicarse a los teléfonos de la aerolínea para darnos actualizaciones. Nos dijeron que ellos no podían hacer nada y que fuéramos al aeropuerto pero aplicamos la carita de perrito triste y mojado y nos acabaron dando el contacto directo de un chico que trabajaba en el aeropuerto para que nos ayudara con la reaparición de mi maleta.

Al día siguiente sin tener noticias aún de la maleta hicimos un walking tour por el centro con un keniano que nos estuvo platicando sobre los edificios que veíamos que casi todos eran de gobierno. Nos platicó también un poco de la historia del país, que originalmente eran 42 tribus de las cuales solamente hay 2 que viven hasta la fecha de manera tradicional, de su independencia de Gran Bretaña en 1963,  que ahora la educación es obligatoria y que el estado da muchas facilidades para que la gente incluso de bajos recursos pueda ir a la universidad.

Después fuimos a comer esperando tener noticias de la maleta pero nada, el chico del aeropuerto nos avisó que ya estaba localizada y que tenía que llegar en el vuelo de la una de la tarde pero no llegó. Creo que tendré que ir a comprar algo de ropa interior y una playera para sobrevivir por lo menos los días del safari. Fuimos a comprar lo mínimo necesario y cuando regresamos al departamento me di cuenta de que se me había caído la llave en un Uber pero nunca pude comunicarme con el conductor y ya era un poco tarde para conseguir cerrajero. Después de tres horas de estrés, frustración y mal humor por fin llegó un cerrajero y pudimos entrar al departamento. En el inter los del safari nos dieron chance de posponer un día el tour y así pudimos descansar un poco porque ya estábamos abrumados con esos problemitas que en retrospectiva eran tonterías pero que en su momento te ponen de malas.

Al día siguiente un poco descansados fuimos al Nairobi National Museum que nos encantó. Aprendimos un poco sobre los animales que habitan la región, los diferentes antílopes, el elefante, los leones, etc. Fue en la región de Kenia y Tanzania en donde se dio el origen del hombre y el museo tiene toda una sección dedicada a su evolución incluyendo los restos de Lucy que tan importantes fueron en su momento para explicar nuestra evolución. Vimos en el museo representaciones de otros homo erectus que se extinguieron al no ser tan inteligentes y no poder hacer herramientas tan buenas como las de nuestros antepasados.

En ese mismo complejo fuimos al serpentario con ejemplares hermosos de serpientes y algunos reptiles de la región. ¿Quieren cargar una serpiente? Yo sin dudarlo dije que sí, me encanta tocar y cargar cuanto bicho y animal se pueda y entre más raro y feo es mejor. 

Yo creo que todos los animalitos son maravillosos y especiales en su propio estilo. El señor del serpentario nos enseñó una pitón súper bonita y suavecita y un camaleón bien simpático. Nos fue platicando sobre cada una de los ejemplares que tienen en el de serpentario, algunos muy peligrosos que por supuesto no podíamos tocar como la mamba verde y la mamba negra que no sólo son venenosas sino letales pero que rara vez atacan a los humanos, en realidad sólo lo hacen cuando se sienten amenazadas y la mayoría de las veces es porque alguien torpe por un descuido la pisó.

De pronto llegó la llamada que tanto estábamos esperando: mi maleta ya estaba en el aeropuerto, así que saliendo del museo tomamos un taxi hasta el aeropuerto para recoger a mi pobre maletita que por despistada se fue a Sudáfrica y desde allá tuvo que volar a Kenia. Ya con la maleta recibida pudimos descansar para irnos al siguiente día al safari que contaré en otra publicación en el blog.

Después de nuestros espectaculares cinco días de safari regresamos a Nairobi a una zona bastante alejada del centro de la ciudad pero que nos quedaba perfecta para ir al centro de conservación de jirafas. Al día siguiente nuestro regreso nos levantamos temprano para salir a correr, no podíamos dejar pasar la oportunidad de correr en Kenia, de donde son los mejores corredores del mundo. Corrimos alrededor del vecindario de la casa donde nos estábamos hospedando y seguro que los kenianos que nos vieron correr pensaron que tan solo íbamos caminando Esos pobres extranjeros ¿a eso le llaman correr? Para los kenianos correr es lo más natural del mundo, de hecho en la ciudad de pronto la gente corre para ir de un lugar a otro en lugar de caminar y los niños que van las escuelas en zonas rurales corren a sus escuelas y de regreso a su casa, hasta 20 kms al día.

Después de la corrida y un rico desayuno bien merecido nos fuimos al centro de conservación de jirafas donde nos explicaron que la jirafa que ahí conservaban es la Rothschild porque estuvo a punto de extinguirse debido a que la cazaban mucho para que la gente tuviera en su casa hermosas pieles de jirafa que presumir entre sus vecinos, amigos y familiares sin darse cuenta o sin que les importara que eso estaba terminando con la existencia de unos animales bellísimos. Afortunadamente ya somos más conscientes de lo absurdos que son esos lujos y del impacto que tienen sobre el ecosistema. En el centro de conservación pudimos darle de comer algunas jirafas súper lindas con lengua larga gris y rasposa y nos explicaron que tienen un terreno muy grande para las jirafas y ellas deciden si por el durante el día van al centro de conservación a interactuar con los turistas o no. Una vez que las jirafas llegan a una edad madura y están listas las dejan en total libertad.

Saliendo del centro de conservación nos fuimos a un centro cultural de Kenia donde entramos a un foro enorme con bien poquita gente porque era martes y pudimos ver un show súper bonito de música y danzas típicas de las tribus de Kenia. Nos quedó clarísimo que las raíces de los ritmos latinoamericanos como la cumbia vienen de ritmos africanos que llegaron a América con los esclavos africanos y ahora es una parte importantísima de nuestra identidad. Es increíble cómo estamos tan relacionados con culturas que pensaríamos muy lejanas.

Durante el show uno de los bailarines se nos acercó y me llamó para que pasará al escenario a bailar y por supuesto que yo salté de mi asiento y me lancé al escenario para ponerme a bailar junto con esos brillantes bailarines kenianos. Alfred tampoco se salvó porque después de un par de piezas lo llamaron a bailar y yo casi casi que lo aventé para que también pasara al escenario. Estuvo divertidísimo.

En ese mismo centro cultural visitamos una muestra de cabañas representando la manera en la que diferentes tribus de Kenia viven o vivían tradicionalmente. En muchas casos eran las mujeres las que construían el 100% las cabañas o al menos ayudaban con el recubrimiento de follaje seco. Todas estas tribus al ser seminómadas sus cabañas sólo duraban unos cuantos años para después desmontar todo,  moverse a una nueva región y volver a construir ahí su pueblo.

Así cerramos nuestro viaje en el maravilloso Kenia que nos fascinó y nos hizo quedarnos con las ganas de conocer mucho más de ese país y de otros países africanos que seguro conoceremos en algún otro viaje.

La opinión de Alfred sobre Nairobi:

Lo mejor: Yo creo que fue el centro cultural con los bailes de todas las tribus de la región y aunque no fueron todas porque son muchísimas sí de las más importantes, y me impactó mucho darme cuenta de que muchos de los ritmos latinos definitivamente vienen de esta región de África. También extrañamente me gustó mucho el serpentario aunque en lo particular no me encantan las serpientes pero a Lulú le encantó a estar agarrando bichos por todos lados.

Lo peor: Fue lo que nos pasó con la maleta de Lulú que la aerolínea se la perdió y entonces estuvo tres días sin cambiarse de ropa la cochina y también Lulú perdió la llave del cuarto del Airbnb y entonces ya no tenía ropa, ya no tenía donde dormir, ya no tenía nada. Entonces sí fueron unos días bastante estresantes que nos distrajeron un poquito de disfrutar el viaje.

Lo más chistoso: En el centro cultural en el jardín había una familia de pumbas (jabalís) que nos tocó ver que se metieron al centro cultural a una zona donde había un buffet a tratar de comerse todo lo que pudieran mientras los meseros desesperados trataban de ahuyentarlos. Fue una escena muy chistosa.














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