Tam Coc, Vietnam: canales de ensueño y templos fantásticos

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5 de marzo de 2023. Mi mamá, Alfred y yo nos levantamos temprano y estuvimos listos súper a tiempo para dejar Hanoi e ir a nuestro siguiente destino. Llegó el autobús del tour por nosotros para empezar unos días de aventura en lo que alguna vez fue la capital de los Viet, la etnia que acabó conquistando todo el territorio vietnamita y de la que sale el nombre del país. Después de pocas horas de camino bajamos en Hoa Lu, la primera capital feudal de Vietnam construida a partir del 968 en un sitio estratégico entre montañas y ríos complicadísimo de atacar por fuerzas enemigas externas. Lo curioso es que las mayores amenazas no llegaron del exterior sino de la gente del propio palacio.

Visitamos los templos confucionistas, en los que veneran a los antepasados, dedicados a dos de los tres reyes que gobernaron Vietnam desde esos palacios. A un rey lo mató su propio hijo, luego a ese hijo lo mataron por traición al rey, los chinos se enteraron de todos los dramas que estaban pasando con los vietnamitas y llegaron a invadir pero la reina se casó con un importante guerrero vietnamita que se volvió el rey, pusieron orden y pudieron expulsar a los chinos.

La siguiente parada fue para hacer un pequeño paseo en bicicleta a un lado de un río. El paseo en teoría debía de durar 20 minutos pero al final fue como una hora porque éramos como 20 personas y las bicis no estaban en las mejores condiciones. A un señor incluso se le zafó un pedal y tuvo que regresar sin completar ya el paseo. Pero creo que lo que más retrasó todo es que nuestro guía de ese tour hablaba un inglés horroroso y no entendía nada de lo que le decíamos los demás así que fue la comunicación y resolución de problemas con la gente del grupo fue muy lenta y atropellada. Al final lo tomamos con humor y mi mamá, Alfredo y yo nos moríamos de la risa porque el pobre chico hacía cara de susto cada vez que alguien le hablaba en inglés.

Después de una rica y merecida comida nos llevaron a los canales de Tam Coc a hacer un paseo en una lanchita a remos en donde casi todas las personas remando eran mujeres y lo hacían principalmente con los pies ¡Wow! ¡Qué curioso está eso!

Nosotros íbamos muy felices en el paseo relajante en lanchita y mi mamá iba soñada con una sonrisota en la cara viendo los paisajes bellísimos de arrozales a los pies de escarpadas montañas.


Íbamos muy felices en el paseo pero nos dimos cuenta de que las lanchitas de todos los demás del grupo nos habían rebasado desde hace rato y que ya no veíamos a nadie más conocido alrededor. Creo que nos tocó la remadora más lenta de todas, y no habla inglés así que ni cómo decirle que se apure. Estábamos un poco preocupados porque el resto del grupo se iba a ir en el autobús a otra atracción mientras que nosotros necesitábamos solamente que nos entregaran nuestras maletas para hospedarnos en Tam Coc. A ver si no se van con nuestras maletas. Afortunadamente el despiste del guía esta vez jugó a nuestro favor porque se le olvidó que nosotros nos íbamos a quedar en Tam Coc así que él y el resto del grupo nos estuvieron esperando quién sabe cuánto tiempo hasta que llegamos, bajamos nuestras cosas y se pudieron ir ¡Fiuf! Nos salvamos de perder las maletas.

Al siguiente día nos fuimos con chofer privado, porque Vietnam permite esos lujos al ser tan barato, a Bai Dinh a ver los templos budistas más bonitos que habíamos visto en todo el viaje. Jamás nos hubiéramos imaginado tal cosa en Vietnam. Cuando llegamos vimos en el mapa que el lugar era enorme, todo un complejo de templos que fácil te llevarían todo el día completarlos. Nosotros decidimos contratar a una guía y que nos guiara por los templos más bonitos e importantes. Mi mamá muy atinadamente también aprovechó para comprarse su sombrero vietnamita que estuvo presumiendo el resto del viaje.

¡Oh! ¡Qué impresionante está esto! Visitamos primero un templo que casi nos mata de la sorpresa y la emoción. Las paredes repletas de pequeños budas, 10 mil figuras que adornaban las paredes de un salón enorme con un Buda de oro gigante al centro representando el pasado, presente y futuro. A los lados dos monjes budistas y cuatro guerreros custodiando el templo.

Después visitamos una pagoda de 13 pisos, afortunadamente había elevador y así pudimos subir muy cómodamente hasta arriba donde vimos una de las reliquias de Buda, un pedazo de hueso a donde los fieles budistas van a presentar sus respetos a Buda. Nuestra guía nos enseñó y prácticamente obligó a hacer correctamente la postura de las manos en forma de flor de loto y a hacer todo el ritual alrededor de las reliquias. A los budistas e hinduistas les encanta que uno  haga los rituales aunque no sea creyente, es una señal de respeto para ella también.

El complejo de templos era tan pero tan grande que no nos dio tiempo de visitarlo todo pero nuestra amable y sonriente guía nos llevó a lo mejor de lo mejor. Se ve que a ella le encanta ese lugar porque se notaba muy entusiasmada mostrando y explicando los templos. Uno pensaría que son viejos pero no, en realidad el complejo terminó de construirse a penas en 2010. Antes había un templo pero mucho más pequeño que lo que uno encuentra actualmente.

Después nos fuimos a Trang An que es un canal parecido al que habíamos visitado el día anterior pero diferente a la vez. Nos tuvimos que comprar unas papitas con sabores raros como pescado y queso dulce que hasta eso fueron suficientes para matar el hambre porque no nos había dado tiempo de comer.  El tour es de tres horas en lanchita. ¿Pues qué tanto se hace o qué? Al principio pensé que era demasiado tiempo y que tal vez me iba a aburrir o cansar, a diferencia de mi mamá que estaba súper entusiasmada porque si hay alguien amante de los paseos en lancha es ella.

El tour acabó siendo una hermosa sorpresa con paisajes preciosos, la visita a tres templos en honor a reyes y guerreros de Hoa Lu, y el paso en lancha por adentro de tres cavernas que atravesaban montañas completas.

¡La primera caverna que atravesamos era de un kilómetro de longitud! Y era tan bajita que de pronto teníamos que agacharnos o movernos para evitar pegarnos contra la roca.

Ese paseo en lancha estuvo increíble pero lo más increíble fue que después de las tres horas mi mamá no quería que terminara ese paseo. Si hubiera sido por ella ahí nos hubiéramos quedado a dormir.


La opinión de mi mamá sobre Tam Coc:

Lo mejor: Los templos estaba hermosos y los paisajes de ensueño. Las cavernas tenían su atractivo.

Lo peor: No nos dio tiempo de comer un día, compramos unas botanas comerciales llenas de aire y poco contenido. Si las agitabas sonaban a maracas.

Lo más chistoso: Que en el tour de las primeras lanchitas llegamos tarde al autobús y que todos nos estaban esperando sólo para recoger nuestras maletas.

También que en el segundo paseo en lancha Lulú me empujaba como muñeco para un lado y para otro para que no estrellara mi cabeza contra las formaciones rocosas de las cavernas.


















 

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