Bangkok, Tailandia: la brillante capital de la deliciosa Tailandia

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26 de enero de 2023. ¡Nos teletransportamos desde Kenia hasta Tailandia! Ah no, ojalá se pudiera hacer eso, la verdad fue un largo viaje primero de Nairobi, Kenia a Addis Abeba, Etiopía para hacer escala y llegar a Mumbai, India, pasar ahí una noche, madrugar y tomar el vuelo hasta Bangkok, Tailandia. Sí, todo eso hicimos porque salía más barato que otras rutas. Misterios de la aviación. Así finalmente llegamos a Bangkok, Tailandia donde tuvimos la entrada más rápida a un país de todo el viaje. Pero antes de eso, algo súper curioso es que en el aeropuerto nos encontramos con unos húngaros que habíamos conocido tres meses antes en Wadi Rum, Jordania ¡qué chiquito es el mundo!

En el aeropuerto de Bangkok llegamos a la zona de "visa on arrival", entregamos pasaporte, fotos, solicitud de visa y el monto a pagar. En otra ventanilla nos regresaron el pasaporte, el cambio por el pago de la visa y un formatito de aceptación del trámite, pasamos a ventanilla de migración. ¡Bienvenidos! y listo, sin filas, sin tiempos de espera y sin preguntas. Impresionante. En el aeropuerto nos recibió Chatchai, un amigo tailandés de Paco mi hermano que con esmero se dedicó a mostrarnos su querida y hermosa ciudad Bangkok, la capital del antiguo reino de Siam que nunca fue colonizado por europeos, muy suertudos e inteligentes.

Desde el aeropuerto Chatchai nos llevó en tren elevado y metro hasta nuestro alojamiento, fue una bendición porque nos explicó cómo pagar ambos transportes que en otros países nos hemos tardado en definir. Dejamos nuestras cosas y fuimos a comer a un centro comercial una de las comidas más ricas de nuestras vidas, la comida tailandesa es ultra deliciosa. No me hubiera imaginado que en cualquier fast food se podría comer tan rico. 

De ahí nos llevó a Chinatown para pasear un rato entre gente y puestos de comida, según él había mucha gente y mucho ruido pero nosotros después de haber estado en India más de un mes esto lo veíamos tranquilísimo. Cerramos la noche tomando un cóctel en un bar bien bonito de la zona con música en vivo.

Al día siguiente aunque estábamos bien cansados hicimos el esfuerzo de levantarnos temprano para que Chatchai nos llevara a un mercado flotante a desayunar, no todos los días un local se ofrece a pasearte por su ciudad, teníamos que aprovechar. Llegamos al mercado que le llaman flotante porque originalmente los puestos eran pequeñas embarcaciones en canales de agua, hoy ya tienen un espacio fijo construido en pilotes sobre el canal pero gracias a eso también es más fácil la logística. Alfred y yo parecíamos niños en juguetería viendo con emoción puesto tras puesto lleno de cosas desconocidas y evidentemente deliciosas, ahí desayunamos lo que Chatchai escogió por nosotros y fuimos muy felices, uno de los momento más felices de nuestras vidas. 

Seguimos caminando por el curioso mercado preguntado todo el tiempo qué era cada cosa que estábamos viendo. Después hicimos un pequeño paseo en lanchita de remos por los canales de Bangkok. Se sentía como haber regresado en el tiempo muy tranquilos y muy bonitos esos canales con paisajes de cuento.

Chatchai después nos llevó a conocer su universidad donde casualmente había un festival de jazz. Estuvimos paseando horas por el campus universitario que estaba increíble, parecía un hotel de lujo, con plantas selváticas por todos lados, canales de agua, algunos estanques con peces koi que a Alfred le encantan. La universidad estaba súper bien diseñada haciendo una mezcla perfecta entre la arquitectura de los edificios de la universidad y la naturaleza. Pasamos por la representación de una casa de madera típica tailandesa, le dimos de comer a peces, vimos los lagartos que viven ahí, fue como toda una excursión y todo eso dentro del campus universitario.

De ahí tomamos el ferry por el río hacia el centro de Bangkok. El ferry se fue parando en cada puerto, muchos con templos hasta llegar a nuestra parada, la del templo budista llamado Wat Arun. Entramos a visitarlo era el primer templo tailandés al que entrábamos y nos pareció maravilloso, el templo como tal fue construido en el siglo XVII pero fue hasta el siglo XIX que se construyó su distintiva torre o prang de 82 metros de alto que representa el Monte Meru de la cosmología hindú y por lo tanto también del budismo. La decoración del lugar era impresionante con esculturas y porcelana traída de China por los barcos mercantes que llevaban mercancía de Tailandia y para regresar tenían que transportar algo para que el barco tuviera estabilidad. Todo eso que transportaron lo usaron en la decoración de los impresionantes templos. 

El tercer día en Bangkok Alfred y yo nos levantamos tarde, necesitábamos descansar después de nuestro largo viaje desde Kenia. Ese día visitamos el templo Wat Pho donde contratamos a un guía que nos estuvo explicando sobre las estupas del templo tan ricamente decoradas en porcelana de China y que contienen las cenizas de personas. Las cuatro más grandes contienen las cenizas de cuatro reyes y las demás pequeñas contienen cenizas de gente de la realeza o gente importante con dinero. 

Nos explicó también sobre la arquitectura de los templos, que lo que parece fuego en realidad representan serpientes, que lo que parecen cuernos son representaciones del semidios Garuda, sobre buda y lo que significan las posturas que tiene. En la noche fuimos con Chatchai a un bar en la terraza de un hotel, una terraza totalmente abierta con vista de 360 grados a toda la ciudad de Bangkok, parecía otro mundo. Para nada me imaginaba esto de Tailandia.

Al siguiente día fuimos a visitar el atractivo turístico más importante de Bangkok el Gran Palacio que fue construido cuando se mudó la capital del reino de Siam de Ayutthaya a Thonburi y después a Bangkok en 1782. Estuvimos varias horas recorriendo los distintos e increíbles edificios del palacio, todos con decoraciones muy extravagantes de todos colores, con influencias claramente chinas e indias. Llevábamos a penas cinco minutos y ya habíamos tomado como 500 fotos.

Vimos el llamado Buda recoostado que nos dejó con la boca abierta del tamaño que tiene, de 46 metros de largo y con una expresión de paz y tranquilidad que daban ganas de recostarse como él. Nos explicó el guía que esa postura representa un Buda tranquilo, sin problemas y sin preocupaciones.

Después de acabar de recorrer el enorme Gran Palacio y una buena comida visitamos el Museo Siam que nos encantó porque tenía un exposición divertidísima y muy entretenida sobre la identidad tailandesa. Entendimos que para los tailandeses es un poco complicado definir qué es un tailandés y que ellos mismos cuando se lo preguntan no saben bien cómo definirlo pero que al final su identidad los une y se sienten muy orgullosos de ella. Aprendimos que el platillo famoso pad thai fue inventado precisamente para darle identidad al país como su platillo nacional.

Para terminar el día fuimos a una de las zonas más animadas y concurridas de Bangkok especialmente por las noches la calle Khao San donde fuimos a darnos un famoso masaje tailandés y a cenar con Chatchai que hizo el esfuerzo de llegar a cenar con nosotros a pesar de que su coche se le había descompuesto. Cenamos y paseamos por las bonitas calles de la zona en las que uno puede relajarse y simplemente dejarse llevar.

Nuestro último día en Bangkok lo pasamos visitando el Museo Nacional con obras de arte de la región desde la prehistoria pasando por diferentes épocas incluyendo por supuesto la llegada del budismo desde India y la influencia de China. Se nos hizo súper interesante ir viendo la evolución de los objetos a través de la historia de este país.

Por último y para cerrar con broche de oro fuimos a un show de danzas típicas de Tailandia que aunque fue corto, de 30 minutos, la calidad era espectacular, unos bailes y unos vestuarios y coreografías magníficos. Especialmente nos gustó que entre las representaciones había una historia del budismo que nosotros habíamos aprendido desde India entonces entendimos muy bien de lo que se trataba esa historia que cuenta cuando el dios Hanuman construyó el puente que unía a India con Sri Lanka, un puente natural que por cierto sí existía pero que fue destruido por un huracán.

Pasamos a un templo más porque nos quedaba cerca y se veía muy bonito, y efectivamente estaba súper bonito con su típica arquitectura tailandesa lindísima y tan característica que nos ha encantado.

Antes de dejar Bangkok salimos a correr un poco hasta un parque y aunque estaba muy contaminada la ciudad decidimos salir a correr porque era nuestra única oportunidad de correr ahí, no todos los días uno está en Bangkok.

La opinión de Alfred sobre Bangkok:

Lo mejor: ¡Uy qué difícil! Hay tantas cosas espectaculares que es muy difícil decidir qué es lo mejor pero si tuviera que escoger yo creo que sería el Gran Palacio real que está completamente renovado y es simplemente espectacular ya que puedes ver todo los templos budistas en su mayor esplendor con su decoración completamente bien mantenida. Es algo muy bonito que ver.

Lo peor: Lo peor como toda gran ciudad es la contaminación ambiental ya que es una de las mega ciudades del sureste asiático y tiene un alto nivel de contaminación, pero aún así es una ciudad muy bonita.

Lo más chistoso: Pues se nos ocurrió comprar un durian que es una fruta riquísima que sólo se da en esta zona pero tiene la característica de que es muy apestosa pero cuando te la comes sabe deliciosa y tiene una consistencia como de pudín. La llevé para comérmela en el hotel y justo cuando la abrí del paquete empezó a apestar todo el cuarto. Lulú se estaba bañando y cuando salió de bañarse se preocupó porque olía a gas y nos dimos cuenta de que en verdad era el durian lo que olía.




















 

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