Chiang Mai, Tailandia: lindos elefantes, templos de locura y aprendizajes budistas

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5 de febrero de 2023. Viajamos 10 horas en tren desde Ayutthaya para llegar a la ciudad más importante de la región norte de Tailandia llamada Chiang Mai. Aunque sí estuvo pesado el trayecto vimos paisajes muy bonitos y el servicio en tren fue muy bueno, como en avión nos dieron de cortesía comida que estaba bastante buena. Chiang Mai es la segunda ciudad más grande de Tailandia, le llaman la capital del norte del país y es un gran centro turístico debido a su historia, a su gastronomía, a su cultura y a sus paisajes naturales.

El primer día nos pusimos a buscar agencias para comparar y contratar los tours que queríamos hacer, esta vez decidimos quedarnos una semana completa ahí y eso ha pasado muy pocas veces en este viaje así que disfrutamos mucho un poco de estabilidad. Encontramos un agencia que nos convenció con un buen precio pero sobre todo con muy buenas reseña sobre su servicio. De ahí nos fuimos a visitar un templo budista parecido por supuesto a los templos que vimos en Bangkok y en Ayutthaya pero a la vez con arquitectura única y diferente donde resaltaba el color madera o el rojo. Chiang Mai fue durante siglos totalmente independiente al resto de Tailandia, era parte de reino de Lanna y fue en el siglo XIX cuando se unieron a Tailandia para ser más fuertes y evitar la colonización británica que en ese entonces tenía fuertes intereses en esta región. Así que no es sorprender que esta región tenga su propio estilo arquitectónico.

Al otro día fuimos a un tour muy completo incluyendo convivencia con elefantes, visita a una cascada y la visita a unos templos. El grupo que nos tocó en el tour fue muy bueno, todos más o menos de nuestra edad y de diferentes nacionalidades pero como siempre casi todos europeos, esos sí que andan viajando por todo el mundo y en especial franceses. Empezamos el tour en un santuario de elefantes donde luego luego bajando vimos a tres elefantes lindísimos listos para recibirnos. Los encargados del santuario nos dieron unos blusones típicos de la región ¿y esto para qué será? Qué raro que a todos nos uniformen. Más tarde entendimos que era porque a los elefantes les da por embarrar con sus narices a sus invitados, animales de pocos modales.

Estos elefantes antes eran usados para dar paseos con sillas en su lomo y esa actividad aunque se vea muy inocente en realidad implica un maltrato constante a los elefantes puesto que los obligan a caminar con gente encima sin importar su peso cuanto tiempo sea necesario sobre pavimento y sin protección del sol. Los elefantes que ahora están en este tipo de santuarios solían hacer paseos turísticos pero ya no los hacen, en su lugar sus dueños siguen cobrando a los turistas pero esta vez para que los elefantes hagan actividades que implican conductas naturales para ellos, se les protege y cuida mucho más que antes. 

Primero que nada nos repartieron trozos de caña de azúcar para darles de comer a los elefantes que al parecer les encantan porque se la pasaban buscando quién de todos los humanos les podía estar dando una cañita de azúcar. Incluso si podían metían su trompa en la bolsita que cada uno llevábamos para robarse un trozo de caña sin ningún permiso. Les digo que no tienen muy buenos modales.

Después de una pequeña caminata por el bosque fue el momento de meter a los elefantes a un charco repleto de lodo y como en spa los turistas nos dedicamos a embarrar con el lodo todo su cuerpo porque aunque no parezca los elefantes tienen una piel delicada que se quema fácilmente con el sol así que usan lodo y tierra para protegerse del sol. Una vez que quedaron bien embarrados y que nos embarraron a nosotros también se fueron a meter al río ¿Tanto trabajo en ponerles el lodo para que se lo quiten luego luego? A los elefantes les encanta meterse al agua porque de esa manera se refrescan. Y por supuesto que empezaron las guerritas de agua, nosotros a los elefantes, ellos a nosotros y nosotros a nosotros. Fue todo muy confuso y divertido. 

Salieron los elefantes del agua y luego luego sin esperar ni un minuto buscaron tierra seca para aventársela encima y no quemarse la piel. Uno gastando en bloqueador solar y los elefantes con una  súper solución que además es orgánica, ecológica y vegana. Les preparamos unos snacks de tamarindo, azúcar, sal y plátano que al parecer les encantaron y que nos dijeron que les hace muy bien a su digestión. Así terminó la convivencia con los elefantes que la verdad se nos hizo una experiencia lindísima. Ojalá ni siquiera fuera necesario que estuvieran en este tipo de refugios sino en libertad donde pertenecen, pero al menos están mucho mejor que antes.

De ahí fuimos al Parque Nacional Doi Inthanon donde visitamos primero la montaña más alta de todo Tailandia a poco menos de 2,600 metros de altura. Ya sé, esto no es impresionante para nosotros sino para ellos que casi todo su territorio está muy cerca del nivel del mar. Después visitamos unas pagodas construidas en 1987 y 1992 en honor al rey y la reina con unos jardines hermosos. Creo que a mí en lo personal me gustaron más los jardines que las pagodas, pero el conjunto completo era realmente muy lindo.

Para terminar el increíble tour de ese día hicimos una caminata por la selva acompañados por llamados pobladores de las montañas que por supuesto viven ahí en las montañas en sencillos pueblos como agricultores de café y arroz principalmente. Nos guiaron por paisajes muy bonitos hasta una cascada que de verdad valía la pena ver y nos dieron a probar del café e infusiones de flores que ellos producen y venden. 

Al día siguiente nos quedamos en la bonita ciudad de Chiang Mai súper caminable para todos lados. Ahí visitamos el Museo donde aprendimos un poco de la historia y cultura del reino de Lanna cuya capital era primero Chiang Rai y después fue Chiang Mai. La ciudad fue fundada en 1259 por Mangrai, un excelente y paciente estratega que estaba dispuesto a hacer planes que le llevaran muchos años con tal de conquistar nuevas tierras. Lanna durante un tiempo fue parte de Burma, hoy Myanmar, hasta que en el siglo XIX se unieron a Siam, hoy Tailandia, en contra de los británicos que andaban adueñándose de territorios por esa zona, y desde ese entonces se unificaron en un solo país.

Visitamos algunos cuantos templos budistas que en Chiang Mai abundan, algunos en ruinas y otros como nuevos. Literalmente uno puede andar por las calles de la ciudad sin rumbo fijo y de pronto se encuentra con espectaculares e importantes templos que fueron construidos por mandato de los reyes que gobernaron la región y que sirvieron como centros de difusión del budismo theravada, el que se practica en toda esta región.

Para terminar el día fuimos a cenar a uno de los mercados nocturnos donde tengo que decir que la comida no es barata porque es turístico pero donde encontramos mucha variedad y excelente calidad en todos los puestitos de comida que recorrimos. El único que no estoy muy segura de la calidad fue uno que sospechosamente decía vender comida mexicana ¡Oh no! La tortilla es dura y les están poniendo crema y lechuga. ¡Eso debería de ser un delito! Que alguien los detenga. Hemos aprendido que ese es el concepto que el mundo tiene de la comida mexicana. Muy mal.

Al día siguiente hicimos otro tour, tres horas de camino hasta Chiang Rai, sí estaba lejos pero Alfred no me hubiera perdonado no ir hasta allá. Llegamos primero a la mayor atracción de la zona al que le llaman Templo Blanco por obvias razones. A penas nos bajamos de la camioneta y ya estábamos embobados con lo que veíamos, un conjunto arquitectónico fascinante y único que fue construido en 1997 por el artista tailandés Chalermchai Kositpipat con la colaboración de un montón de voluntarios. El resultado fue algo que no te puede dejar indiferente con las caprichosas formas inspiradas en la arquitectura tradicional tailandesa sobre un deslumbrante blanco con detalles en pequeños espejos. Una joya para mirar y admirar.

La siguiente parada en el tour fue el llamado Templo Azul también por obvias razones que aunque muy bonito por sí mismo ya comparado con el anterior que era majestuoso éste acababa viéndose casi como un trabajo de niño de kinder. Aún así nos entretuvimos mucho observándolo porque es cierto que ese color en general es muy novedoso para los templos budistas tailandeses que normalmente tienen colores predominantemente blancos, dorados y rojos.

Por último y para no variar visitamos otro templo, al que le llaman Templo Rojo supongo que porque hay que ponerles nombres de colores a todos los templos turísticos. Éste, a diferencia de los anteriores, con un estilo claramente chino que de hecho sí tenía un color rojo predominantes y cerca de éste una mega señora estatua blanca de una mujer buda. Antes nosotros erróneamente creíamos que buda solamente era Siddharta Gautama pero no, la palabra "buda" significa iluminado así que para el budismo todos los que han alcanzado ese estado de iluminación se les puede llamar buda, pero sólo a Siddharta le llaman "El Buda". 

Llegamos a los pies de la increíblemente gigante estatua donde había un templo, entramos y subimos en un elevador hasta un par de pisos decorados con motivos chinos y al bajar nos encontramos con unas escaleras bordeadas de un par de dragones chinos enormes. Alfred estaba que no podía de la emoción ¡Gracias! Este tour me hizo muy feliz, puras cosas que me encantan.

Al día siguiente me escapé a un taller de budismo y meditación mientras Alfred tuvo el día libre. En el taller había un montón de gente especialmente de Estados Unidos y Europa, y fue dirigido por un monje budista extraordinariamente bueno con el que aprendí muchísimas cosas sobre las enseñanzas de Siddharta Gautama que era un filósofo y sabio extraordinario. Él entendió que la vida es cuestión de balance y para eso hay que aceptar que existe el sufrimiento, que es una condición natural, que todo es temporal, que aferrarse es sufrir más de lo necesario. Que no somos el pasado ni tampoco el futuro sino que somos ahora en este momento. Que la meditación es una herramienta para entrenar al cerebro a enfocarse en lo que nosotros queremos que se enfoque, a vivir el aquí y el ahora sin lamentarnos por el pasado ni preocuparnos por el futuro. Eso aprendí en resumen.

Hicimos varios ejercicios de meditación súper útiles buscando que nuestra "monkey mind", como le llaman, dejara de estar teniendo pensamientos aleatorios y enfocarla en una sola cosa. Yo le llamo tranquilizar al monstruito que vive en mi cabeza. Tal vez en algún momento escriba sobre las reflexiones que he hecho sobre el budismo y la meditación, y la utilidad que le he encontrado en mi vida personal.

El último día hicimos una caminata genial empezando en nuestro hotel hasta la cima de la montaña donde hay un templo. La mayoría de la gente para hacer ese trekking llega a la base de la montaña en algún vehículo motorizado pero nosotros que somos unos atascados decidimos caminar desde la ciudad que estaba relativamente cerca, así que fueron en total 20 kms ida y vuelta: 10 kms de caminata en la ciudad y 10 kms por la montaña por unos paisajes increíbles entre abundante vegetación, cascadas y un templo a medio camino entre la selva que parecía sacado de película. Todo eso para llegar a un templo budista que no decepcionó en lo más mínimo. Fue una de las caminatas más bonitas que hemos hecho en el viaje y en nuestras vidas. 

La opinión de Alfred sobre Chiang Mai.

Lo mejor: Sinceramente yo pensaba que en Bangkok habíamos visto lo mejor de Tailandia y estaba terriblemente equivocado. Chiang Mai con sus templos de colores de su vecina Chiang Rai y su santuario de elefantes fue una maravilla. Dan ganas de no irse nunca.

Lo peor: Todavía quedan por ahí residuos de explotación a los elefantes e incluso algunos llamados santuarios que en verdad no lo son porque siguen maltratando a los elefantes. Pero bueno, al menos va cambiando la cosa que es positivo.

Lo más chistoso: Cuando subimos el templo de Doi Suthep hicimos un trekking espectacular larguísimo de 20 kms de los cuales 10 kms fueron montaña y estuvo muy curioso que de bajada se nos unió una perrita y de pronto nos encontramos con unos extranjeros de subida que también traían un perrito. Les pregunté "¿es de ustedes ese perrito?" y contestaron que no y ellos nos preguntaron "¿y ese perrito es de ustedes?" y contestamos "No, creo que son perros guía, ¿tendremos que pagarles algo?". Pero no están nada flaquitos, se ve que la gente sí les da de comer.

















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