Penang, Malasia: multiculturalidad a todo lo que da


Dejamos con mucha pena Vietnam porque de verdad que nos había fascinado pero llegamos a otra joya maravillosa de la que conocíamos casi nada: Malasia. De Sapa, Vietnam tomamos un autobús que se retrasó dos horas así que llegamos ya en la noche a Hanoi, nos hospedamos en un hotel muy cercano al aeropuerto y al día siguiente  tomamos el vuelo de las 9 de la mañana a Malasia. Después de una escala en Kuala Lumpur finalmente llegamos a Penang, una isla en el noroeste de Malasia que en algún momento fue colonia inglesa y un puerto incluso más importante que Singapur. Durante su historia ha tenido mucha migración de chinos, indios, algunos ingleses y otros que han hecho de Penang un sitio de diversidad cultural impresionante.

El primer día que empezamos a turistear por Georgetown, la capital de Penang, nos recordó muchísimo a Singapur que tuvimos la fortuna de visitar hace varios años. Claro, Singapur también fue colonia inglesa y si se quedó como un país independiente de Malasia fue casi de manera circunstancial, de hecho, por obvias razones geográficas, en algún momento de la historia Singapur fue parte del mismo territorio de Malasia. Georgetown nos recibió con un calorón y humedad brutales.

Empezamos conociendo una mansión de un minero de estaño hijo de inmigrantes chinos que acabó convirtiéndose en uno de los comerciantes más importantes de Penang durante el siglo XIX. Nos unimos a una visita guiada muy buena porque el guía no sólo nos habló de la casa y de la familia sino también de las tradiciones de estos peranakan; migrantes chinos que desarrollaron una cultura única mezcla de la cultura china, malaya y británica. A través de las decoraciones de estas puertas la niña podía ver a su futuro esposo a quien no iba a conocer sino hasta el día de su boda.

La mansión tenía una mezcla de estilos entre chino, malayo e incluso algo de europeo, toda esa mezcla muy bien lograda. La mansión acababa siendo una belleza de lugar. Todos los muebles no eran originalmente de esa casa sino que fueron puestos por un coleccionista de antigüedades cuando compró la casa y decidió hacerla museo. Para la cultura china el agua simboliza dinero así que toda el agua que caía en este patio central se recolectaba y se usaba dentro de la casa, no podían dejar que el dinero saliera de ahí rápidamente. Que entre rápido pero que se vaya lento.

Después de la mansión seguimos caminando por las lindas calles encontrándonos arte callejero. Hicimos una parada para comer algo de comida malaya que nos habían presumido mucho y sí que estaba rica. Después, estratégicamente con la panza llena, visitamos un museo llamado Wonderfood sobre la comida malaya. Qué excelente museo, para Alfred el mejor museo de todo el viaje y no, no nos dieron nada de comer, sólo nos antojaron todo con esculturas hiperrealistas de comida a tamaño real, a pequeña escala o de tamaño gigantesco pero todas extraordinariamente bien hechas. Aprendimos que los malayos tienen seis comidas al día ¡qué atascados!

También vimos un poco de la historia de algunos platillos, algunos que ya han desaparecido y otros que de plano deberían de desaparecer como la sopa de aleta de tiburón que provoca la matanza indiscriminada de tiburones sólo para cortarles las aletas incluso estando vivos y aventarlos de regreso al mar a que se mueran. ¡Qué horrible! Todo para que algunas personas coman sopa de aleta de tiburón cuyo sabor lo da el caldo de pollo, así de absurdo es. Eso me puso a pensar que en general no sé qué pasa antes de que la comida llegue a mi plato, de dónde viene y todo el proceso, tal vez con esa información cambiaría la manera de comprar y consumir algunos alimentos.

También vimos otras dos partes en el museo que nos parecieron importantes sobre la cantidad de azúcar que ingerimos a veces sin darnos cuenta, y del enorme problema del desperdicio de comida en el mundo donde 30% de todo el alimento en el mundo se va a la basura. Evitemos los excesos, mejor comprar sólo lo necesario y servirnos en nuestros platos lo que estemos seguros que nos vayamos a comer.

Al día siguiente nos fuimos en transporte público a otra parte de la isla de Penang, a una reserva natural. Ahí llegamos para hacer una caminata por una selva ultra bonita con vegetación por todos lados y sin nada de gente. Esto está hermoso, escucha la cantidad de insectos y aves. ¡Qué lindo! Casi en la entrada nos encontramos con unos changuitos nadando y jugando en el agua, algo que nunca antes habíamos visto, de hecho pensábamos que a los changos en general no les gustaba el agua pero estos al parecer se adaptaron, aprendieron a nadar y ahora les encanta. Parecían niños subiéndose a la ramas para echarse clavados, jugando entre ellos.

Seguimos por caminos de tierra, raíces de árboles, subiendo y bajando hasta que llegamos a un lago que se conectaba con el mar. Vimos en información del lugar que ese lago es de los pocos en el mundo donde hay agua dulce y agua salada pero que no se mezclan por la diferencia de densidades.

Caminamos un rato por la playa, vimos un santuario de protección para tortugas e hicimos todo el camino de regreso disfrutando muchísimo del paisaje y de la tranquilidad de caminar sin prisas rodeados de belleza natural.

Al día siguiente seguimos conociendo Georgetown, visitamos un templo y museo chino parte de todo un complejo que en su momento era como una pequeña villa. Nos costó trabajo encontrar la entrada al templo porque el complejo está hecho de casas y comercios en toda una cuadra que protegen el interior y justo en el centro está el templo. Por fin entramos y nos quedamos con la boca abierta, era un templo con una arquitectura maravillosa que sólo podía haberse logrado con los mejores maestros expertos en decoraciones en piedra, madera y murales.

Lo murales de ahí son los más valiosos del país debido a su estado de conservación después de 100 años de existencia. Los trabajos en madera y en piedra eran impresionantes. Alfred y yo estuvimos ahí como dos horas admirando todos los detalles que pudimos literalmente hasta que nos dio hambre y nos fuimos a comer.

De ahí fuimos a visitar unos curiosos mini pueblos construidos sobre el agua como extensión de la ciudad. Estos los construyeron en el siglo XIX familias o clanes de migrantes chinos que se encargaban de recibir mercancías y pasajeros en Penang y que no tenían que pagar impuestos si se instalaban sobre el agua, muy listos. Caminamos por varios de estos muelles de madera con sus casas también de madera que afortunadamente han sido declarados patrimonio así que se conservan muy bien Esto sí está muy bonito de visitar y muy especial, normalmente estos asentamientos en el agua son irregulares y muy pobres pero aquí no, a los de estas casas incluso se nota que les va bien. Qué bueno.

Seguimos caminando por el centro encontrándonos un montón de arte callejero muy curioso y bonito, algunas obras muy impresionantes y otras más bien chistosas. ¿Qué están viendo todos esos gatitos?

Aunque Malasia oficialmente es un país musulmán sí hay libertad de culto. Desde que era colonia británica se instalaron en Georgetown mezquitas, templos budistas, templos hinduistas e iglesias cristianas. 

Fuimos a visitar los más antiguos de cada uno que estaban a pocos minutos caminando uno de otro, todos siguen siendo lugares de culto y todas las personas viven en armonía sin ningún problema por las diferencias religiosas. En la mezquita a mí me pusieron una bata completa y a Alfred una cobija para amarrarse en la cintura y cubrirse las piernas y una chica bien amable nos dio una visita guiada para explicarnos sobre la mezquita y los rituales musulmanes. Me encanta lo amables que suelen ser los musulmanes que hemos conocido.

Al día siguiente fuimos a visitar uno de los templos budistas más importantes de Malasia, un templo llamado Kek Lok Si. Era un complejo construido en las faldas de la montaña con varias construcciones incluso con funicular para poder visitar lo más alto que era una estatua enorme de bronce representando a Guanyin, la diosa de la misericordia.

Y aunque todo el complejo estaba bonito perdía un poco su magia y misticismo con la cantidad de mercancía a la venta que había por todos lados. ¡Mira! Aquí tienen a la venta todas las decoraciones para poner tu propio templo.

Salimos del templo para hacer una caminata de esas buenas que no se olvidan porque si ya habíamos llegado hasta las faldas de la montaña ¿por qué no subir a la cima? Llegamos caminando hasta la estación del funicular que va hasta la cima de la montaña más alta de Penang, pero nosotros no tomamos el funicular sino que decidimos tomar las escaleras del llamado Heritage Trail que vimos muy recomendado y sí, estaba bien bonito y bien pesado.

Subimos subimos y subimos sin parar escaleras interminables y con un calor y humedad sofocantes. Parecíamos dos fuentes de agua caminantes escurriendo sin parar pero la vegetación a nuestro alrededor era hermosa y a pesar de todo lo estábamos disfrutando. De pronto nos tomábamos nuestros pequeños descansos y seguíamos, especialmente cuando llegamos a la que llaman Estación Media del funicular donde algunos que van subiendo a pie deciden de ahí regresar. Nos sorprendimos por la vista que teníamos, ya veíamos la impresionante ciudad completa. Increíble y eso que todavía no llegamos a la cima.

Seguimos cuesta arriba entre la selva y por caminos prácticamente solos excepto por algún turista que iba de bajada. Más o menos una hora y media después de haber empezado por fin estábamos llegando hasta arriba empapados y felices. No sé si la vista desde aquí es realmente tan bonita o si la veo hermosa por el esfuerzo que hicimos para llegar.

La bajada sí decidimos hacerla por el funicular, decidimos que nos merecíamos el descanso de bajada. El funicular estaba súper moderno y avanzaba rapidísimo, nunca nos habíamos subido en uno tan rápido.

El día siguiente fue muy tranquilo y sólo visitamos la llamada Blue Mansion que obviamente es de color azul. Gran parte de la mansión ahora es un hotel boutique pero hay una buena parte que está abierta como museo para que la gente curiosa como nosotros podamos verla. Resulta que esa mansión es de las poquísimas mansiones de Malasia y Singapur del siglo XIX que quedan en estas condiciones así que la han usado para filmar muchas películas.

El úlltimo día en Penang desayunamos y nos fuimos caminando todo Georgetown pasando por áreas más modernas y otras de casas antiguas muy lindas. Llegamos finalmente al Jardín Botánico, un parque hermoso súper tranquilo y bastante grande para pasear sin prisas y ver a las familias de changos que curiosamente no se inmutan con la presencia humana.

Saliendo visitamos el templo hinduista que está a un lado. Subimos los quinientos y pico escalones hasta llegar al templo que en esos momentos no estaba abierto. Hay que esperar un ratito a que abran y ya se viene la lluvia, espero que no llueva demasiado porque justo hoy no trajimos los impermeables. Pues no, a pesar de que el cielo estaba súper gris y se oían hasta truenos sólo cayeron tres gotitas y ya.

Abrieron el templo y entramos. Estaba muy bonito, diferente a otros templos hinduistas que habíamos visitado, mucho más sencillo y elegante. Nos gustó mucho. Aprendimos que ese templo en honor a Lord Murugan del que no sabíamos casi nada porque en las regiones de India donde estuvimos Murugan no es popular, pero a Malasia llegaron indios del sur, los Tamil, con sus propias creencias, su propia arquitectura y su propia cultura. Aprendimos que Murugan es hermano de Ganesha, el dios de la cabeza de elefante, y que es el dios de la guerra, el dios más importante para los hinduistas de Malasia. Acá ni Krishna, ni Ganesha, ni Shiva, ni Vishnu, el más importante es Murugan. Muy curioso.



La opinión de Alfred sobre Penang:

Lo mejor: ¡Ay qué difícil! Qué difícil escoger lo mejor de Penang. Hay tantas cosas, pero si tuviera que elegir una sería que es un lugar donde conviven tantas culturas diferentes pero que han encontrado el equilibrio entre sí y ves templos de todas las principales religiones y toda la gente convive de manera tan tranquila que inclusive lo ves reflejado en la comida. Entonces lo mejor de Penang sería el ambiente que tiene de equilibrio y diversidad.

Lo peor: Hace un calor y humedad de la fregada y eso que no fuimos en época de calor.

Lo más chistoso: Fuimos a un templo hinduista extremadamente bonito en la montaña y éramos los únicos y Lulú se puso a ver a las esculturas de los dioses detrás de las cortinas y le dije "te van a regañar, no puedes hacer eso porque ahorita no hay servicio religioso" y me contestó "no, no pasa nada, nadie me ha dicho nada" cuando llegó un monje a regañarla, per después nos dio una bendición, nos pintó la frente y nos pidió propina.




































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