Tokio, Japón: la curiosa y maravillosa ciudad más grande del mundo

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14 de abril de 2023. Desde Kuala Lumpur, Malasia tomamos un vuelo con 10 horas de escala en Vietnam y llegamos bien cansados a  Tokio, la ciudad más grande del mundo, capital del peculiar Japón. El vuelo llegó a las 8 de la mañana y vimos que estaba lloviendo ¡Uy! Esperemos que se quite la lluvia pronto. Nos encontramos en el aeropuerto con letreros de Hello Kitty y Mario dándonos la bienvenida a Japón. ¡Ya empezamos con las curiosidades japonesas! ¡Eh!

Compramos el chip para nuestro teléfono, la tarjeta Suica para nuestros viajes en transporte público y nos fuimos en tren hasta Tokio. Después de 2 horas ya estábamos llegando al barrio Akihabara, potencialmente el barrio más extraño y nerd de Japón, donde nos íbamos a estar hospedando. Llegamos al hotelito con mini habitaciones que pudimos conseguir para esa noche por un precio razonable para ser Japón que es bien caro. ¡Nuestro primer tatami! ¡Qué divertido! Al haber llegado tan temprano teníamos la intención de salir ese día a conocer algo pero llovía y no paraba de llover, y además estábamos cansadísimos así que regresamos al hotelito y cual bebés dormimos, comimos y dormimos esperando que el pronóstico del tiempo estuviera bien y que los siguientes días ya no lloviera.


Al día siguiente despertamos frescos como lechuga y afortunadamente ya no llovía. Fuimos a dejar las maletas a resguardar al hotel en el que nos íbamos a quedar las siguientes noches y de ahí empezamos a recorrer Tokio. Pasamos por el Parque Ueno hasta llegar al Museo Nacional de Tokio donde aprendimos sobre la súper interesante historia del país, además de que vimos una serie documental para entender un poco más del tema. Aprendimos de los primeros vestigios artísticos encontrados hace más de 10 mil, de los chinos que llevaron a Japón la escritura, el papel, el calendario, etc. y de los coreanos que llevaron el budismo para mezclarse con el sintoísmo que venera las fuerzas de la naturaleza y todo tipo de cosas de la vida cotidiana. 

Aprendimos también de los famosos guerreros samurai que entre el siglo XVII y el siglo XIX lograron unir Japón bajo un solo gobierno samurai, durante esa época el país se cerró parcialmente y las artes florecieron muchísimo. Hasta que en el siglo XIX Estados Unidos obligó a Japón a abrirse al mundo occidental y se impuso a un emperador que  inesperadamente resultó ser muy bueno para el país. Ahora más cosas del actual Japón me quedan claras. Lo que no sé es cómo pasamos de guerreros samurai a Hello Kitty.

Saliendo del museo ahora con todo ese contexto nos pusimos a caminar por el barrio Akihabara y encontrar todo tipo de peculiaridades como locales abarrotados de maquinitas de la suerte como de feria, cafeterías con mascotas como gatos, perros y conejos para que los acaricies mientras te tomas un café, cafeterías donde atienden chicas disfrazadas de mucamas, edificios completos de venta de los mangas o cómics japoneses para todo tipo de público, gente vestida o disfrazada de manera muy peculiar. Digamos que estábamos caminando en lo más de lo más curioso de Tokio.

Entramos a un museo y tienda de figuras hechas de resina con personajes de animé que estaban increíbles, súper bien hechas. En México figuras de ese tipo se venden en tiendas especializadas pero éstas eran mucho mejores y por su puesto mucho más caras, incluso muchas de ellas ni siquiera estaban a la venta. Estábamos encantados viéndolas y Alfred no podía de la emoción admirando a los personajes favoritos de su infancia, y adolescencia y yo diría que también de su adultez aunque él no lo acepte.

Por la noche fuimos a ver el templo budista más antiguo de Tokio, del año 645, llamado Senso-ji que con la iluminación nocturna se veía impresionante. Éste estaba dedicado a Kanon, o sea buda en proceso de obtener la iluminación. El templo fue bombardeado en la Segunda Guerra Mundial y reconstruido después como símbolo de paz al pueblo japonés.

Al día siguiente hicimos la visita obligada que hacen los amantes del pescado al mercado Tsukiji, el mercado de pescado más grande y famoso de Japón donde aprovechamos para curiosear y desayunar un atún delicioso súper fresquecito.

Después visitamos un templo budista que por fuera parecía un edificio de gobierno o iglesia estilo europeo, e incluso nos encontramos por dentro que el templo era muy distinto a otros que habíamos visto antes, una señora que trabajaba ahí nos explicó sobre los elementos arquitectónicos de estilo chino, japonés y europeo y que el templo estaba dedicado a Amida Buda, o sea buda ya iluminado. ¡Oh! Acá tienen budas diferentes, qué confuso.

Fuimos a pasear por un parque llamado Jardines de Hamarikyu construidos en el siglo XVII sobre lo que era antes mar. ¿Japón lleva tanto tiempo ganándole terreno al mar? Qué impresionante. Los jardines formaban parte de una villa de la familia Tokugawa, la que en ese entonces gobernaba Japón y era evidente que eran los gobernantes porque los jardines estaban hermosos. Todo el jardín planeado y organizado pero al mismo tiempo se sentía completamente orgánico y natural. Lo que nos pareció más especial de ese jardín es que el agua de los laguitos del parque en verdad era agua que venía directamente del mar y que por eso pudimos ver peces marinos y hasta medusas en las orillas del jardín.

Más tarde fuimos a conocer el impresionante templo budista Zojoji que tiene el mausoleo de varios de la familia Tokugawa que gobernaron Japón. El templo está ahí desde el siglo XVII aunque ha tenido que ser reconstruido por incendios y guerras. Desde ahí también pudimos ver la emblemática Tokyo Tower que fue construida muy semejante a la Torre Eiffel porque ya ven que en ese entonces todo el mundo quería ser como Francia, nada más que ésta se construyó para funcionar como torre de telecomunicaciones.

Después fuimos a ver una exposición de arte contemporáneo mezclado con un acuario. Sí algo raro pero a la vez muy bonito. Alfred y yo nunca habíamos visto algo así. El artista usó cientos de peces goldfish de diferentes tipos como protagonistas de su obra de arte porque esos peces fueron creados en Japón como peces de ornato. Vimos un montón de diferentes tipos de estos peces goldfish, llamados por mí los ojones, los cabezones, los  gorditos, los manchados, etc. en diferentes tipos de peceras que en conjunto hacían una obra de arte muy especial.

Saliendo de ahí y caminando por las calles de Tokio nos encontramos con un camioncito con un candidato político dando un discurso de campaña subido en el camioncito. ¡Qué chistoso! Más cosas curiosas de Japón.

Al día siguiente salí un ratito a correr al parque Ueno, el que ya habíamos visitado antes pero esta vez corriendo conocí algunas otras partes muy lindas como un laguito que lo conservan en estado salvaje para la preservación de la fauna.

Después de desayunar tomamos el tren para ir a Yokohama a visitar el museo de Gundam Factory con un robot del tamaño real de la caricatura que Alfred moría por ver. Nos quedamos de ver con Flor, una amiga peruana de mi Tía Teresita que tiene años viviendo en Japón. ¡Ay no! ¡Hoy no está abierto el Gundam! ¡No! ¡Cómo no me di cuenta! Justo el día que estábamos haciendo el viaje a Yokohama era el día que iba a estar cerrado el museo. Pues ya ni modo, podemos volver a venir mañana y apretar la agenda para los siguientes días. Ya estábamos mentalizados para hacer eso porque Alfred no podía irse de Japón sin ver el Gundam gigante.

Llegamos a Yokohama, a Chinatown donde nos quedamos de ver con Flor y Arminda, ambas peruanas, que desde el principio nos saludaron como si nos conocieran de toda la vida, no hay nada como el calor latino. Entramos a visitar un pequeño templo taoísta dedicado al guerrero Guan Yu que fue deificado y a quien le rezan para tener prosperidad en los negocios.

Nos encontramos de lejos con que aunque el acceso a la Gundam Factory estaba cerrado, el robot gigante era totalmente visible y se estaba moviendo, al parecer le estaban haciendo pruebas. Nos apuramos para acercarnos lo más que pudiéramos a verlo y tomarle fotos. ¡Wow! Es verdaderamente enorme. ¡Eh! ¡Qué buena suerte! Ya ví el Gundam y fue gratis. Ya no tenemos que venir mañana.

Junto con Flor y Arminda estuvimos caminando por el puerto de Yokohama, el único puerto que en el siglo XIX Japón abrió en acuerdo un tanto forzoso con Estados Unidos. Vimos las antiguas bodegas del puerto y entramos encontrándonos ahora con toda una zona de restaurantes donde Flor y Arminda nos invitaron una rica comida hasta con unos buenísimos helados de fresa de postre. De ahí seguimos caminando, encontrándonos con cosas lindas como jardines repletos de flores, un señor paseando a un conejo con correa y otras personas con perros en carriola. Así es Japón.

Nos despedimos de Flor y Arminda felices por haber conocido a tan lindas personas, y regresamos Alfred y yo a Tokio para visitar el enorme Santuario Meiji construido en 1915. Cruzamos unas puertas sintoístas llamadas torii que separan lo mundano de lo sagrado y entramos a un bosque. Caminamos un rato y llegamos al centro del bosque donde nos recibió un enorme templo repleto de fieles y curiosos como nosotros. A la salida nos encontramos con una pared repleta de barriles de sake que periódicamente son donados por empresas como ofrenda para su buena fortuna.

Después, para seguir con la experiencia japonesa, pasamos a visitar la tienda de Nintendo que por supuestísimo que no podíamos dejar pasar. Definitivamente nuestra infancia no hubiera sido igual sin el Nintendo.

Caminamos por las calles de Tokio donde no encontrábamos ni una sola basurita tirada en el suelo y llegamos a la conclusión que eso es porque la gente no come nada en las calles, es decir, olvídate de ir comiendo el sándwich, la galleta o el chocolate, nada de eso, la gente no come nada en las calles ni en el transporte público. Varias veces Alfred y yo estuvimos tentados a comprar algo en alguna tienda y al pensar que no íbamos a poder comerlo en el camino entonces ya no lo compramos. Supongo que eso también es bueno para no andar comiendo de más.

Finalmente llegamos al cruce peatonal más concurrido del mundo, el cruce de Shibuya que es la típica imagen de cualquier documental que hable de la sobrepoblación o de las grandes ciudades del mundo. Ese cruce de un montón de calles con un montón de gente es Shibuya y es tan concurrido por la estación que tiene a un lado a donde llegan dos líneas del metro, el tren bala y además de todas las oficinas y comercios que hay en la zona. Yo tengo la teoría de que los turistas como nosotros que van sólo a cruzarlo también contribuyen a que tenga ese título del cruce más concurrido del mundo.

Bueno, ya cruzamos ¿y ahora? Pues a cruzar de regreso para ir al mirador. Subimos a un edificio, el Shibuya Sky, desde donde podíamos ver ese famoso cruce además de la espectacular ciudad de Tokio con sus miles de edificios y luces por todos lados extendiéndose hasta donde la vista nos dejaba ver. Desde ahí quedaba clara la inmensidad de esa ciudad, la más grande del mundo. Ese mirador estaba impresionante, creo que puedo decir que es el mirador más impresionante en el que hemos estado.

Al día siguiente fuimos a conocer los Jardines del Palacio Imperial que es lo único que se puede conocer del palacio porque éste al día de hoy está en funciones y ahí vive el emperador actual de Japón quien tiene un rol más religioso que político. Además de los jardines que estaban hermosos con su típico laguito, puente y vegetación tradicional de los jardines japoneses fuimos a tomar la foto de un puente muy famoso que digo yo que es tan famoso sólo porque es lo único del palacio que realmente se puede ver además del jardín.

Seguimos caminando por la ciudad que la verdad es ultra amigable para caminarla toda. Pasamos por la Estación de Tokio de estilo británico y seguimos curioseando hasta que dio la hora de encontrarnos con Yotaro, un amigo japonés que conocimos cuando fuimos a Uyuni en Bolivia hace más de un año. En ese entonces intercambiamos teléfonos y ahora nos encontramos con él en su ciudad. Nos vimos con él y con su novia italiana y nos invitó a cenar a un típico lugar con un montón de platillos japoneses que él fue eligiendo. Una deliciosa cena con una súper agradable compañía, qué mejor manera de despedirnos de Tokio.

La opinión de Alfred sobre Tokio:

Lo mejor: ¡Qué difícil! ¡Qué bárbaro! ¡Todo! Bueno, lo que más me gustó fue ver cosas de mi infancia como personajes de animés y de videojuegos como Mario Bros. Pero es muy difícil de decidir qué fue lo mejor porque Tokio son como varias ciudades. Pero si tuviera que decir uno tendría que decir que sería el acuario con arte contemporáneo, nunca había visto algo así. Y puntos también para el robot Gundam.

Lo peor: Los costos del hospedaje son verdaderamente absurdos. Algo que aprendimos es que sí se puede comer y transportarse a precios relativamente razonables pero todo el resto del presupuesto se va en habitaciones de hotel diminutas y que salen carísimas.

Lo más chistoso: De pronto empezamos a notar que Lulú se tardaba más en el baño de lo normal en restaurantes, estaciones de metro y demás lugares considerando que Tokio hay baños gratuitos por todos lados. Hasta que por fin Lulú me confesó que se estaba tardando porque se ponía a jugar con todos los botoncitos del baño, uno para que el chorrito te limpie la colita, otro para que haga sonidos y los demás no oigan tus sonidos intestinales, etc.






































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